Hong Kong enfrenta el mayor malestar político en décadas ya que decenas de miles de manifestantes desafían la represión policial, para exigir a China una mayor libertad. La nueva serie de manifestaciones empezó la semana pasada cuando miles de estudiantes universitarios iniciaron un boicot para oponerse al rechazo de China a que se celebren elecciones libres en 2017. Los manifestantes quieren el sufragio universal, pero el plan de China solo permitiría candidatos aprobados por Beijing. Después de una sentada de tres días, la policía utilizó gases lacrimógenos y gas pimienta para dispersar a las multitudes. Pero eso solo alimentó el descontento público y más gente salió a las calles; se estima que unas doscientas mil personas participaron de las protestas. Los líderes de las protestas prometieron continuar con los reclamos hasta que renuncie el titular de la ciudad de Hong Kong, Leung Chun-ying, y hasta que puedan elegir mediante el voto libre a su sucesor. Originalmente organizada por la campaña “Occupy Central”, las manifestaciones recibieron el nombre de la Revolución de los paraguas, por las sombrillas que los manifestantes usan para protegerse de los gases lacrimógenos. La represión policial es la más dura desde que China retomó el control de Hong Kong en 1997 tras 150 años de control británico. La represión tiene sus repercusiones en China continental, donde el gobierno bloqueó la aplicación móvil Instagram para compartir fotos y censuró ampliamente las referencias a Hong Kong en los medios sociales. Desde Hong Kong se comunica con nosotros el periodista Tom Gundy que ha estado cubriendo las manifestaciones.