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Nuevos detalles gráficos correspondientes al programa estadounidense de tortura implementado después del 11/S salieron a la luz el martes, cuando el Comité de Inteligencia del Senado dio a conocer un resumen —en el que algunas partes clave están editadas— de quinientas páginas con las investigaciones sobre la CIA. El informe llega a la conclusión de que la agencia de inteligencia no desbarató ni un solo complot, a pesar de torturar a los prisioneros de Al-Qaeda y a otros prisioneros, en cárceles secretas ubicadas en distintos lugares del mundo, entre los años 2002 y 2006. Además, el informe detalla una lista de los métodos de tortura utilizados, entre ellos el submarino, amenaza sexual con palos de escoba y rehidratación rectal médicamente innecesaria. El informe también confirma que la CIA administraba centros clandestinos en Afganistán, Lituania, Rumania, Polonia, Tailandia y un centro clandestino en la Base Naval de Guantánamo, conocido como Strawberry Fields (Campos de frutillas). Hasta ahora nadie que haya participado en los interrogatorios de la CIA ha sido acusado de delito alguno, excepto el denunciante John Kiriakou. En el año 2007, Kiriakou fue la primera persona, con conocimiento directo del programa, que reveló públicamente su existencia. Actualmente cumple una condena a treinta meses. Hablamos con Reed Brody, asesor y vocero de la organización Human Rights Watch, que escribió varios informes sobre el maltrato a los prisioneros en la guerra antiterrorista, entre ellos un informe del año 2011 que pedía una investigación penal de funcionarios jerárquicos de gobierno de Bush.
Transcripción
AMY GOODMAN: El martes se dieron a conocer nuevos detalles gráficos del programa de tortura implementado por EE.UU. después del 11-S, con la presentación de un informe del Comité de Inteligencia del Senado, con 500 páginas de su investigación sobre la CIA. El informe concluye que la agencia de inteligencia no logró desbaratar ningún complot terrorista, a pesar de haber torturado a miembros de Al-Qaeda y otros prisioneros entre 2002 y 2006, en prisiones secretas ubicadas en distintos lugares del mundo. La senadora Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, presentó las conclusiones principales del informe.
DIANNE FEINSTEIN: En primer lugar, las 'técnicas mejoradas de interrogatorio' de la CIA no han sido una forma eficaz para obtener información de inteligencia. En segundo lugar, hubo una enorme imprecisión en la información proporcionada por la CIA sobre el funcionamiento del programa y su eficacia a la Casa Blanca, al Departamento de Justicia, al Congreso, al inspector general de la CIA, a los medios de comunicación y a la población estadounidense. En tercer lugar, el manejo que la CIA hizo del programa fue inadecuado y sumamente defectuoso. Y en cuarto lugar, el programa de la CIA fue mucho más brutal de lo que se hizo creer a la gente.
AMY GOODMAN: El informe del Senado da una lista detallada de los métodos de tortura utilizados con los prisioneros; la práctica del submarino, amenazas sexuales con palos de escoba, y alimentación rectal forzada, médicamente innecesaria. En un caso, se le administró a un prisionero su almuerzo completo, que consistía en hummus, pastas y nueces, hecho puré, por medio de un enema. Los prisioneros eran amenazados con taladros eléctricos encendidos. Algunos prisioneros fueron privados de sueño por hasta 180 horas, a veces con las manos esposadas por encima de la cabeza. En su presentación del martes en el Senado, la senadora Feinstein habló sobre la muerte de Gul Rahman, ocurrida en un centro de detención clandestina de la CIA al norte de Kabul, Afganistán, conocido como Salt Pit.
DIANNE FEINSTEIN: La CIA designó a un oficial de bajo rango, sin experiencia relevante, a cargo del establecimiento. En noviembre de 2002, un detenido que había llegado en buenas condiciones de salud murió en esta prisión clandestina, de lo que se cree que fue hipotermia, después de haber permanecido casi todo el tiempo desnudo y encadenado a un piso de concreto. En unas entrevistas realizadas en 2003 por un funcionario de la Oficina del Inspector General de la CIA, los directivos de la CIA reconocieron que tenían escaso o nulo conocimiento de las operaciones que se llevaban a cabo en este centro clandestino de detención de la CIA en particular.
AMY GOODMAN: Escuchábamos a la senadora Feinstein refiriéndose a la muerte de Gul Rahman. El informe del Senado también revela que Rahman había sido detenido sólo por una confusión sobre su identidad.
