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Si bien Estados Unidos ha criticado duramente al gobierno libio por reprimir brutalmente a los manifestantes de la oposición, ha guardado un evidente silencio sobre los recientes ataques contra disidentes iraquíes. El viernes, decenas de miles de personas participaron en la mayor protesta en años en Irak. Aunque las protestas fueron pacíficas en su mayoría, las autoridades dispararon chorros de agua, bombas de estruendo y balas de plomo para dispersar a la multitud, mientras los helicópteros del ejército iraquí sobrevolaban la zona; se estima que 29 personas murieron. El domingo, fuerzas iraquíes con respaldo estadounidense arrestaron a unas 300 personas, entre ellos destacados periodistas, artistas y abogados que habían participado en las manifestaciones.