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Uno de los principales vocablos acuñados durante el colapso económico en Estados Unidos es “demasiado grandes para quebrar”. El gobierno ha girado miles de millones de dólares a grandes empresas financieras con la excusa de que su quiebra supondría un golpe fatal a la recuperación económica. Un nuevo estudio ha calculado el costo del planteamiento “demasiado grandes para quebrar”, y equivale a una subvención pagada por los contribuyentes mucho mayor de lo que se pensaba. El Centro de Investigaciones Económicas y Políticas (CEPR, por sus siglas en inglés) afirma que el rescate financiero ha permitido a los bancos que son “demasiado grandes para quebrar” pagar tasas de interés significativamente más bajas que las que pagaban bancos de menor envergadura. Según una estimación, tal diferencia equivale a una subvención para los 18 mayores bancos del país de 34.100 millones de dólares al año. Esa cantidad representa casi la mitad de las ganancias anuales combinadas de las compañías propietarias de los bancos. Hablamos con Dean Baker, autor del estudio.