El lunes se celebró en Pakistán la toma de posesión de Shehbaz Sharif como primer ministro quien asume el cargo por segunda vez después de un corto período fuera del poder. Pocos días antes, habían asumido los miembros recién elegidos del Parlamento en medio de las protestas de los legisladores del partido del derrocado y encarcelado ex primer ministro Imran Khan. Sharif liderará un Gobierno de coalición, conformado después de que ninguno de los principales partidos ganara la mayoría de los escaños parlamentarios en las elecciones de febrero de 2024, en las que los partidarios de Khan acusaron a los militares de manipular el proceso electoral.
Hablamos del tema con Aasim Sajjad Akhtar, profesor asociado de Economía Política en la Universidad Quaid-i-Azam de Islamabad, quien sostiene que más que una respuesta a su modo real de hacer política, la popularidad que mantiene Khan como figura antisistema es expresión de “una población joven y descontenta, una seguidilla de regímenes que, históricamente, han incumplido sus promesas y las crisis estructurales subyacentes que no dejan de profundizarse”. Akhtar añade que, según su parecer, “de ahí viene esta corriente que se manifiesta tanto en contra de la élite doméstica como de la élite extranjera.
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