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El inmigrante activista de larga data Marco Saavedra se enfrenta al final de su proceso de solicitud de asilo en Nueva York el jueves 7 de noviembre. Saavedra es un activista indocumentado nacido en México que llegó a Estados Unidos a los 3 años. Saavedra ha solicitado asilo político por la persecución a los activistas en México. Durante los últimos años Saavedra ha estado involucrado en varias acciones de alto perfil para reivindicar los derechos de los inmigrantes en Estados Unidos. En 2012 forzó su arresto por parte de las autoridades federales para infiltrarse en el centro de detención privado de Broward, en Florida, y ayudar a que los prisioneros se organizaran. Un año después se autodeportó a México, arriesgándolo todo para denunciar la violencia en la frontera y protestar contra la separación de familias inmigrantes durante el Gobierno de Obama.
Transcripción
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, soy Amy Goodman. Hace siete años, dos activistas indocumentados forzaron su arresto por parte de las autoridades federales para infiltrarse en el centro de detención privado de Broward, en Florida y ayudar a que los prisioneros se organizaran. Viridiana Martínez y Marco Saavedra, quienes llegaron a Estados Unidos siendo niños, se infiltraron en el centro de detención de Broward para exponer los abusos generalizados y ayudar a las personas recluidas allí a evitar su deportación. Trabajaron con activistas que se encontraban fuera del centro de detención, entre ellos Mohammad Abdollahi, un joven gay inmigrante indocumentado proveniente de Irán. Fue un acto extremo de resistencia nunca antes visto en la comunidad de activistas por los derechos de los inmigrantes.
En 2013, Marco y otros 8 activistas “dreamers” realizaron otra dramática acción al autodeportarse a México, arriesgándolo todo para denunciar la violencia en la frontera y protestar contra la separación de familias inmigrantes durante el Gobierno de Obama. Cuando los 9 “dreamers” regresaron a Estados Unidos fueron detenidos durante dos semanas en una cárcel para inmigrantes en Eloy, Arizona. Seis años después, uno de esos 9 “dreamers” se enfrenta al final de su proceso de solicitud de asilo. Marco Saavedra es un activista indocumentado nacido en México que llegó a Estados Unidos a los 3 años. Saavedra ha solicitado asilo político por la persecución a los activistas en México. Tras años de espera, la audiencia final de su solicitud de asilo se celebrará mañana, 7 de noviembre. Marco Saavedra nos acompaña hoy en el programa.
Marco, bienvenido nuevamente a Democracy Now! Su activismo estos años ha sido asombroso, revolucionario. Háblenos de la audiencia que enfrentará el jueves.
MARCO SAAVEDRA: Sí, mañana tengo mi audiencia final en el caso de asilo en frente de un juez de inmigración, Sam Factor, y sería el resultado de años de estar en esta lucha por los derechos inmigrantes, y vamos a establecer, primeramente, mi caso como activista de derechos humanos aquí en Estados Unidos, de mi infiltración de un centro de detención en 2012 y mi autodeportación en el 2013 para marchar con un grupo de nueve jóvenes inmigrantes y pedir asilo. Mi caso es de asilo político, pero también por ser minoría cristiana, minoría episcopal de religión, y también por ser de origen mixteco, que es una categoría indígena. Entonces, también por grupo social sería mi caso mañana.
AMY GOODMAN: Esto sucede a la vez que sale la noticia de que nueve miembros de una familia mormona mexicano-estadounidense, en su mayoría niños, fueron asesinados a disparos en Sonora por lo que se cree son miembros de un cártel de drogas. La familia luchaba contra estos cárteles. ¿Saldrá a relucir esto durante su juicio?
