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Hoy dedicamos el programa completo a emitir la entrevista exclusiva que le hicimos a John Kiriakou. Agente de la CIA retirado que acaba de ser liberado de la cárcel, Kiriakou fue condenado por denunciar el programa de tortura implementado por el gobierno de George W. Bush. En el año 2007, Kiriakou fue el primer funcionario de la CIA que confirmó y detalló públicamente el uso que dicho organismo hacía del método de tortura llamado submarino. En enero de 2013 fue condenado a dos años y medio de cárcel. En un acuerdo de reducción de pena, Kiriakou reconoció ser responsable de un cargo simple, el de violación de la Ley de protección de identidades de inteligencia, por haber revelado la identidad de un agente que participaba de manera encubierta en el programa de tortura, a un periodista independiente que no publicó la información. A cambio de eso, los fiscales retiraron los cargos presentados conforme a la Ley de espionaje. Kiriakou es el único funcionario que estuvo en la cárcel en relación al programa de tortura de la CIA. Quienes lo apoyan sostienen que fue objeto de una persecución injusta que el gobierno de Obama llevó adelante contra los denunciantes del gobierno. Padre de cinco hijos, Kiriakou trabajó catorce años en la CIA como analista y agente de casos y dirigió el equipo que en 2002 encontró al miembro jerárquico de Al Qaeda, Abu Zubaydah. Kiriakou se comunica con nosotros desde su casa en Virginia, donde permanece bajo arresto domiciliario por tres meses hasta cumplir su condena. En una entrevista que abarcó muchos temas, Kiriakou afirma: “lo volvería a hacer”, después de ver que el uso de la tortura se prohibió tras su denuncia. Kiriakou también analiza los detalles del Informe del Comité del Senado, parcialmente publicado, sobre el uso de la tortura por pate de la CIA. Además sostiene que el denunciante de la Agencia Nacional de Seguridad Edward Snowden “hizo un gran aporte al país”, pero que no logrará tener un juicio justo si regresa a Estados Unidos. También describe las condiciones en FCI Loretto, la cárcel federal donde estuvo y vio a los presos morir con una “frecuencia espantosa” por falta de atención médica adecuada.
Transcripción
AMY GOODMAN: Hoy tenemos una transmisión exclusiva de Democracy Now! para radio y televisión. Pasamos el programa con John Kiriakou, el agente retirado de la CIA que denunció el tema de la tortura. Acaba de ser liberado de la prisión y se comunicará con nosotros desde su casa en Virginia, donde permanecerá bajo arresto domiciliario por lo que queda hasta el fin de su condena de dos años y medio. Poco después de ser liberado la semana pasada, John Kiriakou publicó en Twitter una foto suya en su casa junto a sus sonrientes niños, con una cita del Dr. Martin Luther King Jr .: “¡Libre al fin. Libre al fin! Gracias a Dios todopoderoso. ¡Soy libre al fin!” En enero del 2013, Kiriakou fue condenado a dos años y medio de prisión. En virtud de un acuerdo con la fiscalía, admitió su culpabilidad solamente en el cargo de violación de la Ley de protección de identidades de inteligencia, por haber revelado la identidad de un agente que participaba de manera encubierta en el programa de extradición, detención e interrogatorios, a un periodista independiente que no publicó la información. A cambio de eso, los fiscales retiraron los cargos presentados conforme a la Ley de espionaje. En el año 2007, Kiriakou fue el primer funcionario de la CIA que confirmó y describió públicamente el uso que se hizo, durante el gobierndo de Bush, del método de tortura conocido como submarino, en una entrevista con Brian Ross, de la cadena ABC.
JOHN KIRIAKOU: En ese momento, sentí que el submarino era algo necesario. Con el paso del tiempo, y con, bueno, cuando el 11 de septiembre fue quedando atrás en la historia, creo que he cambiado de opinión. Y pienso que el submarino es probablemente algo con lo que no deberíamos meternos.
BRIAN ROSS: ¿Por qué piensa de esa manera ahora?
JOHN KIRIAKOU: Porque somos estadounidenses y podemos hacer las cosas de mejor manera.
