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Por Amy Goodman
Mientras los líderes mundiales se reúnen esta semana para hablar ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la negativa del presidente Bush a negociar dos asuntos claves de nuestro tiempo, la guerra y el calentamiento global, ha sido asombrosa. Y precisamente los medios no han ayudado en nada. Con el foco de las noticias puesto en si la Universidad de Columbia debió invitar o no a dar una conferencia al presidente de Irán Mahmoud Ahmadinejad, el redoble de tambor del gobierno de Bush en pos de la guerra contra Irán sigue sonando como si nada. Esperemos que esto no sea una repetición de lo que ocurrió antes de la guerra con Irak.
El ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan escribe en su reciente biografía: “Me entristece que sea políticamente inconveniente reconocer lo que todo el mundo sabe: la guerra de Irak fue fundamentalmente por el petróleo”. Le pedí que se explicara: “Para mí está claro que si en Irak no hubiera habido recursos petrolíferos, la evolución del conflicto en esa parte de Medio Oriente hubiera sido diferente”.
Es un argumento obvio. Es una pena que Alan Greenspan no hubiera estado dispuesto a admitir esto antes de la invasión; cada palabra que él pronunciaba mientras estaba al frente de la Reserva Federal influía en las personas que tienen poder de decisión en el mundo, especialmente en las de su propio terreno, la Casa Blanca.
Mientras Naomi Klein, autora de The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism (La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre), escuchaba a Greenspan, le hizo la siguiente puntualización: “Bajo la ley internacional […] es ilegal iniciar una guerra para obtener acceso a los recursos naturales de otros países soberanos”.
Esto nos lleva nuevamente a Irán, otro país rico en petróleo. Al igual que con Irak, el gobierno de Bush no habla sobre el petróleo de Irán; en cambio, asegura que Irán está desarrollando una bomba nuclear. ¿Les suena familiar? La respuesta no es la guerra; es la diplomacia. A principios de esta semana hablé con uno de los principales columnistas políticos de Israel, Akiva Eldar, que trabaja para el periódico israelí Haaretz. Eldar se opone a un ataque contra Irán:
“Medio Oriente va a estar repleto de armas nucleares en poco tiempo. Creo que la solución debería ser un acuerdo regional […]. Medio Oriente, Israel incluido, debería estar libre de armas nucleares. Creo que esto tiene que formar parte de un acuerdo”.
La reunión en la ONU de los líderes mundiales supone un momento ideal para esbozar acuerdos como el que recomienda Eldar, al igual que es una oportunidad para afrontar la otra crisis alimentada por el petróleo: el cambio climático.
En el frente del calentamiento global, la apertura de la Asamblea General de la ONU durante esta semana coincidió con una importante reunión sobre el cambio climático a la que asistieron más de 80 líderes mundiales. El secretario general de la ONU Ban Ki-moon dijo durante la inauguración del encuentro: “Tenemos el futuro en nuestras manos. Juntos debemos asegurarnos de que nuestros nietos no tengan que preguntarse por qué fuimos incapaces de hacer lo correcto y dejamos que ellos sufrieran las consecuencias. Así que enviemos una señal clara y colectiva a las personas de todo el mundo. Hoy, hagan saber al mundo que están preparados para asumir esta responsabilidad y que se enfrentarán con decisión a este reto”.
Yvo de Boer, un alto experto en clima de la ONU, declaró: “Estados Unidos sigue siendo el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo. Por ese motivo y por muchos otros la participación de Estados Unidos es esencial. Aún así Bush no participó en el encuentro global. En su lugar, presidirá en Washington, D.C. un encuentro exclusivo entre las “principales economías” —al que sólo se podrá acudir con invitación— para discutir límites voluntarios a las emisiones de gases de efecto invernadero. Simplemente esto no es suficiente. Ban Ki-moon criticó el encuentro propuesto por Bush: “El proceso sobre el cambio climático de la ONU es el foro indicado para negociar las acciones mundiales”.
Uno de los líderes que vino a participar de la Asamblea General de la ONU fue Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia. Mientras que EE. UU. rara vez dirige su mirada hacia el Sur en busca de liderazgo, el ejemplo de Morales es digno de consideración. Ha reestablecido las relaciones diplomáticas con Irán. Aún con una increíble oposición interna, nacionalizó las explotaciones de gas natural de Bolivia, transformando la estabilidad económica del país y, curiosamente, enriqueciendo a las mismas élites que inicialmente criticaron la decisión. (Comparen esto con la presión que EE. UU. ejerce sobre el parlamento iraquí para que apruebe una ley de petróleo que virtualmente entregaría el control del petróleo iraquí a las principales empresas petroleras de EE. UU.). El presidente Morales me dijo: “Ni la Madre Tierra ni la vida son mercancías. Por lo tanto, estamos hablando de un cambio profundo de modelo y de sistema”.
Las crisis gemelas de la guerra y el cambio climático, inexorablemente vinculadas por nuestra sed de petróleo, necesitan una solución global concertada, una solución que no sea obtenida a través de la diplomacia estilo cowboy. Estados Unidos debe tener como objetivo el consenso global, no la conquista global; antes de que sea demasiado tarde.
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Amy Goodman es la presentadora de Democracy Now! (www.democracynow.org), noticiero internacional diario emitido por más de 500 estaciones de radio y televisión en Estados Unidos y el mundo.
© 2007 Amy GoodmanEn inglés: http://www.truthdig.com/report/item/20070925_global_consensus_not_global_conquest/
traducido por: Ángel Domínguez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org