MARCO SAAVEDRA: Sí, bueno… Ya para mi caso presentamos todo el archivo de documentos, entonces quizás no alcance el tiempo para incluir este incidente, pero sabemos que es una ocurrencia a diario. Hay más de 100 asesinatos cada día en México. El año pasado, 34 mil personas fueron asesinadas en México y, en la primera mitad de este año 2019, 17 mil quinientas personas han sido asesinadas y sabemos que hay mucho crimen por el poder del narcotráfico, que es una industria que tiene de 20 a 40 mil millones de dólares cada año. Recibe más dinero que el petróleo, el turismo o las remesas a México. Sabemos que hay mucha impunidad, que muchos de estos casos, como ha sucedido recientemente cuando arrestaron al hijo del Chapo Guzmán en Culiacán, brevemente, y después las Fuerzas Armadas, al verse confrontadas por 2000 miembros del cártel, no pudieron controlarlos y por miedo a la violencia dejaron ir al hijo del Chapo. Entonces esta inmunidad que existe, a veces hasta colaboración entre la policía y el narcotráfico, el crimen organizado, como el caso de Ayotzinapa en 2014, con la desaparición de 43 maestros rurales en Guerrero, el estado vecino a Oaxaca, existe y no hay protección de los defensores de los inmigrantes o de los defensores de los derechos humanos en México. En lo que va de este año se han visto 19 muertes de defensores de derechos humanos y 10 de esas muertes fueron gente que son originalmente de Oaxaca, de mi estado natal. Entonces sabemos que este caso existe. Hay pruebas y hay documentación de todas estas injusticias.
AMY GOODMAN: ¿Quién va a testificar?
MARCO SAAVEDRA: El día de mañana los que van a testificar son cinco miembros de mi comunidad. Hay tres profesoras: la profesora Galvez, de la escuela New School; la profesora Steven, de la Universidad de Oregon, va a hacerlo por teleconferencia; la profesora Deborah Poole, de la Universidad Johns Hopkins, también estaría allí en persona. Mi madre también va a testificar a mi carácter y también la reverenda Liz Maxwell, de la Iglesia Episcopal de la Ascensión.
AMY GOODMAN: Usted ha mencionado a su madre. Háblenos de su familia y de cómo llegó a Estados Unidos.
MARCO SAAVEDRA: Sí bueno, mis padres son indígenas de Oaxaca. Somos de San Miguel Ahuehuetitlán. Somos de una familia agricultora que enfrentó bastante pobreza en 1992, cuando se comienza la negociación del NAFTA, que es ratificada en 1993. En el 92, mis padres se mudan a Nueva York. Cruzan la frontera para comprar un terreno en la Ciudad de México y hacer una casa en la Ciudad de México. Y entonces, el próximo año, al ver las oportunidades en la ciudad de Nueva York, mi padre regresó por mí y mi hermana Yajaira y juntos cruzamos la frontera en 1993 y nos ubicamos en Washington Heights. Por los últimos 10 años hemos tenido el restaurante “La morada” en el sur del Bronx. La morada significa el color morado, pero también un albergue, un espacio comunitario donde todo ser humano es invitado a comer con nosotros, pero también a compartir nuestras culturas. Somos muy afortunados por estar aquí y queremos continuar, estar en este país.
AMY GOODMAN: Me gustaría hablar de su activismo a lo largo de los años. A pesar de que no tenía papeles fue a la escuela aquí en Nueva York, asistió a la escuela secundaria en Deerfield Academy y al Kenyon College en Gambier, Ohio. En medio de todo esto viajó a Charlotte y dio a conocer públicamente que no tenía papeles a un año de la Convención Demócrata. Descríbanos su trayectoria en el activismo y cómo se involucró. Y háblenos de las acciones en las que participó.
