Las niñas y niños migrantes detenidos por el Gobierno de Biden en un refugio de emergencia emplazado en la base militar Fort Bliss en El Paso, Texas, relatan que están atravesando suicidios, intentos de fuga, alimentos en mal estado, calor extremo y ataques de pánico. Más de 14.000 migrantes menores de edad se encuentran actualmente bajo la custodia del Departamento de Salud y Servicios Humanos, que estableció quince centros —llamados refugios de emergencia— para sacarlos de las superpobladas instalaciones de detención de la Patrulla Fronteriza. El de Fort Bliss es el mayor centro de este tipo en Estados Unidos. La vicepresidenta Kamala Harris no estuvo en el campamento de Fort Bliss en su reciente visita a la frontera sur. Por su parte, el secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos, Xavier Becerra, fue recibido con protestas el 28 de junio cuando recorrió las instalaciones. “Hemos visto muchas situaciones de posible maltrato dentro de ese centro de detención específicamente”, dice Fernando García, director fundador de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, quien tuvo la oportunidad de reunirse con Harris durante su visita. “En lugar de invertir en cárceles”, dice, el Gobierno debería adoptar un enfoque más humano y “construir centros de acogida para acelerar la reunificación familiar”.
Para ampliar esta información, vea (en inglés) la conversación que mantuvimos con Fernando García.