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Cuando se cumplen diez años del inicio de la detención de sospechosos de terrorismo en la base militar estadounidense de la Bahía de Guantánamo en Cuba, hablamos con un ex preso y con el ex jefe de los fiscales estadounidenses asignados a la prisión. Ambos piden al gobierno de Obama el cierre de la base. “La gente está encerrada en campos de aislamiento. Hay gente que perdió las manos, los ojos, las extremidades”, sostiene Omar Deghayes, que fue detenido en Pakistán como sospechoso de terrorismo y estuvo en custodia de EE.UU. desde mayo de 2002 hasta diciembre de 2007, la mayor parte de ese tiempo en Guantánamo. “Algunas personas fueron sometidas a privación del sueño. No se les permitía dormir y tuvieron que vivir en esas condiciones durante seis años, sin haber sido condenados por ningún delito, que es lo más inaceptable”. Consultado sobre si los prisioneros eran torturados en Guantánamo, el coronel de la Fuerza Aérea Morris Davis, ex jefe de la fiscalía en la prisión militar, responde: “No creo que haya duda alguna de eso”. Davis renunció a su cargo en 2007 en protesta por lo que llamó la interferencia política en las comisiones militares de los prisioneros de Guantánamo. “En muchos casos teníamos pruebas —independientemente de eso [la tortura]— que eran suficientes para determinar la culpabilidad. Pero el uso de la tortura para hacer inteligencia y encima después cambiar las reglas y usar esa información como prueba en un tribunal estadounidense, sencillamente no se condice con los principios estadounidenses”, afirma Davis.