MARCO SAAVEDRA: Sí, en una forma se puede decir que mi activismo fue voluntario, porque no era necesario que yo publicara que soy indocumentado, describirlo, marchar, cabildear y hacer vigilias y todas esas acciones de desobediencia civil. Pero, internamente, yo tenía esta necesidad de expresarme, porque había vivido con este miedo, este temor a la deportación y también con un silencio y una mentira que no podía contarle a mis seres queridos, a mi iglesia, a mi compañero de cuarto que era indocumentado, o todos mis amigos no sabían quién era yo realmente. Entonces, en el 2010, a la edad de 20 años, decidí confrontar todo este miedo y comenzar a organizar y conectarme con otros indocumentados en Washington, en Ohio, en Nueva York, porque teníamos también una oportunidad finalmente con el presidente Obama, que había prometido el Acta del Sueño en sus primeros cien días de presidencia y que nunca lo cumplió, solamente nos hizo el favor de la Acción Diferida, que ahora está en audiencia en la Corte Suprema y el presidente Trump ahora la quiere atacar y quitar. Entonces eso comenzó en el 2010 y ya hablamos que en el 2011, apenas me gradué, fui arrestado con otros jóvenes por protestar contra las injusticias en Charlotte, North Carolina, y también diciendo la hipocresía del Partido Demócrata, que quería el voto latino pero no quería nada de reforma migratoria, justicia para inmigrantes. En el 2012 me entregué a agentes fronterizos en la Florida para infiltrarme a un centro de detención, el Broward Transitional Center, y estuve allí 23 días con otros indocumentados recolectando historias, compartiendo sus peticiones, haciendo que ellos conectaran con nuestros activistas afuera del centro para elevar sus casos. Y después de conectarnos con más de cientos de inmigrantes indocumentados pudimos lograr que 28 congresistas firmen una carta de apoyo pidiendo que revisen todo el centro de detención, porque hasta que fuimos infiltrados no había ninguna contabilidad [sic], no había ningún alivio para esta gente, que la mayoría de ellas no había cometido ningún crimen en Estados Unidos, solamente estaban allí porque estaban conduciendo sin licencia o estaban trabajando sin papeles, por las infracciones menos severas. Y después, en el 2013, me autodeporté a México, para conectarme con jóvenes que se habían deportado bajo la presidencia de Obama o que se habían autodeportado por no poder continuar sus estudios. Y juntos marchamos hacia la frontera pidiendo asilo, y este caso mañana sería el cumplimiento de esa acción para mí.
AMY GOODMAN: Es imposible no hablar de lo que hizo. Es decir, eran dos activistas, usted y Viridiana Martínez, quien ingresó a la sección para mujeres. Se entregaron diciendo “no tengo papeles” y al instante los trasladaron a prisión. Recopiló información sobre muchos prisioneros. Háblenos de cómo se produjo su liberación y cuántos prisioneros de Broward pudo liberar. Broward es una prisión para inmigrantes de la empresa con fines de lucro GEO que se encuentra en las afueras de Fort Lauderdale, en Florida.
MARCO SAAVEDRA: Suena como una historia impresionante, pero la realidad es que Viridiana y yo hemos vivido con el temor de ser deportados o de tener un familiar deportado durante más de 20 años. Entonces teníamos una necesidad de poder ayudar a gente que ya estaba en esa peor circunstancia. Y también porque el próximo día, quizás, podrían ser nuestros seres queridos. Entonces, cuando comenzamos el activismo y a organizar, queríamos estar preparados para lo peor, porque por tantos años habíamos pretendido como si ese temor, esa realidad no existiera. Queríamos estar preparados, porque ese familiar podría ser el de nosotros. Si mi padre y madre estuvieran detenidos yo también querría que alguien cabildee y abogue por ellos.
Y entonces estuvimos allí por 3 semanas, hasta que Viridiana hizo una entrevista con Democracy Now! y ella y yo fuimos expulsados del centro. También hubo prensa en español, Telemundo, que nos hizo entrevistas mientras estábamos detenidos. Y al salir esto públicamente, todos los detenidos sabían lo que estábamos haciendo. Y surgió una energía sobre nuestra campaña y yo creo que en el centro de detención se alarmaron y ya no querían que estemos allí. Entonces nos expulsaron. Nos dieron una carta que decía, muy brevemente, que “parece que ustedes quizás se beneficien por la acción diferida” —aunque Viridiana y yo no habíamos aplicado para la acción diferida—, y que nos iban a conseguir un bus para ir a donde quisiéramos.
