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Luego de cientos de reclamos y trece muertes, el Departamento de Justicia inició una investigación penal por presunto ocultamiento por parte del mayor fabricante de autos de EE.UU., la empresa General Motors (GM), de defectos de seguridad en sus autos compactos que habrían tenido trágicas consecuencias. Seis modelos de GM fabricados entre 2003 y 2007, de repente se apagaban: el motor, la dirección asistida, los frenos y las bolsas de aire dejaban de funcionar. Según se informa, durante once años GM trató el defecto como una cuestión de satisfacción al cliente, no de seguridad. El ente federal de regulación tampoco tomó medidas y se negó a realizar una investigación, a pesar de la lluvia de reclamos. Finalmente, el mes pasado GM anunció que retiraba cerca de 1,6 millones de vehículos del mercado. Hablamos con Ralph Nader, defensor de los consumidores, que no resulta desconocido para GM. Luego de escribir el libro “Unsafe at Any Speed: The Designed-In Dangers of the American Automobile” (Inseguros a cualquier velocidad: los peligros de diseño de los autos estadounidenses), Nader ganó un importante juicio contra la gigante automotriz por espiarlo y tratar de desacreditarlo. Nader considera que la responsabilidad es de lo que él denomina “una cultura de la cautela” en la agencia de control de accidentes de autos, National Highway Traffic Safety Administration, “alimentada por la falta de respaldo de la Casa Blanca durante el gobierno de Bush y en alguna medida también el de Obama”. Nader agrega que “Eso naturalmente lleva a que se rechace el seguimiento de las pruebas y se esté contra los automovilistas estadounidenses. Esta agencia de seguridad automotriz no se creó para eso en 1966, así que quizás esta situación ayude a cambiar. A veces hace falta una tragedia como esta para cambiar”.