AMY GOODMAN: Quienes apoyan a John Kiriakou dicen que cayó injustamente en la política de mano dura del gobierno de Obama sobre los denunciantes gubernamentales. Luego de su liberación la semana pasada, Jesselyn Radack, de la organización Government Accountability Project, emitió un comunicado que dice: “Kiriakou es un servidor público comprometido, que se convirtió en un preso político por sacar a la luz uno de los capítulos más oscuros de la historia de Estados Unidos: el ineficaz, inmoral e ilegal programa de tortura de la CIA. … Es un hecho positivo que Kiriakou pueda servir el resto de su condena en su casa con su familia”, escribió. Por su parte, el fiscal federal interviniente, Neil MacBride, ha defendido el manejo del caso que hizo el gobierno. Estas fueron sus palabras después de la sentencia de Kiriakou en enero del 2013.
NEIL MacBRIDE: Como dijo la jueza en la sala del juicio, la sentencia de hoy debería servir como recordatorio para cada persona que trabaje para el gobierno y posea información reservada y sensible referida a la defensa nacional o a la identidad de un agente encubierto, que es fundamental que esa información permanezca segura y no se desparrame públicamente, ni se comparta con personas que no tienen acceso autorizado a la misma.
AMY GOODMAN: Para ampliar esta información, nos comunicamos con Arlington, Virginia, donde se encuentra John Kiriakou. De nuevo, él está cumpliendo lo que resta de su condena bajo arresto domiciliario. Estuvo 14 años en la CIA como analista y coordinador de agentes. En 2002, dirigió el equipo que encontró a Abu Zubaydah un miembro de alto rango de al-Qaeda. Es padre de cinco hijos. En 2010, Kiriakou publicó una autobiografía titulada “Reluctant Spy: My Secret Life in the CIA’s War on Terror” (El Espía Reticente: mi vida secreta en la guerra de la CIA contra el terrorismo) John Kiriakou, bienvenido una vez más a Democracy Now! ¿Cómo se siente estar fuera de la cárcel?
JOHN KIRIAKOU: Totalmente liberador. De hecho, la primera noche en casa me costó dormir, porque estaba tan acostumbrado a dormir sobre un colchón pelado sobre una plancha de acero y a sentir el tintineo de las llaves durante toda la noche. Pero ya me he adaptado.
AMY GOODMAN: John, usted todavía no está del todo libre, ¿verdad? ¿Cuánto tiempo pasó en la cárcel?
JOHN KIRIAKOU: No.
AMY GOODMAN: ¿Y cuánto tiempo tiene que estar bajo arresto domiciliario?
JOHN KIRIAKOU: Pasé 23 meses en una prisión federal de baja seguridad, en Pennsylvania. Ahora tengo tres meses de arresto domiciliario. Y luego del arresto domiciliario tendré otros tres años en lo que se llama libertad supervisada, que es como la libertad condicional, realmente.
AMY GOODMAN: Díganos por qué cree Ud. que fue encarcelado.
JOHN KIRIAKOU: Estoy absolutamente convencido, Amy, de que la causa de mi encarcelamiento fue el debate sobre la tortura. En Washington hay filtraciones de información todo el tiempo, ya sea intencionalmente o por accidente. Hay gente, como el ex director de la CIA, Leon Panetta y el ex director de la CIA el general Petraeus, que han filtrado información clasificada impunemente. Y por eso estoy convencido de que estoy en lo cierto cuando digo que mi juicio nunca tuvo que ver con la filtración de información. Mi juicio fue por denunciar la tortura.
AMY GOODMAN: Quisiera que escuchemos al ex congresista de Virginia demócrata Jim Moran, que el año pasado llevó el tema a la Cámara de Representantes y pidió un indulto presidencial para usted. Moran se refirió a usted como un “héroe estadounidense” y un “denunciante”. Sus palabras textuales fueron: “Kiriakou merece un indulto presidencial y se que limpie su historial, así como el país está tratando de recuperarse de un capítulo oscuro de su historia”. ¿Qué opina sobre esto? Usted no ha sido indultado, por lo menos hasta el momento.