AMY GOODMAN: Hay una película que trata sobre ustedes que se llama “Los infiltrados”, un asombroso semidocumental en el que aparece usted y un actor que hace de usted en partes de la película, al igual que ocurre con Viridiana. Describa ese momento en el que la gente dentro de la prisión para inmigrantes lo ve en la televisión y se da cuenta de lo que usted estaba haciendo allí. Están ahí con usted, pero lo ven también en la televisión.
MARCO SAAVEDRA: Yo creo que cuando nos vieron en la televisión fue como una declaración de autenticidad de que lo que estábamos haciendo y compartiendo era real. Que había efectos, consecuencias, que sí estábamos ahí con un plan que estaba siendo ejecutado y que habíamos conseguido un logro. Al final, si contamos, es un estimado de 70 detenidos que fueron liberados. Pero yo creo que el logro más grande es que el centro de detención paró de trabajar como rutinariamente estaba trabajando. Casi la gran mayoría de todos los detenidos eran deportados, porque la gente solamente firmaba su deportación y no tenían ninguna esperanza de lucharla. Muy pocos fueron los que peleaban, porque había pocas posibilidades. Los abogados que visitan allí gratuitamente no pueden tomar muchos casos y la gente no sabe cómo acudir a sus representantes o hablar con la prensa. Pero al nosotros traer todas esas ramas juntas, entonces tomó efecto. Y era tan impresionante para ellos vernos en la televisión. Yo creo que también nos ayudó mucho que en ese centro de detención cada cuarto tiene una televisión. Cada detenido, cuando no estábamos afuera y teníamos que estar en nuestros cuartos, tuvo que ver esa presentación. Y eso nos dio tanto respaldo. Fue lo máximo que podía ocurrir, porque de otra manera ahí no hay Internet, no hay celulares, entonces no hay forma de transmitir esa información. Solamente nuestra palabra y el efecto que quizás ven que uno u otro detenido. Pero pasando esas…La tercera semana fue impresionante, las llamadas que recibimos con los compañeros afuera y el respaldo adentro.
AMY GOODMAN: ¿Enfrentó un juicio por ese caso?
MARCO SAAVEDRA: Por ese caso me pusieron en trámites de deportación. Me dieron un número de inmigrante, un número de “alien”, en el 2011, después de la acción en Charlotte, Carolina del Norte. Pero como era una acción pública solo nos dieron el número de “alien” y no nos trasladaron a inmigración. Al presentarme en el Broward Transitional Center, mi caso de inmigración se abre y comienzan mis trámites de deportación. Cuando me expulsan del centro de detención todavía estoy en trámites de deportación, pero la audiencia continúa en Nueva York. Yo tenía una cita con la jueza Bain, que me dijo que aplicara para DACA, la Acción Diferida. Y yo le dije que no, porque yo no hice nada mal cuando crucé la frontera a la edad de tres años. Entonces ella me dio otra cita, que nunca se cumplió, porque yo me autodeporté a México en el 2013 y al regresar al país con asilo, con permiso para continuar el asilo, pasando la “entrevista de miedo”, yo estaba otra vez en trámites de deportación pero también en trámites de asilo a la misma vez.
AMY GOODMAN: ¿Por qué se negó a solicitar sus papeles a través de la ley DACA?
