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El sábado, Bahréin detuvo a dos ciudadanas estadounidenses, Huwaida Arraf y Radhika Sainath, por su participación en las recientes protestas. Las deportaron el domingo y ayer a la noche llegaron a Nueva York. Tanto Arraf como Sainath son activistas de derechos humanos y miembros de la iniciativa Testigos de Bahréin, que se ocupa de poner observadores internacionales en ese país con la esperanza de prevenir la violencia de las fuerzas de seguridad. El arresto se produce justo antes del primer aniversario de la sublevación popular contra la monarquía respaldada por Estados Unidos. En el último año, las fuerzas de seguridad bahreiníes mataron a decenas de manifestantes, mientras que cientos fueron detenidos o despedidos de sus puestos de trabajo. “También nos informan que a periodistas y representantes de organizaciones de derechos humanos se les niega el ingreso al país, cuando se está por cumplir el primer aniversario de la revolución de Bahréin. Esto provocó gran alarma, porque se cree que el gobierno pueda estar planeando incrementar la represión”, dice Huwaida Arraf.
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