JOHN KIRIAKOU: No. No. Estoy profundamente agradecido por el trabajo del congresista Moran. Lo único que lamento es que se haya jubilado. Ya no está en el Congreso. Pero es un hombre muy honrado, muy progresista y muy decente. Fue muy importante para mi contar con su ayuda. Aún no he pedido formalmente el indulto, y probablemente ya no lo haré este año. Pero al parecer, el apoyo para que lo haga crece cada vez más. Siempre estoy atento al apoyo que pueda obtener en el Congreso. Y espero poder avanzar en ese sentido durante el 2015 y tal vez el año que viene poder llegar a solicitar el indulto presidencial.
AMY GOODMAN: Vamos a una pausa y luego nos remontaremos atrás en el tiempo para recordar lo que usted hizo, y comentar el hecho de que usted es el único funcionario vinculado al programa de tortura que ha ido a la cárcel; usted que denunció el programa de tortura. Estamos conversando con John Kiriakou, que después de estar en la CIA durante 14 años como analista y coordinador de agentes, expuso públicamente el programa de tortura del gobierno de Bush, siendo el único funcionario encarcelado en relación con dicho programa. Enseguida volvemos con él, que se encuentra en su casa, bajo arresto domiciliario.
[Pausa]
AMY GOODMAN: Seguimos en Democracy Now! democracynow.org. El informativo “Guerra y Paz”. Soy Amy Goodman. Estamos conversando con John Kiriakou, que se encuentra en este momento en su casa de Arlington, Virginia, bajo arresto domiciliario. Pero ya está fuera de la cárcel. Estuvo 14 años en la CIA como analista y coordinador de agentes, denunció públicamente el programa de torturas implementado durante el mandato de Bush y es el único funcionario que terminó en la cárcel en relación con éste. Fue el primer funcionario de la CIA que, en el año 2007, confirmó públicamente que el gobierno de Bush utilizaba la técnica conocida como submarino. En enero de 2013 fue condenado a dos años y medio de prisión, tras declararse culpable del delito de revelar la identidad de un agente encubierto a un periodista, que no publicó la información. John Kiriakou, volvamos atrás en el tiempo hasta su experiencia con Abu Zubaydah. ¿Cómo fue que lo conoció?
JOHN KIRIAKOU: Yo dirigía un grupo de la CIA en Pakistán que llevó a cabo una serie de 14 redadas en casas sospechadas de ser escondites de al-Qaeda, en la parte central del país. Abu Zubaydah se encontraba en una de las casas que allanamos. Hubo un tiroteo y lo capturamos.
AMY GOODMAN: Bueno, desde esa entrevista suya del 2007, se supo que Zubaydah fue sometido al submarino al menos 83 veces y que eso no resultó en ninguna información útil. Ahora permanece recluido en Guantánamo sin proceso judicial. Su nombre se menciona más de mil veces en el informe del Senado sobre la tortura publicado en diciembre. Cuéntenos lo que sabe de él.
JOHN KIRIAKOU: Claro. Abu Zubaydah recibió tres disparos al ser capturado, le dispararon las autoridades paquistaníes, un disparo en el muslo, uno en la ingle y otro en el estómago, con un AK-47. Estaba gravemente herido. De modo que cuando fue extraditado, lo sacaron de Pakistán y lo llevaron a un centro clandestino, la CIA envió un cirujano del hospital de la Universidad Johns Hopkins . al centro clandestino para darle asistencia médica. Lo tuvieron que operar. Por alguna razón, incluso le quitaron un ojo. No sé bien por qué hicieron eso, pero ahora sabemos que así fue. Y durante los meses siguientes él se recuperó de las heridas de bala.
AMY GOODMAN: Cuéntenos cómo fue que lo conoció.
JOHN KIRIAKOU: Sí. Apenas lo capturamos, lo llevamos a un hospital militar en Pakistán. Había perdido mucha sangre y necesitaba una transfusión. Al principio estaba en estado de coma. Luego comenzó a salir de coma, un par de veces, y pudimos, al principio, simplemente intercambiar unas palabras y después, en los días siguientes, pudimos tener conversaciones cortas. Por ejemplo, la primera vez que salió de coma me pidió un vaso de vino tinto. Estaba delirando. Luego, por la noche, me preguntó si podía asfixiarlo con la almohada Y luego, al día siguiente, hablamos de poesía. Hablamos del islam. Hablamos de que él nunca había apoyado los ataques contra los Estados Unidos. Quería atacar Israel.