MARCO SAAVEDRA: Bueno, primeramente dije “no” a la Acción Diferida porque yo estaba en una situación muy especial, muy privilegiada. Tenía mucho apoyo de mi comunidad, no tenía miedo de estar en un centro de detención y sabía el poder que teníamos en ese momento. Yo creo que teníamos una energía en el movimiento pro-inmigrante aquí, en Estados Unidos, y queríamos que continuara más, porque sabíamos que mucha gente se iba a complacer con la Acción Diferida y no iba a abogar por más. Entonces nosotros, muy estratégicamente, dijimos que no íbamos a aplicar inmediatamente para la Acción Diferida y que íbamos a ver qué más podíamos conseguir, porque faltaban todavía cuatro años más de Obama. A ver qué más puede cumplirse. Obviamente, yo estaba en un espacio muy especial porque trabajaba con mis padres, ellos me respaldaban para ser organizador. Era privilegiado. Y también quería ser parte de mi comunidad, de los detenidos que había conocido, y no aprovecharme de esos derechos de ese momento. Obviamente es una tentación, porque así se resuelve todo el caso y ya paro mis trámites de deportación. Pero también teníamos una vista larga que queríamos hacer: por qué no expandir esto a un movimiento transnacional.
AMY GOODMAN: Descríbanos lo que hizo en 2013, lo que usted llamó “autodeportarse”. Háblenos de qué se trataba esa acción de los “9 dreamers”.
MARCO SAAVEDRA: Sí, bueno, surgió en toda la acción del 2012. Nos contactaron muchos jóvenes indocumentados que habían sido deportados bajo el presidente Obama, o que se habían autodeportado por no poder ejercer su carrera. Entonces no había ninguna forma, antes de la Acción Diferida, en el verano del 2012, de conseguir un permiso de trabajo, conseguir una licencia para manejar, todas estas cosas que son parte de ser un adulto en Estados Unidos. Entonces, cuando se cumple la Acción Diferida, si uno no estaba presente en Estados Unidos en junio de 2012, inmediatamente no era elegible para la Acción Diferida. Sabemos que quizás 2 millones de individuos pudieron recibir esta ayuda, pero al final solo 700 mil “dreamers” pudieron recibir la Acción Diferida. Eso dejó sin protección a 11 millones de indocumentados en Estados Unidos y aún a más gente que no está en Estados Unidos por deportación. Y por esa razón, Lizbeth Mateo, Lulú Martinez y yo nos autodeportamos y nos conectamos en los albergues de inmigrantes en Nogales, Sonora, con otros seis jóvenes “dreamers” que habían estado mayormente en Estados Unidos y que se habían autodeportado o fueron deportados por Obama. Y juntos planificamos con una abogada, Margo Cowan, nuestros casos de asilo, muy secretamente, sin decirle a nadie. Nos reunimos en los albergues del padre Kino, en un restaurante, que pedimos que cerraran sus puertas para preparar nuestros paquetes, y juntos marchamos hacia la frontera en julio de 2013 pidiendo asilo político y asilo por pertenecer a grupos sociales protegidos.
AMY GOODMAN: ¿Utilizó la toga de graduación?
MARCO SAAVEDRA: Sí, en ese momento nos vestimos con trajes de graduación, porque queríamos presentarnos como estudiantes, gente que había crecido en Estados Unidos, que había cumplido con todos los requisitos de ser un estudiante, de tratar de contribuir a sus comunidades y no nos estaban dando ese derecho. Y también ejercer el derecho de migración, de poder cruzar la frontera, visitar a nuestras familias y regresar a Estados Unidos sin repercusión, porque muchas de nuestras familias están divididas por la frontera y no nos podemos ver por décadas. Y por todas esas razones… también porque en ese momento estaba muy popular el movimiento de los “dreamers” y queríamos exhibir que no era un movimiento solamente de Estados Unidos, sino que era algo multinacional, que tenía que pasar fronteras para continuar creciendo.
AMY GOODMAN: Usted es el segundo del grupo de los 9 dreamers que se enfrenta a una audiencia. Explique qué sucedió con Lulú Martínez, la primera que pasó por eso.
