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Se espera que cientos de estudiantes universitarios se arriesguen a ser arrestados durante una manifestación que se celebrará el próximo 2 de marzo frente a la Casa Blanca. La protesta busca presionar al presidente Obama para que rechace el proyecto del oleoducto de petróleo proveniente de arenas alquitranadas Keystone XL. Los organizadores del “XL Dissent” afirman que esperan llevar a cabo uno de los mayores actos de desobediencia civil contra el oleoducto hasta la fecha. El Keystone XL transportaría 830.000 barriles de crudo por día desde Canadá hasta la costa del Golfo de México. En enero, un estudio de impacto ambiental del Departamento de Estado largamente esperado concluyó que el oleoducto Keystone XL no tendría mayor incidencia en la reducción o expansión de la explotación de las arenas alquitranadas de Canadá, y que no agravaría de forma significativa el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero. El Washington Post reveló posteriormente que el estudio fue dirigido por un miembro del Instituto Estadounidense del Petróleo (API, por us siglas en inglés), una organización con estrechos vínculos con TransCanada, la compañía que construiría el oleoducto. Cuando se acerca el momento de la decisión final sobre el Keystone XL, hablamos con Bill McKibben, cofundador y director de la organización 350.org. McKibben afirma que los esfuerzos para enfrentar el calentamiento global están creciendo en todo el mundo. “El único punto en el que realmente hemos sido capaces de ir a la ofensiva es en el del movimiento de desinversión, que ahora se ha extendido por todo el mundo. En octubre, la Universidad de Oxford publicó un estudio que concluyó que es la campaña colectiva con el crecimiento más rápido de la historia. Universidades, facultades, iglesias, gobiernos municipales y estatales, fondos de pensiones: ahora todos están comenzando a cortar sus lazos con la industria de combustibles fósiles a un ritmo que esperanza. Es una campaña en la que podemos depositar una esperanza real”, dice McKibben.