El presidente de Malí, Amadou Toumani Toure, presentó formalmente su renuncia después de que, en el mes de marzo, un grupo de militares diera un golpe de Estado. El poder quedó en manos de la Asamblea Nacional de ese país hasta las elecciones que se harán a finales de este mes. Los militares afirman haber tomado el poder por el presunto mal manejo que el gobierno de Toure hizo de una sublevación de rebeldes étnicos tuareg que tomaron varias ciudades clave del norte del país, declararon su independencia y ahora piden reconocimiento internacional. Las autoridades afirman que los rebeldes son una mezcla de separatistas tuareg e islamistas que tienen vínculos con Al-Qaeda. Hablamos con Firoze Manji, editor de Pambazuka News, un sitio panafricano de justicia social. Anteriormente, Manji fue director de Amnistía Internacional para África. Acaba de coeditar un libro titulado African Awakening: The Emerging Revolutions (El despertar africano: las revoluciones emergentes). Manji sostiene que el malestar político en Mali, Senegal y otros países de la zona “surge por el hecho de que en los últimos 30 años, nuestros pueblos perdieron todos los beneficios de la independencia”, debido en gran parte a lo que él llama políticas neoliberales impuestas en muchos países africanos por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. “La gente cree que los gobiernos responden más a los bancos y las corporaciones multinacionales que a los ciudadanos”, dice Maji.
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