MARCO SAAVEDRA: Lulú Martínez es una joven inmigrante que mayormente ha vivido en Chicago, Illinois, y ella fue a corte y logró su asilo por su expresión política, por su activismo por los derechos humanos, los derechos de los inmigrantes y los derechos de la gente gay y queer. Ella misma es una mujer queer, entonces por esas protecciones que existen para todos esos grupos perseguidos y la violencia que existe contra las mujeres y las personas de orientación sexual queer, entonces se le otorgó el asilo, recientemente. Y yo sería el segundo en ir a una audiencia.
AMY GOODMAN: Y su audiencia será la segunda. Háblenos del efecto que tuvo en usted el apoyo comunitario y qué significa eso para usted.
MARCO SAAVEDRA: Sí. El apoyo comunitario ha sido monumental. Estoy eternamente agradecido por todo el apoyo. En Internet tenemos casi 4 mil firmas en apoyo a mi caso de asilo político. He recibido cartas de apoyo de la gente que conocí en la universidad, en la preparatoria, conocidos y vecinos han subido videos de sus testimonios en apoyo a mi campaña en las redes sociales. Hemos tenido una reunión en la Iglesia de la Ascensión, aquí, con gente de la comunidad. También tuvimos un pozolazo en “La Morada” este domingo pasado, donde las personas hicieron pancartas, pintaron playeras para llevar a mi audiencia. El respaldo ha sido increíble. Y en una forma yo creo que eso, esa comunidad, es parte del proceso de asilo. En una forma ellos han comenzado ese proceso de aceptarme —o de continuar aceptándome— como miembro de su comunidad, diciendo que yo soy elegible para esa categoría de protección. Y mi esperanza es que el Gobierno vea todo eso, no solo el argumento legal, sino también el apoyo de mi comunidad. Y que también sirva de ejemplo para el Gobierno. Si mi comunidad me puede dar respaldo y protección, ¿por qué no también el Gobierno puede estar en acuerdo con ese deseo?
AMY GOODMAN: ¿Qué sucede con los activistas en México? Aquí hemos estado cubriendo una serie de asesinatos en contra de activistas indígenas en Colombia, en Brasil a diario. Háblenos de la situación de algunas de las personas que han sido deportadas a México o de los activistas que están allí o de los periodistas asesinados. Hablamos de 100 asesinatos diarios.
MARCO SAAVEDRA: Correcto. México es, después de Colombia, el segundo país más peligroso en el mundo para los defensores de los derechos humanos. En lo que va de este año 2019 han sido 19 los asesinatos de defensores de derechos humanos en México y 10 son del estado del que originalmente soy, de Oaxaca. Y conocemos de individuos que han sido perseguidos y detenidos por su activismo, como el caso de Cristóbal Sánchez, que fue uno de los organizadores de la caravana migrante. Las caravanas son esenciales porque son una forma de poder migrar y atravesar todo México sin tener que acudir al crimen organizado, al tráfico humano. Pero, por eso, los defensores de los derechos humanos son perseguidos por los carteles. Porque los carteles cobran 5 mil dólares por un padre y un hijo, para atravesarlos por México. Si es un individuo adulto, 10 mil dólares por persona para atravesar todo México. Entonces es algo bien lucrativo. Y los defensores, obviamente, se ven como un peligro a su negocio. Entonces Cristóbal también fue perseguido por el Estado, porque dijeron que él estaba haciendo tráfico humano al apoyar la caravana. Sabemos que esto está registrado. Y también hay ejemplos como… Ambos, Cristóbal y el padre Solalinde, han escrito cartas de apoyo a mi caso, hablando de la situación que existe en México. El padre Solalinde nos visitó en el restaurante La Morada en el 2015 para ser parte del tribunal del pueblo y desde el 2010 él ha estado bajo orden de protección por recibir amenazas de asesinato contra su persona. Entonces, sabemos que hay esa documentación de, como usted dijo, 100 asesinatos cada día en México, 17 mil al año en los primeros seis meses del 2019 y 34 mil el año pasado. Es una violencia severa, con mucha impunidad. México tiene 200.000 detenidos ahora mismo y el 65 % de ellos reportan tortura por parte de los oficiales. Entonces, la mayoría de los que son detenidos son torturados en México. Es una realidad que existe en México y una realidad que no ha cambiado bajo el presidente Manuel López Obrador. Bajo AMLO hemos visto una colaboración con el presidente Trump y el número de deportaciones ha aumentado un triple, la deportación de los centroamericanos. Entonces es algo horrible que existe en México y queremos establecer este caso para ayudar también a otros activistas que son como yo.
