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A principios de febrero, Estados Unidos llegó a un acuerdo con Filipinas, antigua colonia suya, para expandir su presencia militar en ese país con cuatro bases adicionales. Esto es parte de una estrategia del Pentágono que viene incrementándose a través de los años, destinada a contrarrestar la influencia china en la región de Asia y el Pacífico. Estados Unidos tiene alrededor de 750 bases militares distribuidas en más de 80 países extranjeros y, según sostiene el investigador David Vine, las élites de Washington están empujando al país cada vez más hacia un conflicto militar con China. “Creo que el pueblo estadounidense no quiere la guerra”, señala Vine, quien se desempeña como profesor de antropología en la American University y es cofundador de Overseas Base Realignment and Closure Coalition, una coalición que trabaja por el cierre y la reestructuración de las bases militares estadounidenses en el extranjero.
Transcripción
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman, con Juan González.
Continuamos analizando las relaciones entre Estados Unidos y China, esta vez en relación a la creciente presencia militar estadounidense en el Pacífico. El Gobierno de Biden llegó recientemente a un acuerdo con Filipinas para que Estados Unidos pueda desplegar fuerzas en cuatro bases militares adicionales en la antigua colonia estadounidense. Esto permitirá que EE.UU. tenga un mayor acceso al mar de China Meridional y a Taiwán a medida que aumentan las tensiones entre Washington y Pekín. El acuerdo fue anunciado tras la reunión del secretario de Defensa de EE.UU., Lloyd Austin, con el presidente filipino, Ferdinand Marcos Jr., en Manila.
Para hablar sobre este tema nos acompaña David Vine, profesor de antropología en la American University, cofundador de la Coalición para Realinear y Cerrar las Bases Militares de Ultramar. Uno de sus libros, “Nación de bases” (Base Nation: How U.S. Military Bases Abroad Harm America and the World), describe cómo las bases militares estadounidenses en el extranjero perjudican tanto a EE.UU. como al mundo entero.
Bienvenido a Democracy Now! Estamos hablando de algo directamente relacionado con el tema de su libro “Nación de bases”. Hable sobre esa imagen de Lloyd Austin, el secretario de Defensa, de pie junto al nuevo presidente de Filipinas el hijo de Ferdinand Marcos, Ferdinand Marcos Jr., anunciando más bases militares estadounidenses en Filipinas. Hable también sobre la creciente militarización de Japón y de lo que está sucediendo en el mar de China Meridional.
DAVID VINE: Esto es precisamente lo que no necesitamos. Permítanme primero desearles un feliz Día de San Valentín, Amy y Juan. Es un placer estar con ustedes.
Esa imagen de Lloyd Austin anunciando el despliegue de fuerzas estadounidenses en cuatro bases adicionales, que se suman a las cinco que tiene EE.UU. en Filipinas, donde ya hay tropas estacionadas, llegando así a un total de nueve bases, algo que potencialmente sucederá en los próximos días o meses, no es precisamente la mejor imagen ni el camino adecuado que debería tomar Estados Unidos. Estados Unidos, el Gobierno de Biden y una élite más amplia de la política exterior, duele decirlo, pero han secuestrado nuestra política exterior y ahora están escalando las tensiones militares con China en el preciso momento en que tenemos que movernos en la dirección opuesta. Necesitamos reducir el número de bases militares y de fuerzas estadounidenses en la región, al tiempo que aumentamos nuestra presencia diplomática.
En realidad ha habido una buena señal en los últimos días. Le daré algo de crédito al Gobierno de Biden por abrir una nueva embajada en las Islas Salomón. Esto está dentro del contexto de un acuerdo de seguridad entre las Islas Salomón y China, que fue anunciado en el último año, más o menos. Estados Unidos podría haber respondido militarmente. Me alegra que no lo hayan hecho y que en su lugar hayan abierto una nueva embajada y estén enviando más diplomáticos. Y este es el enfoque que debemos adoptar.
Creo que, en realidad, el incidente del globo aerostático chino es una oportunidad única para plantearnos una muy difícil y dura pregunta, que es: ¿queremos una guerra con China? Creo que la población de Estados Unidos no quiere una guerra en absoluto. Están hartos de la guerra, hartos y cansados de la guerra, después de 21 años de guerra iniciada por el Gobierno de George W. Bush con su “guerra contra el terrorismo” y las catástrofes en Afganistán e Irak, tras catástrofes anteriores en la guerra de Vietnam y en el sudeste de Asia. Tenemos que movernos en otra dirección.
Creo que somos mejores que lo que muestra el enfoque actual del Gobierno de Biden y de este “blob” (mancha) que dirige la política exterior, este grupo de élites que han dominado la política exterior de Estados Unidos durante demasiado tiempo. Ellos nos han conducido por el camino equivocado. Y tenemos que presionar a nuestros líderes a elegir un camino diferente, un camino de coexistencia pacífica, aunque llena de desafíos, con China, de cooperación ante las amenazas reales a las que nos enfrentamos y de hacer todo lo que podamos para reducir las tensiones militares, las cuales, y esto es lo más aterrador de todo, aumentan el riesgo real de una confrontación militar y de una guerra directa entre Estados Unidos y China, que con facilidad podría salirse por completo de control y desencadenar una guerra nuclear que literalmente podría amenazar la existencia humana en la Tierra.
