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JPMorgan Chase, el banco más grande del país, está siendo blanco de críticas después de perder por lo menos dos mil millones de dólares en la comercialización de derivados de alto riesgo. La pérdida reactivó los reclamos de una regulación más estricta de Wall Street; los críticos sostienen que JPMorgan podría haber evitado las pérdidas si hubieran estado vigentes las regulaciones a las que se oponía. Nos acompaña William Black, ex regulador financiero, criminólogo especializado en delitos de “cuello blanco”, profesor de la Universidad de Missouri en Kansas City y autor del libro The Best Way to Rob a Bank is to Own One (La mejor manera de robar un banco es ser dueño de uno). Black sostiene que los males recientes de JPMorgan derivan de las deficiencias endémicas del principio “demasiado grande para quebrar”. “Permitir que [los bancos] tengan este tamaño es lo que hasta los economistas conservadores llaman 'capitalismo clientelar'”, afirma Black. “La única manera de que esto pueda funcionar es reduciendo el tamaño de estas instituciones sistémicamente peligrosas —los 20 bancos más grandes de Estados Unidos— al punto de que ya no constituyan un riesgo sistémico, dejen de ser demasiado grandes para quebrar y, por lo tanto, ya no reciban este subsidio federal implícito que distorsiona por completo la competencia [y] destruye la democracia, ya que estas enormes instituciones tienen muchísimo poder político.
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