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18 de enero de 2013
Amy Goodman
Aaron Swartz sólo quería cambiar el mundo. Y era eso lo que hacía, hasta que se quitó la vida a los 26 años de edad este 11 de enero. Aaron era un activista por la justicia social, dotado de una profunda comprensión del funcionamiento de las computadoras e Internet y de cómo estos elementos podían dar poder a personas de todo el mundo mediante la libertad para conectarse. Humilde e insaciablemente curioso, Aaron logró mucho en su corta vida. Fue uno de los líderes de la lucha para derrotar a la Ley de Cese a la Piratería en Internet, más conocida como “SOPA”, una ley federal que habría cambiado para siempre el uso de Internet, ya que otorgaba amplios poderes de censura on line a las compañías. Aaron se convirtió en blanco de encarnizados fiscales federales que lo acusaron de graves delitos electrónicos, lo cual, según su padre, su abogado y otras personas, contribuyó a su suicidio.
A los 14 años de edad, Aaron colaboró en el desarrollo del sistema RSS, “Really Simple Syndication”, que cambió la manera en que la gente accede a los contenidos en Internet al permitir que las personas se suscriban a distintas fuentes de información y reciban las actualizaciones directamente en sus equipos. RSS permite que los podcasts lleguen a millones de personas. Aaron ayudó también a desarrollar “Creative Commons”, en español “Bienes Comunes Creativos”, una alternativa a la propiedad intelectual que alienta a autores y editores a compartir contenidos. Fundó además la compañía Infogami, que luego se fusionó con Reddit, un sistema que permite a los usuarios evaluar y promover en forma colectiva contenidos compartidos y es actualmente uno de los sitios web más utilizados del mundo. Estudió en la Universidad de Standford y en 2010 se convirtió en miembro del Centro para la Ética Edmond J. Safra de la Universidad de Harvard.
Sus problemas legales comenzaron mientras estaba en Harvard. Aaron utilizaba Internet en el cercano Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) para acceder a un repositorio de artículos académicos digitalizados administrados por una organización sin fines de lucro llamada JSTOR, que aparentemente notó que un único usuario bajaba grandes cantidades de documentos y se puso en contacto con el MIT para investigar.
Finalmente, Aaron fue arrestado en las afueras del MIT, con una computadora portátil y algunos discos duros que supuestamente contenían aproximadamente cuatro millones de artículos electrónicos. JSTOR decidió no presentar cargos y Aaron devolvió todos los artículos. Eso no le importó a Carmen Ortiz, fiscal federal de Estados Unidos en Boston, nombrada en el año 2009 por el Presidente Barack Obama. Ortiz, junto al Fiscal Federal Adjunto Stephen P. Heymann, puso sobre los hombros de Aaron trece cargos por delitos graves, amparándose en la Ley de Fraude y Abuso Computarizado (CFAA), una ley problemática y demasiado amplia destinada a personas que roban secretos de computadoras del gobierno o de instituciones financieras.
La familia de Aaron emitió un comunicado en el que afirma: “La muerte de Aaron no es solamente una tragedia personal. Es el producto de un sistema judicial donde reinan las intimidaciones y los excesos procesales. Las decisiones que tomaron los funcionarios de la fiscalía de Massachusetts y del MIT contribuyeron a su muerte. La fiscalía procuraba un conjunto de cargos excepcionalmente severos que podrían implicar más de 30 años de prisión en castigo por un presunto delito del que no había víctimas. Por su parte, el MIT, a diferencia de JSTOR, se negó a defender a Aaron y a los más preciados principios de su propia comunidad”.
Taren Stinebrickner-Kauffman, la compañera de Aaron, me contó sobre su activismo: “Aaron era la persona más dedicada a luchar contra la injusticia social de todas las personas que he conocido en mi vida, y lo amaba por eso. Yo siempre le decía: ‘¿Por qué no hacemos esto? Te va a hacer feliz’. Y él me decía: ‘No quiero ser feliz. Sólo quiero cambiar el mundo’. La libertad de acceso a la información era una de las causas en las que creía, pero no era la única. Durante los dos años que duró su suplicio, lideró la lucha contra SOPA, el proyecto de ley de censura en Internet que nadie creía que podría ser derrotado cuando se presentó por primera vez y que Aaron y millones de otras personas, juntos, lograron derrotar. Y él hizo todo eso mientras cargaba con el peso de estos cargos falsos y abusivos.”
Aaron participó en la fundación de la organización Demand Progress, que tiene como misión: “obtener cambios progresistas en las políticas para la gente común por medio de la organización y la presión ejercida desde las bases”. El grupo llama a efectuar cambios a la Ley de Fraude y Abuso Computarizado, entre los que figuran apoyar un proyecto de ley presentado recientemente por la Representante Zoe Lofgren, demócrata por California, llamado “Ley Aaron”. El Director Ejecutivo de Demand Progress, David Segal, escribió: “Tal como está redactada actualmente, la 'Ley Aaron' por sí sola no habría salvado a Aaron, todavía queda trabajo por hacer para garantizar que los cargos por actividades electrónicas que no dejan víctimas dejen de ser considerados delitos graves, sin embargo es un punto de partida firme que podemos aprobar ahora y es una ley que él quería cambiar. Y por eso seguiremos presionando”.
En el funeral de Aaron, importantes personalidades de la historia de Internet elogiaron al joven, entre ellos, Larry Lessig, de la Facultad de Derecho de Harvard, quien lo describió como “un alma increíble”, y Sir Tim Berners-Lee, creador de la World Wide Web, que como respuesta inicial a la triste noticia publicó en Twitter: “Aaron ha muerto. Errantes del mundo, hemos perdido a un viejo sabio. Hackers del bien, somos uno menos. Padres, hemos perdido un hijo. Lloremos”.
De adolescente, Aaron escribió en su blog: “No voy a perder el tiempo en cosas que no producirán impacto… Quiero hacer del mundo un lugar mejor”. Y lo hizo.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2013 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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