AMY GOODMAN: ¿Qué le gustaría que pasara con los alrededor de 12 millones de inmigrantes que hay en este país que no cuentan con papeles? ¿Qué le gustaría que pasara? ¿Una unión entre demócratas y republicanos en torno a una reforma de inmigración? ¿Cómo tendría que ser esa reforma para que fuera satisfactoria para usted?
MARCO SAAVEDRA: Lo que necesitamos como comunidad de 12 millones de indocumentados es un cambio radical en el sistema, porque ahorita somos perseguidos, somos criminalizados, no tenemos derechos en muchos de los estados, a estudiar, a conducir, a trabajar. Entonces todos esos derechos son necesarios. Yo creo que un cambio y una reforma integral sería beneficioso, porque la mayoría de mi comunidad se quiere realizar y quiere cumplir con todos los requisitos para poder cimentarse más en estas comunidades y continuar trabajando, crecer con nuestras familias aquí. Yo creo que tiene que cambiar lo que existe ahorita mismo, que bajo el presidente Trump es un odio y una represión de todos los inmigrantes. Más allá…no solamente somos 12 millones. Al día son miles las personas que están esperando del lado mexicano, pidiendo asilo y protección, que el presidente Trump no ha otorgado y ha expandido y ha pedido a México que aguante a los que están pidiendo asilo en el lado mexicano. Y eso no puede ser, no es justo. Porque sabemos de la presencia de los carteles. Esta gente no está protegida en el lado mexicano y también, cuando están del lado de Estados Unidos, sus hijos reportan… Hay miles de casos de abuso sexual en los centros de detención. O también de las separaciones de familia, cuando los padres son deportados y los niños se quedan en Estados Unidos. Entonces toda esta dinámica no puede existir. Yo creo que tenemos que tratarnos como seres humanos que queremos trabajar, contribuir, estar aquí como una familia. Queremos hacer hogares. Yo creo que este desplazamiento de gente que existe es una ola que no solamente afecta a nuestras comunidades inmigrantes, sino también a las personas de color aquí, en los Estados Unidos. El desplazamiento por el aburguesamiento en nuestras comunidades pobres y de color existe; el desplazamiento a nivel internacional por guerras, cambio climático es algo que solo va a continuar. Y entonces tenemos que cambiar nuestra forma de actuar también.
AMY GOODMAN: Marco Saavedra, gracias por acompañarnos. Marco es un activista sin papeles que se infiltró en la prisión para inmigrantes con fines de lucro de Broward, en Florida, en julio de 2012. Lo dejaron en libertad en agosto de ese mismo año y ayudó a liberar a muchos de los inmigrantes allí. Realizó otra acción en 2013 cuando se autodeportó a México junto a un grupo de jóvenes sin papeles que se hicieron conocidos como los “9 Dreamers”. Ese es el caso que enfrentará en el tribunal mañana durante su audiencia de inmigración. Marco Saavedra llegó a Estados Unidos con su familia cuando tenía tres años en 1993. Se crió en Nueva York. Solicitó asilo político alegando la persecución de activistas en su país de origen, México. Su audiencia final para la solicitud de asilo es el jueves 7 de noviembre de 2019. Soy Amy Goodman. Gracias por acompañarnos.
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