Richard Clarke sirvió como el más alto funcionario de contraterrorismo de Estados Unidos bajo los presidentes Bill Clinton y George W. Bush, antes de dimitir en 2003 en protesta por la guerra de Irak. Un año antes de los ataques del 11 de septiembre, Clarke propuso que la Fuerza Aérea comenzará a utilizar drones armados como parte de los esfuerzos de EE.UU. para capturar a Osama bin Laden. Según Clarke, la CIA y el Pentágono se opusieron inicialmente a la misión. Entonces tuvo lugar el 11 de septiembre. Dos meses después, el 12 de noviembre de 2001, Mohammed Atef, el jefe de las fuerzas militares de Al Qaeda, se convirtió en la primera persona en ser asesinada por un avión no tripulado Predator. Según la Oficina de Periodismo de Investigación, aviones no tripulados estadounidenses han matado desde entonces al menos a 2.600 personas en Yemen, Somalia, Irak, Pakistán y Afganistán. Clarke acaba de escribir una novela sobre la guerra con drones llamada “Sting of the Drone” (La picadura del drone). Hablamos con Clarke sobre el libro y sobre su preocupación por la escalada de la guerra con drones bajo el mandato del presidente Obama. “Creo que el programa [de aviones no tripulados] se fue de las manos”, dice Clarke. “El secretismo excesivo es tan contraproducente como lo son algunos de los ataques”.