AMY GOODMAN: Y cuéntenos de qué se fue enterando sobre lo que le ocurrió después de eso.
JOHN KIRIAKOU: Bueno, desde Pakistán lo enviaron a este centro clandestino que mencionaba. Y cuando estuvo lo suficientemente sano para soportar un interrogatorio, fue entrevistado por un grupo de interrogadores de la CIA, perdón, quiero decir por un grupo de interrogadores del FBI, que aparentermente tuvieron cierto éxito en la obtención de información, pero luego fueron reemplazados por interrogadores de la CIA, que luego supimos que no tenían experiencia ni preparación, y ahí se lo sometió al submarino, entre otras técnicas de tortura, como ser colocado en una jaula. Como él tenía miedo a los insectos, lo metieron en una caja pequeña y pusieron insectos dentro de la caja. Lo tuvieron en una celda fría, con luces encendidas las 24 horas del día y música a todo volumen para que no pudiera dormir. La CIA aplicó muchas técnicas distintas sobre él.
AMY GOODMAN: ¿Y qué opina usted sobre eso?
JOHN KIRIAKOU: La tortura está mal bajo cualquier circunstancia. Y bueno, la Segunda Guerra Mundial nos enseñó que, con los interrogatorios del Departamento de Justicia a criminales de guerra nazis, aprendimos que lo que contribuye a obtener información útil, que se pueda usar en un proceso jucidial, es establecer una conexión, una relación de empatía con la persona; si es que ese preso tiene información útil y está dispuesto a darla. Eso no fue lo que pasó con Abu Zubaydah. A él lo golpearon. Le aplicaron el submarino. Lo sometieron a privación del sueño. Por intérvalos, cada algunas horas, le echaban encima agua helada, en una celda a 50 grados. El hombre simplemente no tenía ninguna información para dar.
AMY GOODMAN: John, ¿cuándo se enteró de esto? ¿Y cuándo decidió hacerlo público, difundir esta información?
JOHN KIRIAKOU: Me enteré que había sido sometido al submarino en el verano de 2002, a finales del verano de 2002. Y como dije en la entrevista de 2007 con Brian Ross, en ese tiempo yo creía lo que nos decía la CIA, que la aplicación del submarino estaba funcionando y que estábamos obteniendo información de inteligencia importante y útil para un proceso judicial, que así se estaban salvando vidas estadounidenses. Recién por el año 2005 o 2006 fue que nos dimos cuenta de que eso no era cierto, que él no estaba proporcionando ninguna información y que ésas eran técnicas terribles. Fue en el 2007, Amy, que decidí hacerlo público. En ese momento, el presidente Bush dijo categóricamente: “Nosotros no torturamos a los presos. No usamos el submarino”. Y yo sabía que eso era mentira. Y él lo hizo parecer como si hubiera sido un agente descarriado de la CIA, que había decidido por sí mismo meter la cabeza de la gente en el agua. Y no era así. La tortura, el programa de tortura en su totalidad fue aprobado por el propio presidente, y fue un programa planificado muy cuidadosamente. Así que decir que se trataba de un agente descarriado era una mentira descarada al pueblo estadounidense.
AMY GOODMAN: A fines del año pasado se conocieron más detalles explícitos del programa de tortura de Estados Unidos post 9/11, cuando el Comité de Inteligencia del Senado publicó un resumen, de 500 páginas, de su investigación sobre la CIA. Una de las conclusiones del informe es que la agencia de inteligencia, a pesar de ejercer la tortura sobre integrantes de al-Qaeda y otros cautivos en prisiones secretas alrededor del mundo, entre 2002 y 2006, no logró desactivar ninguna conspiración. Tal vez vió la presentación del informe desde la prisión, John Kiriakou.
JOHN KIRIAKOU: Sí, de hecho lo vi.
AMY GOODMAN: Esta es la senadora Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, dando a conocer las principales conclusiones del informe.
