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Publicado el 3 de julio de 2015
Amy Goodman y Denis Moynihan
“¿Qué significa, para el esclavo estadounidense, vuestro 4 de julio?”. Esto se preguntó Frederick Douglass ante la multitud congregada en el Corinthian Hall de Rochester, Nueva York, el 5 de julio de 1852. Su discurso, leído por el gran actor James Earl Jones, continúa: “Yo respondería que un día que le revela, más que cualquier otro día del año, la inmensa injusticia y crueldad de la que es víctima constante. Para él, vuestra celebración es una farsa”.
Frederick Douglass escapó de la esclavitud en 1838 y se convirtió en uno de los más poderosos y elocuentes oradores del movimiento abolicionista. Su conferencia del Día de la Independencia fue organizada por la Sociedad de Damas de Rochester Contra la Esclavitud. Douglass alabó las virtudes de los Padres Fundadores de Estados Unidos, que suscribieron la Declaración de Independencia. Luego cambió su foco de atención hacia el presente, en 1852.
“¡Este glorioso aniversario no me incluye! Su preciada independencia solo revela la inconmensurable distancia que existe entre nosotros. Las bendiciones que ustedes celebran en el día de hoy no las disfrutamos en común. La rica herencia de justicia, libertad, prosperidad e independencia que constituye el legado de sus Padres Fundadores la comparten entre ustedes, pero no conmigo. El sol que les ha traído a ustedes vida y sanación a mí me ha traído marcas y muerte. Este 4 de julio es de ustedes pero no mío. Puede que ustedes celebren, yo debo llorar. Arrastrar a un hombre encadenado hacia el grandioso e iluminado templo de la libertad y llamarlo para que se una a ustedes en sus himnos de regocijo constituye una burla inhumana y una ironía sacrílega. ¿Pretenden ustedes, ciudadanos, burlarse de mí al pedirme que hable hoy?”.
Por supuesto que la Sociedad de Damas de Rochester Contra la Esclavitud no tenía intenciones de burlarse de él. Las ganancias de sus eventos se destinaban principalmente a financiar el periódico de Douglass. Apoyaban a Douglass y vieron la necesidad de hacer algo más, cualquiera fuera la acción que tuvieran el valor de adoptar. En la época en que fue pronunciado el discurso, Estados Unidos se encontraba a menos de diez años de entrar en una brutal guerra civil. La guerra se iniciaría formalmente con el bombardeo de los confederados a Fort Sumter, justo frente a las costas de Charleston, Carolina del Sur.
El Día de la Independencia es un momento adecuado para reflexionar acerca del rol que las organizaciones populares impulsoras del cambio social han tenido en la construcción de este país. La masacre perpetrada en la Iglesia Metodista Africana Emanuel de Charleston, Carolina del Sur, nos obliga además a preguntarnos qué tanto hemos avanzado hacia los ideales consagrados en ese documento suscrito el 4 de julio de 1776, la Declaración de Independencia.
Fue en Charleston que un hombre llamado Denmark Vesey, un ex esclavo que compró su propia libertad, planeó una extensa rebelión de esclavos que tendría lugar en 1822. La conspiración fue descubierta y Vesey, junto a 34 presuntos co-conspiradores, fue colgado. Vesey fue uno de los fundadores de la Iglesia Metodista Africana de Charleston en 1818, que se convirtió posteriormente en la Iglesia AME Emanuel en la que Dylann Roof presuntamente asesinó a nueve personas el pasado 17 de junio, entre ellas, al pastor de la iglesia y senador del estado de Carolina del Sur, el reverendo Clementa Pinckney. Durante casi dos siglos, la renombrada iglesia, llamada coloquialmente “Madre Emanuel”, ha ocupado un lugar central en la vida de los afroestadounidenses de Charleston y sus alrededores.
Por lo que cuando surgieron pruebas de que Roof habría actuado impulsado por motivos racistas, entre ellas un manifiesto publicado en Internet junto con numerosas fotos de él con la bandera confederada, creció la presión para quitar esa bandera del Capitolio Estatal de Carolina del Sur, ubicado en la ciudad de Columbia. El movimiento surgió de inmediato y compañías como Wal-Mart y Amazon retiraron de sus estantes todo objeto que hiciera referencia a la Confederación. El gobernador de Alabama, Robert Bentley, ordenó inmediatamente que todas las banderas confederadas fueran retiradas del parlamento estatal de Alabama. Sin embargo, mientras que la bandera de Estados Unidos y la de Carolina del Sur flamearon a media asta en la cúpula del Capitolio después de la masacre, continuó flameando a toda asta la bandera de batalla de la Confederación en un memorial de la guerra de Secesión ubicado en el predio del parlamento estatal de Carolina del Sur.
El viernes 26 de junio, más de 5.000 personas se congregaron en un estadio de Charleston para asistir al funeral del reverendo Pinckney. El presidente Barack Obama pronunció un emotivo discurso de homenaje que finalizó cantando “Amazing Grace” (“Sublime Gracia”, en español) cántico al que se unió la multitud. Al día siguiente, al alba, Bree Newsome, una mujer afroestadounidense de 30 años de edad, trepó el mástil de más de nueve metros de altura situado en el memorial de la guerra en Columbia, con casco y equipo de escalar, y retiró la bandera confederada. James Tyson, un compañero activista blanco, vigilaba desde la base del mástil.
Tras desenganchar la bandera, Newsome enunció desde donde se encontraba posada: “Vienen a mí con odio, opresión y violencia. Yo vengo en nombre de Dios. ¡Esta bandera será bajada hoy!” Tras descender, ambos fueron arrestados y la bandera fue izada nuevamente en el transcurso de una hora. Sin embargo, lo que hicieron corrió como reguero de pólvora y destacados líderes y organizaciones defensores de los derechos civiles apoyaron la pacífica acción directa. Newsome y Tyson se enfrentan a tres años de prisión y a una fianza de 5.000 dólares. Mientras tanto, la bandera continúa flameando y no solamente eso, sino que además, desde que tuvo lugar la masacre de Charleston, al menos media docena de iglesias afroestadounidenses han sido incendiadas en el Sur del país. Se está investigando, pero cualesquiera sean las causas de los incendios, han despertado temor a que se repita una historia brutal y bien conocida.
Las palabras pronunciadas por Frederick Douglass en aquel lejano 4 de julio, cobraron vida nuevamente con la acción de Bree Newsome, 163 años más tarde: “No se necesita luz, sino fuego; no se trata de una suave llovizna, sino del trueno. Necesitamos la tormenta, el tornado y el terremoto. El sentir del país ha de ser avivado, la conciencia del país ha de ser despertada, la decencia del país ha de ser sorprendida, la hipocresía del país ha de ser expuesta y sus crímenes contra Dios y contra el hombre han de ser proclamados y denunciados”.
© 2015 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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