Otro caso que se describe es el de un detenido llamado Abu Hudhaifa, que fue sometido a baños de agua helada y a 66 horas de pie sin dormir, antes de que lo liberaran, porque la CIA descubrió que probablemente no era la persona que se creía que era.
Según el informe del Senado, la CIA operaba centros clandestinos de detención en Afganistán y Lituania, Rumania, Polonia, Tailandia y también hay una prisión secreta en la Base Naval de Guantánamo, conocida como “Strawberry Fields”.
El informe divulgado el martes es sólo un resumen de una investigación mucho más larga sobre las prácticas de tortura de la CIA. algunas partes fundamentales del resumen fueron eliminadas. Los nombres de los dos psicólogos que ayudaron a la CIA a crear el programa de tortura no están incluidos en el resumen. El informe sí relata que los psicólogos, cuyos nombres son James Mitchell y Bruce Jessen, firmaron un contrato de 81 millones de dólares con la CIA.
Hasta el momento, no se han presentado denuncias penales contra ninguna de las personas involucradas en el programa de interrogatorios de la CIA, excepto una: el informante John Kiriakou. En 2007, él fue la primera persona que tenía conocimiento directo del programa en revelar públicamente su existencia. Actualmente se encuentra cumpliendo una condena de 30 meses.
Para mayor información sobre el informe del Senado sobre tortura, nos acompaña Reed Brody, consejero jurídico y portavoz de la organización Human Rights Watch. Ha escrito varios informes para dicha organización sobre el maltrato a los prisioneros en la guerra contra el terrorismo, entre ellos un informe del año 2011 que pedía una investigación penal sobre altos funcionarios del gobierno de Bush.
Reed, ya que estoy hablando contigo desde Lima, Perú, donde se está llevando a cabo la Cumbre de Naciones Unidas sobre el cambio climático, y tú estás en Nueva York, y hay un retraso por el satélite, quiero pedirte que expongas los puntos más importantes que surgen a partir de este informe que, de nuevo, es sólo el resumen, no las miles de páginas que todavía son información clasificada. Pero ¿cuáles son las revelaciones más impactantes de este resumen emitido por el Comité de Inteligencia del Senado?
REED BRODY: Claro, Amy. Como decías, realmente lo primero que salta a la vista es la simple y pura extensión de la brutalidad. Es decir, incluso quienes hemos estado investigado esto durante los últimos 10 años, como dijo uno de mis colegas, probablemente no estemos sorprendidos, pero sí conmocionados.
O sea, tú mencionaste la alimentación rectal forzada, la hidratación rectal. Esto no sucedió sólo con un prisionero; sucedió con una gran cantidad de prisioneros. Y estas prácticas fueron utilizadas, según los documentos de la CIA, como métodos de control de la conducta. O sea, se trata de, bueno, una infusión intravenosa colocada en el recto de una persona, que se encuentra inclinada hacia adelante, con la cabeza más abajo que el torso; ahí se le coloca una sonda rectal con una vía intravenosa. El flujo se regula y se esparce hasta el intestino grueso. Se coloca la sonda más grande posible, luego se abre bien la intravenosa. No hay necesidad de apretar la bolsa, la gravedad se encargará de todo. Y esto no era,o sea, esto es una violación. Se trata de correos electrónicos y documentos en los que la CIA habla sobre los métodos que se están utilizando para violar a los detenidos.
El detenido que murió en la prisión secreta Salt Pit en Afganistán, estaba parcialmente desnudo y encadenado a un piso de concreto, se sospecha que murió de hipotermia; además, amenazaron al menos a tres detenidos con dañar a sus familias, hubo amenazas contra los hijos de los detenidos, amenazas de abusar sexualmente de la madre de un detenido; a un detenido le dijeron que nunca se le permitiría salir con vida; hubo detenidos sometidos a baños de agua helada; personas encadenadas en celdas oscuras, conocidas como, la misma gente de la CIA las llamaba “mazmorras”; o sea, son cosas de la edad media. Y, bueno, es realmente, algo muy, tengo que decir que es realmente impactante, incluso para mí.
