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Publicado el 8 de diciembre de 2011
Por Amy Goodman y Denis Moynihan
Durban, Sudáfrica.- Muy por encima de la calzada, frente a la famosa South Beach de Durban y a las olas del Océano Índico y a solo unas cuadras de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que reúne esta semana a unas veinte mil personas, siete activistas luchaban contra el viento para desplegar una pancarta que decía: “Escuchen a la gente, no a los que contaminan”. No era una tarea fácil. A pesar del sol de la mañana y del cielo celeste, el viento arreciaba feroz y el grupo que intentaba colgar la pancarta no era precisamente bienvenido. Eran de Greenpeace y estaban colgados del techo del Protea Hotel Edward.
Dentro, se desarrollaba el encuentro de ejecutivos del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible, una organización que se presenta a sí misma como “una organización liderada por ejecutivos de compañías con pensamiento de vanguardia que impulsa a la comunidad empresarial mundial a crear un futuro sostenible para las empresas, la sociedad y el medio ambiente.” Abajo, frente a la puerta del hotel, mientras se acercaba la policía y muchas personas portaban carteles y pancartas y cantaban en solidaridad con los escaladores, Kumi Naidoo criticó al Consejo y lo calificó como uno de los “Doce mayores contaminadores” según Greenpeace.
Naidoo no es un extraño para quien sigue de cerca las acciones callejeras en Durban. Si bien actualmente es el director ejecutivo de Greenpeace Internacional, una de las más grandes y visibles organizaciones ambientalistas del mundo, en 1980, cuando tenía quince años de edad, fue uno de los millones de sudafricanos que lucharon contra el régimen racista del apartheid. Fue expulsado del secundario y finalmente debió pasar a la clandestinidad. Reapareció en Inglaterra, viviendo en el exilio, y prosiguió sus estudios en la Universidad Rhodes. Durante años, Naidoo ha luchado por los derechos humanos, contra la pobreza y a favor de acciones para combatir el cambio climático.
Mi colega de Democracy Now! Hani Massoud y yo nos escabullimos hasta el techo para registrar el momento en que los siete activistas que colgaban la pancarta eran arrestados. El escalador sudafricano Michael Baillie, uno de ellos, me dijo: “Nuestro objetivo aquí hoy era denunciar que los gobiernos están bajo la influencia excesiva de un puñado de corporaciones que intentan influir negativamente en las negociaciones sobre el cambio climático que se desarrollan aquí en Durban. Están tomando al clima de rehén.”
Más tarde, durante la conferencia de la ONU en el Centro Internacional de Convenciones Alfred Luthuli, llamado así en honor al presidente general del Congreso Nacional Africano y primer africano en ganar el Premio Nobel de la Paz, Kumi Naidoo me dijo acerca de la acción de esa mañana: “No nos oponemos a la idea de dialogar con las empresas, pero claramente las grandes empresas no se están moviendo a la velocidad que necesitamos que se muevan. De hecho, nos tiran hacia atrás. Por lo tanto, creemos que denunciarlas, nombrarlas, avergonzarlas es esencial para que la gente sepa por qué estas negociaciones sobre el clima no van a la velocidad que necesitamos que vayan.”
Entre los “Doce mayores contaminadores” de Durban figuran Royal Dutch Shell, ExxonMobil, Koch Industries y BASF, así como asociaciones comerciales como la Cámara de Comercio de Estados Unidos, el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible y el Instituto Americano del Petróleo. Greenpeace denunció a estas corporaciones y coaliciones corporativas por su presencia en Durban y por sus acciones a lo largo del proceso de negociaciones sobre el cambio climático, ya que van en perjuicio de un progreso significativo. El informe completo, titulado: “¿Quién nos impide avanzar? La presión de la industria contaminante en la negociación climática” explica de qué manera estas corporaciones no sólo hacen fracasar la legislación sobre el cambio climático a nivel nacional en todo el mundo, sino que además obtienen acceso privilegiado a las negociaciones a nivel mundial, como sucede en esta conferencia de vital importancia de las Naciones Unidas en Durban.
El ex Arzobispo sudafricano Desmond Tutu pronunció un discurso durante una manifestación previa a la cumbre en el que calificó al cambio climático de “gran enemigo”: “Decimos que ésta es la última oportunidad. Por favor, por el amor de Dios, tomen la decisión correcta. Este es el único mundo que tenemos, el único hogar que tenemos; si lo destruimos, nos hundiremos todos.” La ex Presidenta irlandesa Mary Robinson agregó: “La gente está sufriendo debido al impacto del cambio climático. Los que más sufren no son responsables, por lo que el mundo rico tiene que asumir su responsabilidad. Tenemos que dar continuidad a Kioto, seguir un camino que nos lleve a un acuerdo justo, ambicioso y vinculante, y tenemos que hacerlo aquí en Durban.”
Existe un creciente consenso aquí en Durban respecto a que Estados Unidos representa el mayor impedimento al avance de estas cruciales negociaciones. Una coalición integrada por dieciséis de los más importantes grupos ambientalistas de Estados Unidos publicó una carta dirigida a la Secretaria de Estado Hillary Clinton, que supervisa directamente las negociaciones sobre cambio climático por parte de Estados Unidos. En la carta, los grupos señalan que a pesar de que el Presidente Obama prometió originalmente durante su campaña liderar las negociaciones mundiales sobre cambio climático, “tres años después, Estados Unidos corre el riesgo de ser considerado no como un líder mundial en la lucha contra el cambio climático, sino como un gran obstáculo al progreso de esa lucha.”
La industria de los combustibles fósiles ejerce una enorme influencia sobre el gobierno de Estados Unidos y sobre el pueblo estadounidense. Lo logra invirtiendo decenas de millones de dólares en ejercer presión y en campañas publicitarias destinadas a influir sobre la opinión pública. Kumi Naidoo, que estuvo preso varias veces a causa de su activismo, comparó la lucha contra el apartheid con la lucha contra el cambio climático: “Si la gente de todo el mundo puede unirse —los sindicatos, movimientos sociales, líderes religiosos, grupos ambientalistas y otros— como vimos que sucedió el sábado durante la marcha, rezo para que se produzca un milagro similar que lleve a estas negociaciones sobre el cambio climático a un resultado justo, ambicioso y legalmente vinculante.”
© 2011 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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