DIANNE FEINSTEIN: En primer lugar, las 'técnicas mejoradas de interrogatorio' de la CIA no fueron una forma eficaz para obtener información de inteligencia. En segundo lugar, hubo una enorme imprecisión en la información proporcionada por la CIA sobre el funcionamiento del programa y su eficacia a la Casa Blanca, al Departamento de Justicia, al Congreso, al inspector general de la CIA, a los medios de comunicación y a la población estadounidense. En tercer lugar, el manejo que la CIA hizo del programa fue inadecuado y sumamente defectuoso. Y en cuarto lugar, el programa de la CIA fue mucho más brutal de lo que se hizo creer a la gente.
AMY GOODMAN: ¿Recuerda en qué lugar de la cárcel estaba cuando vio la presentación de este informe? Supongo que vió a Dianne Feinstein en un televisor de la prisión, ¿qué fue lo que pensó?
JOHN KIKIAKOU: Sí, por cierto. Lo vi sentado en la sala de TV del Pabellón Central Uno, conteniendo el aliento. Vale aclarar que la senadora Feinstein es una de las personas que más apoya a la CIA en el Capitolio. Así que el hecho que Dianne Feinstein haya emitido un informe tan crítico como este, muestra cuán mal concebido estuvo el programa de tortura de la CIA.
AMY GOODMAN: Entonces, este informe da a conocer una lista de métodos de tortura ejercidos sobre los presos: submarino, abuso sexual con palos de escoba, lo que ellos llaman alimentación rectal o hidratación rectal. Se amenazaba a los prisioneros con taladros eléctricos encendidos. Algunos fueron privados de sueño por hasta 180 horas, a veces con las manos esposadas sobre sus cabezas. La tortura fue llevada a cabo en centros clandestinos de detencion en Afganistán, Lituania, Rumania, Polonia, Tailandia y la prisión secreta de la Base Naval de Guantánamo, conocida como “Strawberry Fields”. A partir de estas revelaciones, la única persona que fue a la cárcel en relación con este tema, fue usted. ¿Qué piensa al respecto?
JOHN KIRIAKOU: A veces siento como si viviera en la dimensión desconocida. Cuando salió el informe, como a la mayoría de los estadounidenses, me sentí totalmente conmocionado y horrorizado con ciertos detalles. Incluso dentro de la CIA, no sabíamos nada sobre la hidratación rectal forzada —nada menos que con hummus— ni sobre el abuso sexual o violaciones con palos de escoba. O sea, eran cosas que no se escuchaban ni siquiera en charlas de pasillo. Así que me impresionó muchísimo escucharlo. Esto me lleva de vuelta a algo que expresé en este maravilloso programa, en el año 2013: Estas personas tienen que ser procesadas. Entiendo que la gente puede razonablemente estar o no de acuerdo sobre si corresponde o no procesar a los agentes que realmente creían que se trataba de una práctica legal. Lo entiendo. Pero ¿qué pasa con los agentes que tomaron justicia en sus propias manos, o burlaron la ley, violando a presos con palos de escoba o haciéndoles hidratación rectal forzada con hummus? Esas no eran técnicas de interrogatorio aprobadas. ¿Por qué no están procesados esos agentes? Creo que por ahí se podrían iniciar los juicios, por lo menos.
AMY GOODMAN: Quiero que escuchemos los comentarios que hizo el presidente Obama en 2009, sobre si se debe llevar o no a juicio a los funcionarios de la CIA implicados en actos de tortura. Fue en el programa This Week de ABC News.
PRESIDENTE BARACK OBAMA: No considero que nadie esté por encima de la ley. Por otro lado, también considero que debemos mirar hacia adelante en lugar de mirar hacia atrás. Y parte de mi trabajo es asegurar que, en la CIA, por ejemplo, hay gente extraordinariamente talentosa que trabaja muy duro para mantener la seguridad de los estadounidenses. No quiero que de repente sientan que tienen que estar todo el tiempo cuidándose las espaldas y consultando abogados.
GEORGE STEPHANOPOULOS: ¿Así que no habrá una Comisión como la del 9/11, con poder indagatorio independiente?
PRESIDENTE BARACK OBAMA: Bueno, no hemos tomado la decisión final, pero mi instinto me dice que nos concentremos en garantizar que, de aquí en adelante, hagamos lo correcto.
