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Por Amy Goodman
Con casi 87 años de edad, Yuri Kochiyama vive en un pequeño cuarto de una residencia de mayores en Oakland, California. Sus paredes están adornadas con fotos, pósters, tarjetas postales y recuerdos que detallan una historia viviente de las luchas revolucionarias del siglo XX. Es una mujer callada, humilde y pequeña, y a veces le cuesta encontrar la palabra exacta. Sin embargo, con un brillo en sus ojos, no tiene problemas para recordar aquella increíble historia — pero no a partir de los libros, ni de documentales, sino por haberla vivido, en las trincheras.
Febrero señala una coincidencia de aniversarios en la increíble vida de Kochiyama: hace 66 años, el 19 de Febrero de 1942, el presidente Franklin Delano Roosevelt emitió la Orden Ejecutiva 9066, que autorizaba el internamiento masivo de estadounidenses de origen japonés. Después está el 21 de Febrero de 1965, el día en que Malcolm X fue asesinado en la sala de baile Audubon de Nueva York.
Kochiyama era una joven que vivía con sus padres en San Pedro, California, cuando Pearl Harbor fue atacado. En unas horas su padre fue arrestado por el FBI. Lo recordaba así:
“[Los agentes del FBI] dijeron: ‘¿Vive aquí un tal Seichi Nakahara?’ Respondí: ‘Acaba de volver a casa de una cirugía de úlcera’. Y entonces entraron y se lo llevaron — lo hicieron tan rápido, no creo que tardaran siquiera medio minuto. Y no me atreví a preguntar nada. Salieron inmediatamente por la puerta. Entonces simplemente llamé a mi
madre, que se encontraba al final de la calle, y le dije: ‘Ven rápido a casa. El FBI acaba de llegar y se han llevado a papá’”.
Se lo llevaron al hospital de San Pedro, donde también atendían a los marineros y los infantes de marina estadounidenses que habían resultado heridos en los ataques japoneses. El padre de Kochiyama era la única persona de origen japonés en el hospital. Lo pusieron en una cama detrás de una sábana con el rótulo “Prisionero de guerra”. Kochiyama recordó lo que dijo su madre: “Cuando vio la reacción de todos los pacientes estadounidenses que acababan de traer de Wake Island, no pensó que fuera a durar mucho allí. Así que pidió al director del hospital si le podían dar una habitación individual, y si, cuando se sintiera mejor, se lo podrían llevar … a la prisión, porque ese hospital, dijo, posiblemente era peor que prisión, porque allí estaban todos esos estadounidenses que habían resultado heridos”.
Fue liberado seis semanas más tarde, regresando a casa en un estado de extrema enfermedad. Kochiyama recuerda: “Vino a casa, alrededor de la hora de cenar, las 5:30 de la tarde. Hicieron que una enfermera viniera con él. Y la mañana siguiente, la enfermera nos despertó y dijo: ‘Se ha ido’”. Su padre había muerto.
Yuri y el resto de su familia fueron reunidos y enviados al Campamento Rohwer en Arkansas como parte del internamiento de más de 120.000 estadounidenses de origen japonés. Casi 70.000 de ellos eran ciudadanos estadounidenses. Pasó más de dos años encerrada allí. Se casó después de su liberación, y ella y su familia eventualmente se mudó a Harlem, Nueva York.
Yuri era una mujer cambiada. Su experiencia la hizo darse cuenta de la injusticia sufrida no sólo por los asiáticos-americanos, sino también por los afroamericanos y latinos. Conoció a Malcolm X en 1963. Se convirtieron en amigos y aliados. Él le enviaba postales desde África, durante un viaje que produjo una transformación en él. Ella se hallaba entre los asistentes a la sala de baile Audubon en Harlem cuando le dispararon.
Corrió al escenario: “Malcolm había caído hacia atrás, y descansaba boca arriba. Así que simplemente me acerqué y cogí su cabeza y la puse en mi regazo. La gente pregunta ‘¿Qué dijo él?’ No dijo nada. Le costaba respirar. Le dije ‘Por favor, Malcolm, por favor, Malcolm, sigue vivo’. Pero le habían alcanzado muchos disparos”.
El asesinato de Malcolm X impulsó a Kochiyama aún más hacia una vida comprometida con la lucha por la justicia social, los derechos humanos, la igualdad racial y los derechos de los presos. Es una firme defensora de Mumia Abu-Jamal, que ha vivido en el corredor de la muerte durante un cuarto de siglo.
Mientras que el gobierno de Bush reafirma su autoridad para detener a los “combatientes enemigos” sin cargos, y los fanáticos del Congreso trazan planes para arrestar a 12 millones de personas acusadas de ser “inmigrantes ilegales” (100 veces el número de estadounidenses de origen japonés internados), todos tenemos lecciones que aprender de Yuri Kochiyama.
Amy Goodman es la presentadora de Democracy Now! (www.democracynow.org/es), noticiero internacional
diario emitido por más de 700 emisoras de radio y TV en Estados Unidos y el mundo.
© 2008 Amy Goodman
Inglés: http://www.truthdig.com/report/item/20080221_lessons_of_internment/
traducido por: Ángel Domínguez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org