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Por Amy Goodman
ESTOCOLMO, Suecia—Los días son cortos aquí en Estocolmo, que está tan al norte que la luz del sol en invierno se reduce a unas cuatro horas cada jornada. Pero la ciudad está repleta de turistas, medios y actividades, ya que se entregarán los premios Nobel esta semana. Si bien estos premios reconocen logros de trayectoria en medicina, química, física, literatura, economía y paz, y Suecia es un modelo entre las social-democracias progresistas, hay otra cara de Suecia y de los premios Nobel que nos permite una mirada más atenta.
Alfred Nobel hizo su fortuna como inventor, fundamentalmente por haber inventado la dinamita. Murió en 1896 y dejó la mayor parte de su fortuna para financiar a los premios Nobel. El inventor vivió en una época en que las rivalidades y las guerras europeas eran la norma. Creía que el poder destructivo de sus inventos podría promover la paz. Le escribió lo siguiente a su amiga de toda la vida, Bertha von Suttner (quien ganaría el Premio Nobel de la Paz casi una década después de la muerte del inventor): “Quizás mis fábricas pondrán fin a la guerra incluso antes que sus Congresos; el día en que dos cuerpos del Ejército sean capaces de aniquilarse el uno al otro en un segundo, todas las naciones civilizadas se retirarán horrorizadas y disolverán sus tropas”.
Ojalá eso hubiera sucedido. Ahora los países pueden destruirse entre sí varias veces, pero en vez de retirarse horrorizados, simplemente continúan comprando más armas destructivas, haciendo que Suecia sea irónicamente uno de los líderes mundiales en exportación de armas per cápita. Nobel hizo que las municiones suecas sean una empresa multinacional estable. En 1894 compró la compañía de armas Bofors, ahora subsidiaria de la fabricante de armas BAE Systems. Mientras las miradas del mundo están puestas en los ganadores del Premio Nobel, varios suecos afrontan condenas en prisión por realizar acciones directas contra Bofors.
Cattis Laska es miembro del grupo contra la guerra Ofog/Avrusta, que en sueco significa travesura/desarme. Me contó sobre sus protestas contra la industria armamentista sueca: “Fuimos a dos fábricas de armas en la misma noche. Dos fueron a Saab Bofors Dynamics (mientras General Motors compró la división automotriz de Saab, Saab en Suecia fabrica armas)…y desarmaron alrededor de veinte [lanza granadas]…para evitar que fueran utilizadas en guerras. Lo hicieron utilizando un martillo. Hay muchos detalles en esos lanza granadas, entonces tienen que ser perfectos. De manera que con sólo rasparlos por dentro quedan desactivados. Y luego, yo y alguien más fuimos a la fábrica BAE Systems Bofors, donde desactivamos algunas partes de un cañón que iba a India. También utilizamos martillos”. Al igual que los activistas antinucleares Plowshares en Estados Unidos, ellos siguen la disposición bíblica de Isaías 2:4 de forjar “arados con sus espadas”.
Annika Spalde también participó en las acciones: “Vendemos armas a países en guerra y a países que cometen graves violaciones a los derechos humanos, y estas ventas cada vez crecen más, entonces sentimos que, como ciudadanos comunes, tenemos la responsabilidad de actuar e intentar físicamente evitar que estas armas sean enviadas”. Spalde aguarda su juicio. Laska fue condenada a tres meses en prisión.
La política tradicional sueca también está en crisis. Brian Palmer es un estadounidense, ex catedrático de Harvard, que emigró a Suecia y se convirtió en ciudadano sueco. Palmer escribió una biografía del Primer Ministro sueco, Fredrik Reinfeldt. Palmer le atribuye a Reinfeldt, de 43 años, el haber encabezado el alejamiento de las políticas sociales progresistas por las cuales Suecia se ha hecho famosa a nivel mundial. Dijo que Reinfeldt en 1993 “escribió un libro, 'The Sleeping People' (Gente Dormida), en el que dijo que el Estado de Bienestar solamente debería evitar que la gente muera de hambre, nada más que eso. Luego de ser electo…una de sus visitas más importantes al exterior fue a George Bush en la Casa Blanca”.
Reinfeldt y su Partido Moderado contrataron a Karl Rove como consultor político para que los ayudara en la próxima elección de 2010. Palmer continuó: “Tenemos una verdadera guerra silenciosa contra el movimiento de los trabajadores. Tenemos un cambio bastante drástico en el sistema tributario, la abolición del impuesto a la herencia y a la mayoría de los impuestos a la propiedad, los recortes en las instituciones de bienestar social”. Esta semana, se creó una nueva coalición de partidos políticos de centro-izquierda para combatir este giro a la derecha.
El electorado estadounidense expresó su profunda desaprobación del gobierno de Bush, entregandóle un mandato de cambio a Barack Obama y a los demócratas en temas como la guerra y la salud, entre otros. Uno de los laboratorios de políticas sociales pioneros a nivel mundial, Suecia, ahora lucha contra su propio futuro. Quienes buscan el cambio en Estados Unidos serían sabios si observan a Suecia más allá de la semana del Premio Nobel.
Denis Moynihan ha colaborado en esta columna.
Amy Goodman es la presentadora de Democracy Now!, noticiero internacional diario emitido en más de 700 emisoras de radio y TV en Estados Unidos y el mundo.
© 2008 Amy Goodman
Texto En Inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org