AMY GOODMAN: Ese era el presidente Obama, al poco tiempo de asumir la presidencia, en el año 2009. Justo después de haber firmado, bueno, lo que fue una de sus primeras órdenes ejecutivas, para cerrar Guantánamo. ¿Qué opina sobre lo que le dijo el presidente…
JOHN KIRIAKOU: Claro.
AMY GOODMAN: …a George Stephanopoulos?
JOHN KIRIAKOU: Entiendo que el presidente Obama no impulse el procesamiento de los dirigentes de la CIA que llevaron a cabo la tortura, a los coordinadores de agentes involucrados en el día a día del programa de tortura. Eso lo entiendo. Como los abogados de la Oficina de Asesoría Legal del Departamento de Justicia, Está bien. Lo entiendo. Pero ¿qué hay de los agentes de la CIA que directamente violaron la ley, que llevaron a cabo interrogatorios que terminaron en muertes? ¿Qué pasa con los torturadores de Hassan Ghul? Hassan Ghul murió durante un interrogatorio.
AMY GOODMAN: En Afganistán.
JOHN KIRIAKOU: Esta gente no debería estar por encima de la ley. Correcto, en Afganistán. Las personas que hicieron eso no deberían estar por encima de la ley. Cometieron delitos, ya sea en Estados Unidos o en el extranjero. Y deben ser juzgadas.
AMY GOODMAN: En vez de eso, el único que fue a la cárcel ha sido usted. ¿Lo volvería a hacer, John?
JOHN KIRIAKOU: Aunque parezca una locura, sí, lo haría. Lo volvería a hacer completamente. A partir de mi entrevista en ABC News en el 2007, lo que ha sucedido es que la tortura fue prohibida en Estados Unidos. Ya no forma parte de la política del gobierno estadounidense. Y me enorgullece haber jugado un papel en eso. Si eso me costó 23 meses de mi vida, pues ¿sabe qué? valió la pena.
AMY GOODMAN: En una entrevista con el programa Meet the Press de la NBC en diciembre, después de la publicación del informe del Senado sobre la tortura, el ex vicepresidente Dick Cheney dijo que también lo volvería a hacer.
DICK CHENEY: Estoy más preocupado por los tipos malos que salieron y quedaron libres que por algunos cuantos que resultaron ser inocentes.
CHUCK TODD: Fue el 25% de los detenidos, sin embargo. El 25% resultó ser inocente. Eran…
DICK CHENEY: Entonces ¿dónde pondrías el límite, Chuck? ¿Cómo vas a saber?
CHUCK TODD: Bueno, eso mismo le estoy preguntando.
DICK CHENEY: Lo que quiero decir…
TODD CHUCK: ¿No es demasiado alto? ¿Usted se siente cómodo con ese margen de error?
DICK CHENEY: No tengo ningún problema con eso, siempre y cuando logremos nuestro objetivo.
AMY GOODMAN: Esas eran las palabras de Dick Cheney en el programa Meet the Press con Chuck Todd. John Kiriakou, ¿qué opina? ¿Debería ser juzgado el vicepresidente Cheney?
JOHN KIRIAKOU: En lo personal, pienso que sí, claro que debería. Pero creo que hay otra cuestión importante que señalar aquí. Tanto el vicepresidente Cheney, como varios ex directores de la CIA, ex funcionarios de alto rango de la CIA, han aparecido en programas de noticias defendiendo una y otra vez su accionar en el régimen de tortura. La razón por la que hacen eso es que la tortura es su legado. Cuando se escriban sus obituarios, lo que dirán sobre ellos es que fueron piezas fundamentales en el programa de tortura. Así que a esta altura, lo único que pueden hacer para salvar su reputación, es seguir repitiendo la mentira de que la tortura funcionó y esperar que en algún momento el pueblo estadounidense se la crea.
AMY GOODMAN: ¿Cuál es su opinión acerca del denunciante de la NSA, Edward Snowden? ¿Qué le aconsejaría hoy en día?
