Cincuenta y dos ecologistas fueron arrestados el lunes frente a la Casa Blanca cuando participaban de una manifestación para pedir al gobierno de Obama que rechace el permiso para la construcción del oleoducto Keystone XL de 2.735 kilómetros que transportaría petróleo de arenas alquitranadas desde Canadá a las refinerías ubicadas en Texas, y en cambio que se concentre en el desarrollo de energías renovables. Se espera que unas 2.000 personas participen de las sentadas y hagan otros tipos de manifestaciones de desobediencia civil frente a la Casa Blanca durante las próximas dos semanas; 162 personas ya han sido detenidas desde el sábado. También se sumaron a la protesta las comunidades indígenas de las Naciones Originarias de Canadá y los propietarios de las tierras por donde pasaría el oleoducto Keystone XL. Una editorial publicada en el periódico Nueva York Times del domingo se sumó al pedido al Departamento de Estado de rechazar el oleoducto, teniendo en cuenta que la extracción de petróleo de arenas alquitranadas genera muchas más emisiones de efecto invernadero que la producción convencional. Mientras tanto, los partidarios de la industria petrolera que apoyan el proyecto destacan lo que para ellos son los beneficios económicos de esta propuesta de $ 7 mil millones de dólares. Mientras el gobierno de Obama todavía no decidió si aprobará el oleoducto Keystone XL, Bill McKibben se comunica con nosotros desde Washington, DC, donde fue liberado el lunes después de pasar dos noches en la cárcel. McKibben forma parte del grupo ecologista Tar Sands Action, en el que también participan comunidades indígenas, sindicatos y expertos científicos, que convoca a la participación para detener el proyecto. “Esta es la primera manifestación del movimiento ecologista de esta magnitud en mucho tiempo”, dice McKibben.
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