Una nueva investigación del periódico The Washington Post revela que más de 3.100 menores indígenas murieron en internados de Estados Unidos entre 1828 y 1970, lo que triplica la cifra reportada a principios de 2024 por el Departamento del Interior. En muchos casos, se trataba de niños y niñas que habían sido separados por la fuerza de sus familias y tribus, y llevados a estas instituciones como parte de una política gubernamental de erradicación y asimilación cultural. Este novedoso informe estuvo a cargo de Dana Hedgpeth, miembro inscrita de la tribu Haliwa-Saponi de Carolina del Norte, cuya investigación se extendió más allá de los registros federales para poder tener un recuento completo de los registros oficiales de estas muertes, que sucedieron en lo que mucha gente, tanto sobrevivientes como desde ámbitos académicos, califica como “campos de prisioneros”, más que escuelas. Hedgpeth cuenta que algunas tribus ahora han podido recuperar los restos de menores que habían sido enterrados en los internados y llevarlos de vuelta a sus tierras ancestrales para enterrarlos según sus costumbres ancestrales. “El impacto de estas escuelas se sigue sintiendo hoy en día de muchas maneras”, dice Hedpeth.
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