JOHN KIRIAKOU: Creo que Ed Snowden es un héroe nacional. Considero Ed Snowden nos dio a conocer cosas sobre la ilegalidad del gobierno que de otra manera nunca hubiéramos sabido. Lamento que el gobierno federal haya revocado su pasaporte, dejándolo varado en Rusia, pero creo que lo que él hizo fue muy valiente. No se si yo hubiese publicado toda la información que él reveló, porque, en algunos casos, yo apoyo que la NSA espíe a gobiernos extranjeros y dirigentes extranjeros. Esa es la tarea de la NSA; es lo que se espera que haga. Quiero que el gobierno de Estados Unidos tenga cierta ventaja, por ejemplo, en negociaciones comerciales o contratos de defensa, o como se diga. Pero en cuanto a la ilegalidad que reveló públicamente, creo que Ed Snowden hizo un gran servicio a la nación.
AMY GOODMAN: En 2013, Edward Snowden habló sobre la forma en que el gobierno de Obama había tratado a los denunciantes que lo precedieron. Lo que dijo fue: “Binney, Drake, Kiriakou y Manning, son ejemplos de cómo la severidad excesiva contra quienes se hacen denunciantes en pos del interés público, lo único que consigue es aumentar la escala, el alcance y la habilidad puesta en juego en futuras denuncias. Los ciudadanos con conciencia no van a ignorar un delito o mala acción, aunque luego los destruyan por eso; la conciencia lo impide. Por el contrario, lo que logran estas reacciones draconianas es generar mejores denunciantes. Si el gobierno de Obama reacciona con mano aún más dura contra mí, puede estar seguro de que pronto se tendrá que enfrentar a una reacción social igualmente dura”. Eso fue lo que dijo Ed Snowden. John Kiriakou ¿Cree que Edward Snowden debería regresar a Estados Unidos?
JOHN KIRIAKOU: Creo que no, bajo ninguna circunstancia. Y se lo he dicho públicamente y también en privado, por medio de una carta. No creo que vaya a tener un juicio justo en Estados Unidos, especialmente en el Distrito Este de Virginia, donde está radicada, o donde ha sido presentada la denuncia en su contra. Creo que tiene todo el sistema en contra, igual que cualquier denunciante, y si el gobierno logra su propósito, Ed Snowden nunca volverá a ver la luz del día.
AMY GOODMAN: Quiero leer un comentario hecho por la jueza el día de su sentencia, John. En enero del 2013, la Jueza Leonie Brinkema lo sentenció a usted a 30 meses de cárcel. Estas fueron sus palabras: “Este no es un juicio sobre un denunciante. Es un juicio sobre un hombre que traicionó una confianza muy solemne, una confianza importante para mantener intacta la integridad de su agencia y, específicamente, para proteger la identidad de sus compañeros de trabajo. … Francamente, creo que 30 meses es una pena demasiado leve, porque es necesario que cada agente encubierto reciba el mensaje de que, cuando deja la agencia, no puede de repente ponerse a revelar los nombres de las personas con las que ha trabajado”, dijo la Jueza Brinkema. ¿Qué le respondería?
JOHN KIRIAKOU: Tres meses antes, en la audiencia en la que acepté declararme culpable de un cargo para reducir la pena, la jueza Brinkema dijo textualmente que 30 meses le parecía, “justo”, ¿cómo fue que dijo? Se me olvida ahora. Dijo que era “justo y apropiado”. Y comparó mi caso con el de Scooter Libby, aunque Scooter Libby no había filtrado la identidad de Valerie Plame. Tres meses después, cuando la sala estaba llena de periodistas, ahí decidió ponerse firme y decir que 30 meses no eran una pena suficiente. La Jueza Brinkema tuvo oportunidad de sobra para condenarme hasta por 10 años, y no lo hizo. Su sentencia fue de 30 meses. Dicho esto, le cuento que tuvimos problemas con los fallos de la jueza Brinkema desde el principio. Todas las veces que intentamos presentar pruebas vinculadas a mi denuncia, fueron rechazadas; pruebas de los delitos, rechazadas; mi propio historial dentro de la CIA, donde gané 12 premios por desempeño excepcional, la Distinción de Honor al Mérito, la Medalla por Servicio al Contraterrorismo, nada de eso fue admitido. Y por eso es que considero que no hay manera de que Ed Snowden tenga un juicio justo, y que no debería volver a Virginia.
