En lo que se describe como un punto de inflexión histórico, el sábado en París, casi doscientos países llegaron a un acuerdo global, para detener el aumento de las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero y calientan el planeta. El acuerdo fue alcanzado al cierre de la Cumbre de la ONU sobre cambio climático —conocida como COP21— que duró dos semanas: los países se comprometen a empezar a reducir las emisiones de manera voluntaria. Además, el acuerdo prevé el otorgamiento de miles de millones de dólares más en concepto de ayuda a los países pobres que deben hacer una transición hacia una economía más sustentable impulsada por energía renovable. “Lo que vimos en las últimas dos semanas fue que todos los países del mundo estuvieron de acuerdo en que debemos hacer más, mucho más para luchar contra el cambio climático de manera efectiva y empezar a instalar un diálogo y un mecanismo para que los países ricos ayuden a los países pobres, así como dar lugar a la continua ambición de avanzar”, afirma Michael Brune, director ejecutivo de Sierra Club y autor del libro “Coming Clean: Breaking America’s Addiction to Oil and Coal” (Hacia la energía limpia: romper la adicción de EE.UU. al petróleo y el carbón). Pero los activistas a favor de la justicia climática no creen que el acuerdo vaya a ser efectivo para reducir los efectos del cambio climático. “Lo que veo es un acuerdo sin plazos, ni objetivos, con aspiraciones vagas y alocadas”, afirma el periodista británico y escritor George Monbiot, columnista del periódico The Guardian y autor del libro “Heat: How to Stop the Planet from Burning”(Calor: cómo evitar que el planeta se queme), publicado en el año 2006. “Veo mucha adulación, mucha vanidad y muy poco de la verdadera sustancia necesaria para evitar la crisis climática”. Hablamos con Brune y Monbiot sobre el acuerdo.