JUAN GONZÁLEZ: David Vine, usted dice que la mayoría de los estadounidenses están cansados de las guerras que Estados Unidos ha llevado a cabo, pero al mismo tiempo no son realmente conscientes del alcance que el poderío militar estadounidense, a través de estas bases, tiene en todo el mundo. ¿Podría recordarnos cuántas bases estadounidenses hay en el mundo? ¿Como de diferente es esa cifra respecto al número bases militares que otros países tienen en suelo extranjero?
DAVID VINE: Enviar más tropas estadounidenses a cuatro bases nuevas en Filipinas es simplemente innecesario y un derroche de dinero, además del ya astronómico derroche que es el presupuesto del Pentágono. Aparte de las potencialmente nueve bases estadounidenses en Filipinas, Estados Unidos ahora tiene, según las propias cifras del Pentágono, 313 bases militares solo en Asia Oriental. Y esto es parte de una red global más amplia de alrededor de 750 bases militares estadounidenses fuera de los 50 estados y de Washington D.C. Esa cifra viene de una lista que la coalición que usted mencionó, de la que soy parte, la Coalición para Realinear y Cerrar las Bases Militares de Ultramar, un grupo transpartidista, ha estado recopilando. Y, efectivamente, esas 750 bases estadounidenses en unos 80 países y colonias en todo el mundo son más que las que haya tenido cualquier otra nación, imperio o pueblo en la historia de la humanidad.
Comparado con China, de nuevo, creo que esto ayuda a subrayar el hecho de que China no es una amenaza militar convencional para Estados Unidos. Eso es algo que no se puede enfatizar lo suficiente en un momento de creciente alarmismo en torno a China, una especie de alarmismo realmente racista que está alimentado por el racismo antiasiático y que al mismo tiempo lo fomenta. Tenemos que recordarle a la gente que China no es la misma amenaza que representaba la Unión Soviética durante el apogeo de la Guerra Fría. China no está a punto de atacar California o Hawái o Guam o Alaska. China es una amenaza para sus vecinos, y estos tienen todo el derecho a sentirse amenazados. Pero la respuesta a ese temor, la respuesta a cualquier amenaza militar que China represente en la región, no es una escalada militar ni la construcción de nuevas bases.
Y, de nuevo, la comparación con la presencia militar de China a nivel mundial es útil. China tiene alrededor de ocho bases militares fuera del país: una en Djibouti y algunas en islas artificiales en el mar de China Meridional. Esto, en comparación con las 750 bases militares estadounidenses por fuera de los 50 estados y de Washington D.C., muestra de nuevo el mal enfoque de nuestras prioridades, debido a esta política exterior que, en mi opinión, ha sido secuestrada por el complejo militar-industrial, que son quienes se están lucrando con la guerra, literalmente, y por una élite de la política exterior que nos ha conducido por el camino equivocado.
JUAN GONZÁLEZ: ¿Podría hablar también sobre cuáles son las áreas de expansión de las bases militares estadounidenses? Estoy pensando en particular, por ejemplo, en la presencia de EE.UU. en África, en Europa del Este, por supuesto, y, contradictoriamente, la falta de presencia militar estadounidense en Latinoamérica debido a la resistencia de los países latinoamericanos a tales bases.
DAVID VINE: Ha habido rechazo en prácticamente cualquier lugar en donde EE.UU. ha construido bases. A diario hay molestia en la población. Hay una variedad de puntos de vista sobre las bases militares de EE.UU. En algunos lugares son absolutamente bienvenidas. Pero, incluso en lugares donde estas bases son bien recibidas, a menudo hay accidentes y delitos que provocan el enfado de la gente.
Otro punto que creo que es necesario destacar, en relación con el incidente del globo chino, es que volvimos a ver ese tipo de alarmismo y un temor hasta cierto punto entendible, aunque, por supuesto, el globo no representaba una amenaza militar para ninguna persona en Estados Unidos. Imagínese si China anunciara la construcción de tan solo una base en algún lugar cerca de las fronteras de Estados Unidos. Vimos esa reacción a un globo que no tenía armamento y que no era una amenaza militar. Imagine que China anunciara la construcción de una base, por ejemplo, en México o Canadá o el Caribe. Habría pedidos de llevar a cabo una respuesta militar inmediata.
Mientras tanto, Estados Unidos está en proceso de rodear a China con más y más bases. Y esto es parte de un aumento que se ha venido produciendo a lo largo de los años, desde el Gobierno de Obama, pasando por el Gobierno de Trump, e incluso antes, durante el Gobierno de George W. Bush. Ha habido también, por supuesto, un aumento de bases en los últimos meses en Europa Central y del Este, en reacción a la invasión de Ucrania por parte de Putin. Pero la escalada en el este de Asia es algo por lo cual deberíamos estar sumamente preocupados, lamento decirlo.
