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Hablamos con Jason Hernández de McKinney, Texas, uno de los ocho presos cuyas condenas fueron conmutadas por el presidente Obama el jueves. “Es un sueño hecho realidad. Solo espero que este sea el comienzo de algo”, afirma Hernández por teléfono desde la cárcel. Hernández describe cómo fue condenado a prisión perpetua sin libertad bajo palabra en 1998 por su papel en una conspiración relacionada con drogas que empezó cuando él tenía 15 años de edad. Hernández afirma que estaba con el guardia de la cárcel cuando escuchó las noticias y que espera que el presidente Obama y el Congreso “decidan hacer más por las otras personas que están acá” que fueron condenadas conforme a leyes contra las drogas igualmente estrictas, por delitos no violentos.
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