Mientras en Ginebra comienzan las negociaciones para resolver la crisis en Ucrania, crece la tensión en el este ucraniano, donde las fuerzas de seguridad asesinaron a tres manifestantes pro-rusos, hirieron a 13 y se llevaron a 63 personas detenidas en la ciudad de Mariupol. Según funcionarios ucranianos, los manifestantes separatistas habían intentado ingresar por la fuerza a una base militar. Las muertes de los manifestantes se produjeron en el marco de una acción represiva lanzada justo después de darse a conocer un operativo ucraniano para recuperar los edificios gubernamentales ocupados por los separatistas pro-rusos. En declaraciones efectuadas esta mañana, el presidente ruso, Vladimir Putin, acusó a las autoridades de Kiev de estar llevando al país al abismo y se negó a dar marcha atrás en la decisión de enviar fuerzas militares a Ucrania. Mientras tanto, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, anunció una serie de medidas destinadas a reforzar la presencia de la OTAN en Europa oriental. “Tendremos más aviones en el aire, más barcos en el agua y una mayor preparación en tierra”, afirmó Rasmussen. Nos acompaña Stephen Cohen, profesor emérito de Ciencias Políticas y Estudios sobre Rusia de las universidades de Nueva York y Princeton. “Este no es el principio de una nueva Guerra Fría. Ya estamos bien metidos en ella”, dice Cohen. “Esto debería alertarnos sobre la dimensión imaginable de una 'guerra abierta' en la actualidad. Es algo poco probable, pero es concebible como posibilidad. Y si es concebible, hay que hacer algo al respecto.”