Como también mencionaste, éste fue un programa disfuncional. El programa de interrogatorios básicamente se tercerizó a estos dos psicólogos que mencionaste. Y ninguno de los dos tenía experiencia alguna realizando interrogatorios. No tenían ningún conocimiento especializado sobre Al-Qaeda, no tenían antecedentes de trabajo en contraterrorismo ni una formación lingüística o cultural relevante. Y como has señalado, recibieron 81 millones de dólares. Y estos contratistas, o más bien la compañía que ellos crearon, y otros contratistas representaban el 85% de la fuerza de trabajo que participaba en este tipo de operativos con detenidos.
Y además de ser un programa fuera de control, había una actitud—y es importante entender esto— de simplemente dejar las riendas sueltas. En varias ocasiones ha habido quejas. Hubo asuntos que llegaron hasta la oficina central. Y la respuesta fue: “Bueno, preferimos prevenir que curar”. Y hubo un caso en que se decidió no tomar ninguna acción legal contra un agente de la CIA por una detención arbitraria, ya que: “el director cree con firmeza que los errores son de esperarse en un área que está llena de incertidumbre. … El director cree que la balanza se inclina de manera decisiva a favor de aceptar los errores que 'sobreconectan' los puntos [frente a aquellos que] no los conectan lo suficiente”. Incluso en el caso de esa muerte que se sospecha que fue causada por hipotermia, de la que hablábamos, la oficina central decidió no tomar acciones legales reconociendo la “motivación de extraer toda la información operativa que fuera posible”.
Como has señalado, creo que probablemente lo más importante que se está discutiendo hoy en Washington es la conclusión de que a través de este programa no se obtuvo ninguna información de inteligencia procesable que no se hubiera podido obtener por otros medios. El comité analizó 20 incidentes en los que la CIA afirmó haber obtenido información de inteligencia procesable, utilizada para capturar personas o para frustrar conspiraciones. Y en cada uno de esos 20 incidentes, el comité descubrió que, o bien la información de inteligencia obtenida ya existía, o que no se utilizó, o que, de hecho, no existía ninguna conspiración. La gente se ha concentrado sobre todo en la captura de Osama bin Laden y la identificación del mensajero que condujo a EE.UU. hasta Osama bin Laden. Y el comité descubrió que la mayor parte de la información de inteligencia sobre este mensajero de Al- Qaeda “se obtuvo originalmente a partir de fuentes que no estaban vinculadas con el programa de detención e interrogatorios de la CIA, y la información más precisa proporcionada por un detenido de la CIA fue obtenida antes de que la CIA sometiera al detenido a … técnicas mejoradas de interrogatorio”.
Otra cosa que vemos que sucede permanentemente, como parte de este asunto, es el deseo de evadir la ley. Antes hablabas, y también Dianne Feinstein, en lo que me pareció un excelente discurso en el Senado, habló de las mentiras. Pero hay un montón de perlitas que encontramos en este informe. Por ejemplo, tú mencionaste que además de haber centros clandestinos de detención en países extranjeros, había un centro clandestino de detención en Guantánamo. En 2004, en el fallo del caso Hamdan, la Corte Suprema básicamente declaró que la constitución estadounidense se aplica también en Guantánamo. Y en ese momento, los detenidos que estaban en Guantánamo fueron retirados de allí —los detenidos de la CIA, claro está— y fueron enviados a Marruecos. Y, de hecho, una perlita interesante del informe es que los llevaron a una cárcel marroquí, a diferencia de los otros países donde los prisioneros estaban en instalaciones de la CIA. Y el problema fue que podían escuchar, estaban tan cerca de los presos marroquíes que podían oír los gritos de los presos marroquíes.
En los otros lugares, en Tailandia, Afganistán, Polonia, Rumania, los centros de detención de la CIA estaban bien lejos de, eran centros de detención de la CIA. Otra cuestión interesante de este informe, respecto a los centros de detención, es el costo diplomático de tener centros de detención de la CIA en otros países. A menudo, no se les informó sobre esto a los embajadores de estos países o sólo se les informó después de hacer el trato. Para comprar la cooperación de estos países, básicamente, EE.UU. tenía que ofrecerles lo que quisieran. Hay una parte muy interesante del informe que muestra el tipo de situaciones perversas que podía generar tener centros de detención de la CIA en el extranjero. En 2004 el secretario de Estado ordenó a un embajador de Estados Unidos a un país cuyo nombre desconocemos, que haga gestiones con ese país para que ese país permita que el Comité Internacional de la Cruz Roja tenga acceso total a sus prisiones. Pero, desde luego, el problema era que al mismo tiempo, EE.UU. tenía prisioneros en ese país que mantenía en secreto y a los que, obviamente, no iba a tener acceso la Cruz Roja.
