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En la madrugada del 9 de mayo, Israel lanzó ataques aéreos sorpresivos contra Gaza, dirigidos a tres comandantes del grupo armado Yihad Islámica, que fueron asesinados en sus hogares. Los bombardeos provocaron en total la muerte de trece personas, entre las que se incluyen las esposas e hijos de los milicianos. El ataque israelí rompió el alto el fuego que se había alcanzado la semana pasada después de la escalada de violencia que tuvo lugar tras la muerte del activista palestino Khader Adnan en una cárcel israelí. “Como potencia ocupante, Israel tiene la obligación de proteger a la población civil”, dice Phyllis Bennis, escritora e integrante del Instituto de Estudios Políticos (IPS). “En cambio, lo que estamos viendo es la expansión de un régimen de apartheid que está preparado para usar la violencia a niveles extraordinarios sin dudarlo ni por un momento”.
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