De nuevo, esto representa un aumento de las tensiones militares mediante la construcción de bases no solo en Filipinas, sino un incremento aún mayor en la base de Okinawa, en Australia, en Guam, precisamente en un contexto en el que deberíamos movernos en otra dirección. Nuestro objetivo debe ser aumentar el número de embajadas y diplomáticos, no de bases y tropas, y hacer todo lo que podamos para establecer relaciones que, aunque desafiantes, nos permitan coexistir y convivir pacíficamente, con cooperación, para hacer frente a las amenazas que enfrentan todos en la región y en el resto del mundo, comenzando por el tipo de disputas territoriales que vemos entre China y Filipinas. Estas son disputas territoriales que no tienen que ser irresolubles. El Gobierno de Estados Unidos puede desempeñar un papel eficaz y constructivo para ayudar a resolver esta clase de disputas territoriales, así como abordar las tensiones en sus relaciones con China, buscar lograr tratados de armas, similares a los tratados que vimos durante la Guerra Fría y que ayudaron a reducir las tensiones militares entre la Unión Soviética y China.
Una de las cosas que creo que debería hacer el Gobierno de Biden —y espero que ya lo hayan hecho— es replantear el cronograma de la visita del secretario de Estado Antony Blinken a China, e iniciar un proceso de una serie de conversaciones entre líderes, altos funcionarios, de los dos Gobiernos, incluyendo a Xi y Biden. Ellos pueden trabajar juntos, y debemos presionarlos para que lo hagan, en lugar de tomar el camino de una mayor escalada militar. Y creo que tenemos que ser muy claros en ese respecto. El riesgo de un enfrentamiento militar, incluso por accidente, entre fuerzas estadounidenses y chinas seguirá creciendo a diario mientras sigamos buscando una mayor expansión militar como lo hemos estado haciendo durante años, lo cual solo está alentando a China a responder de la misma manera: aumentando su poderío militar, aumentando el riesgo de una confrontación bélica que, reitero, podría muy fácilmente salirse de control y desencadenar una guerra nuclear entre las dos más grandes potencias del planeta, y esto podría, literalmente, amenazar la existencia humana en la Tierra. Entonces…
AMY GOODMAN: David Vine, una última pregunta, ya que solo nos queda un minuto, relacionada con algo que usted tuiteó ayer. Usted dijo que el 15 de febrero Human Rights Watch publicaría un informe sin precedentes sobre crímenes de lesa humanidad cometidos por Estados Unidos y el Reino Unido contra los chagosianos, la población del archipiélago de Chagos, que incluye la isla de Diego García. En un minuto, ¿puede explicar de qué se trata esto?
DAVID VINE: Sí. Estados Unidos construyó una importante base militar en la isla de Diego García, en medio del océano Índico, en las décadas de 1960 y 1970, y, en el proceso, con la ayuda del Gobierno británico, expulsó a toda la población originaria de Chagos. Los desplazaron a casi 2.000 kilómetros de distancia, los dejaron en el exilio, en la miseria, sin ningún tipo de compensación, no les dieron otra opción que abandonar sus hogares y procedieron a construir una gran base militar que ha jugado un papel clave en todas las guerras de Estados Unidos en Oriente Medio. Mientras tanto, los chagosianos han estado exigiendo el derecho a regresar a su hogar, han estado exigiendo una compensación adecuada y han sido ignorados, casi por completo, completamente ignorados por Estados Unidos Gobierno tras Gobierno. Y mañana, Human Rights Watch publicará un importante informe en el que acusa a Estados Unidos y al Reino Unido de crímenes de lesa humanidad por la deportación forzada y el sufrimiento que los chagosianos han padecido en el exilio, así como las persecuciones por motivos raciales. Es claramente un crimen racista y los Gobiernos estadounidenses han evadido su responsabilidad por demasiado tiempo.
Además de tomar un camino profundamente distinto en términos de nuestra política exterior en general, una camino de diplomacia y cooperación, el Gobierno de Estados Unidos debería por fin reconocer su responsabilidad por crímenes pasados, como los cometidos contra el pueblo chagosiano, y permitirles regresar a su hogar y proporcionarles una compensación adecuada, así como ayudar en el repoblamiento del archipiélago de Chagos, incluyendo la isla de Diego García.
AMY GOODMAN: David Vine, quiero darle las gracias por acompañarnos. Profesor de antropología en la American University; cofundador de la Coalición para Realinear y Cerrar las Bases Militares de Ultramar; autor de “Estados Unidos de la Guerra: una historia global de los interminables conflictos estadounidenses, desde Colón hasta el Estado Islámico” (The United States of War: A Global History of America’s Endless Conflicts, from Columbus to the Islamic State), y de “Nación de bases: cómo las bases militares estadounidenses en el extranjero perjudican tanto a EE.UU. como al mundo entero” (Base Nation: How U.S. Military Bases Abroad Harm America and the World).
A continuación, trenes bomba. Es posible que hayan visto “Ruido de fondo”, película que fue nominada al Oscar. Lamentablemente, la siguiente es la historia real de una comunidad en Ohio que ha sido cubierta por gases tóxicos. Quédense con nosotros.
Traducido por Iván Hincapié. Editado por Igor Moreno Unanua.