
En medio del caos y la indignación que generó el desmantelamiento de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) por parte del Gobierno de Trump, la antropóloga sudafricana Kathryn Mathers nos aporta una mirada crítica sobre dicha agencia y sobre el “complejo humanitario-industrial” en su conjunto. ”USAID es, en gran medida, parte de un sistema y una industria que no solo se apoya en la desigualdad existente a nivel global […] sino que, de muchas maneras, la produce”, señala Mathers. En última instancia, el financiamiento destinado para la ayuda internacional, gran parte del cual de hecho vuelve a Estados Unidos, “cumple con su objetivo de promover los intereses de Estados Unidos” y “hace invisibles las causas de la desigualdad global, ocultando cómo, a menudo, esa desigualdad es provocada por las propias políticas de Estados Unidos, sus acuerdos comerciales y otras formas del capitalismo extractivista”. Mathers enfatiza que, sin embargo, los abruptos recortes impuestos por Trump a la agencia, lejos de resolver la “paradoja” de la ayuda humanitaria, “simplemente están haciendo daño”.
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