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El periódico The New York Times informó el lunes que el gobierno de Obama decidió, en principio, permitir al asediado presidente de Yemen, Ali Abdullah Saleh, ingresar a Estados Unidos para que reciba “tratamiento médico legítimo”. Si el informe es cierto, Estados Unidos habría aceptado el ingreso de Saleh a sólo horas de que las fuerzas de seguridad de este último dieran muerte a nueve personas que pedían su juicio por las muertes de manifestantes a lo largo del año pasado. En los últimos meses, cientos de miles de yemeníes estuvieron manifestándose en todo el país exigiendo que se iniciara juicio a Saleh por acusaciones en su contra que van desde corrupción hasta feroz represión de protestas. El mes pasado Saleh aceptó abandonar la presidencia a cambio de que no le iniciaran juicio ni a él ni a su familia. “EE.UU. estuvo tratando de protegerse y de ir un poquito para acá y un poquito para allá. El resultado es este caos que tenemos hoy en Yemen, donde el país está en peligro de fragmentación y disolución”, sostiene Gregory Johnsen, ex becario Fulbright en Yemen. “Si eso ocurre, si Yemen se rompe en cuatro o cinco Yémenes diferentes, entonces Estados Unidos y la comunidad internacional tendrán que hacer frente a la amenaza originada en el extremo sur de Arabia que será mucho mayor que hasta ahora”.