El último punto, y quizás el más importante, es —creo yo— lo que no está en este informe. Este informe, como sabemos, se ocupa sólo de un aspecto relativo al maltrato a los detenidos en la guerra contra el terrorismo. Se ocupa de los prisioneros de los centros clandestinos de detención de la CIA. No se ocupa, por ejemplo, de las rendiciones extraordinarias de la CIA. Así que no se hace mención de la práctica de la CIA de enviar prisioneros a lugares como Siria, durante el gobierno de Bashar al-Assad, donde torturaron a gente como Maher Arar, que ha salido en tu programa varias veces. No habla sobre las personas enviadas a Libia, a cargo de las agencias de inteligencia de Muammar Gaddafi, donde también fueron torturadas. No habla sobre las personas enviadas a Egipto. Y tampoco habla sobre lo que hizo el Pentágono. No habla sobre los programas aprobados por Donald Rumsfeld.
Y quizás lo más importante es que al concentrarse tanto en la acción de la CIA, como que deja de alguna manera libres de responsabilidad a todas las personas que autorizaron estos programas desde arriba. O sea, sabemos, y por las propias memorias del Presidente Bush, que él autorizó el submarino. El vicepresidente Dick Cheney, el Fiscal General John Ashcroft, el abogado de la Casa Blanca Alberto Gonzales; todas estas personas firmaron la autorización de estas técnicas, y ni hablar de los abogados que dieron la autorización legal para esto, gente como John Yoo y Jay Bybee.
Antes escuchábamos las declaraciones del presidente Obama, que dijo que es importante que este informe se haga público para que, con suerte, no vayamos a cometer otra vez los mismos errores. Estos no son errores. Estos son crímenes. Y Dianne Feinstein, en su discurso en el Senado, hizo referencia a la Convención de Naciones Unidas contra la tortura, que declara que la tortura no puede ser justificada bajo ninguna circunstancia. Bueno, esa convención dice algo más. Declara que los responsables de implementar la tortura deben ser procesados; que cuando se acusa a alguien de haber torturado, el Estado en cuestión debe remitir ese caso a las autoridades competentes a los efectos de su procesamiento legal.
¿Qué seguridad tenemos de que esto no volverá a suceder? O sea, no es suficiente, repito, decir: “Bueno, torturamos a alguna gente; fue una mala decisión política. Voy a poner fin a la tortura”. O sea, no se trata de una decisión política entre otras, repito: es un crimen. Y es necesario, si de verdad va a haber, si realmente se van a tomar medidas de disuasión para que esto no vuelva a ocurrir, es necesario que haya acciones judiciales. Y es maravilloso, o sea, tú mencionaste el trabajo de Human Rights Watch en el mundo. Las organizaciones de derechos humanos, en general, cuando los países torturan, cuando personas individuales torturan, pedimos a esos países que obliguen a los responsables a rendir cuentas por sus abusos. Y lo mismo tiene que suceder con Estados Unidos. Creemos, como has mencionado —y no somos los únicos, Naciones Unidas ha dicho lo mismo, Amnistía Internacional ha dicho lo mismo— que hay fundamentos suficientes para que los dirigentes políticos de alto rango de Estados Unidos respondan ante la justicia por cargos de tortura, por las cosas de figuran en este informe y, más ampliamente, por las autorizaciones que dieron para cometer tortura y crímenes de guerra.
AMY GOODMAN: Reed Brody, quiero agradecerte por estar con nosotros. Reed Brody es consejero jurídico y portavoz de la organización Human Rights Watch. Ha escrito varios informes para dicha organización sobre el maltrato de prisioneros en la guerra contra el terrorismo. Y vamos a dejar en nuestro sitio web el enlace al último resumen ejecutivo publicado del informe del Senado. Y, por supuesto, seguiremos hablando sobre este tema en los próximos días.
Esto es Democracy Now!, democracynow.org, El informativo de guerra y paz. Estamos transmitiendo desde Lima, Perú, donde se está llevando a cabo la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático. Cuando regresemos, vamos a estar con uno de los ambientalistas más reconocidos del mundo, Nnimmo Bassey de Nigeria. Quédense con nosotros.
Traducido por Victoria Rodriguez. Editado por Verónica Gelman, Igor Moreno y Democracy Now! en Español.