AMY GOODMAN: John Kiriakou, ¿conocío a los psicólogos, ahora tristemente célebres, James Mitchell y Bruce Jessen, que diseñaron el programa de tortura del gobierno en lugares como Guantánamo?
JOHN KIRIAKOU: No. Nunca los conocí personalmente. Recuerdo cuando estaba trabajando en el Centro de Contraterrorismo de la CIA, que era un lugar muy grande. Lo llamábamos la finca de cubículos. Había cientos de personas en ese lugar. Y recuerdo que ellos llegaron y ocuparon oficinas, oficinas privadas, en la parte trasera del lugar. Pero nunca tuve ningún contacto personal con Mitchell ni con Jessen.
AMY GOODMAN: ¿Cree que deberían ser juzgados? Al parecer, el gobierno ha decidido que no, ¿es así?
JOHN KIRIAKOU: Por supuesto. El gobierno ha decidido no procesarlos, pero creo que si van a juzgar a alguien, deberían empezar con Mitchell y Jessen. No estaban nada calificados para el servicio que le vendieron a la CIA y lo que hicieron fue simplemente cometer crímenes en el extranjero, en nombre del gobierno de Estados Unidos. Creo que deberían ser procesados por esos delitos.
AMY GOODMAN: El tema de revelar el nombre de un agente encubierto, ¿por qué le pareció que era fundamental para contar la cuestión del submarino?
JOHN KIRIAKOU: Bueno, curiosamente, el agente cuyo nombre fui condenado por revelar, algo que efectivamente hice; sí le dije al periodista el nombre de este caballero. En realidad yo no revelé el nombre, solo lo confirmé. Él ya lo sabía. La cuestión es que el periodista iba a escribir un artículo diciendo que éste era un hombre clave en el programa de tortura, y eso no era cierto. Se trataba de un buen hombre, que no tenía nada que ver con la tortura, pero justo trabajaba en el programa de rendición extraordinaria. Así que yo estaba intentando corregir la información del periodista. Él quería entrevistar a alguien acerca del programa y me preguntó si podía presentárselo. Yo le dije: “No creo que él quiera hablar con usted. Probablemente ya esté retirado. Pero él no participó en el programa de tortura”.
AMY GOODMAN: ¿Se acercaron a usted funcionarios de la CIA, sus compañeros de trabajo, la gente de los servicios de inteligencia, ya sea para expresar apoyo o para condenar lo que hizo?
JOHN KIRIAKOU: Ah, sí, en los últimos tres años, se acercaron a mí decenas y decenas de ex colegas. He recibido un apoyo realmente abrumador de parte de mis antiguos colegas de la CIA. Honestamente, puedo contar con los dedos de una mano la cantidad de agentes de la CIA que me dieron la espalda, que rompieron su vínculo conmigo. Y cada uno de esos cinco individuos, tuvieron un papel decisivo en el programa de tortura.
AMY GOODMAN: John Kiriakou, vamos a una pausa. Cuando volvamos, quisiera que hablamos sobre las cartas que usted escribió desde la prisión de Loretto, sobre su tiempo en la cárcel y sus preocupaciones acerca de las prisiones. La forma en que usted fue tratado y cómo se trataba a los demás presos. Estamos conversando con John Kiriakou, que estuvo 14 años en la CIA trabajando como analista y coordinador de agentes. Al exponer públicamente el programa de tortura del mandato de Bush, se convirtió en el único funcionario encarcelado en relación al tema. En 2007, fue el primer funcionario de la CIA que confirmó públicamente el uso que se hizo, durante el gobierndo de Bush, del método de tortura conocido como submarino. En enero de 2013 fue condenado a dos años y medio de cárcel tras declararse culpable del delito de revelar la identidad de un agente encubierto, a un periodista que finalmente no publicó dicha información. John Kiriakou también ha escrito su autobiografía, que se titula: “Reluctant Spy: My Secret Life in the CIA’s War on Terror” (El Espía Reticente: mi vida secreta en la guerra de la CIA contra el terrorismo). La semana pasada salió de la cárcel pero permanece bajo arresto domiciliario por tres meses más. Desde allí nos comunicamos con él, desde su casa en Arlington, Virginia. Quédense con nosotros.
[Pausa]
AMY GOODMAN: Escuchábamos el tema “P.H.A.T.W.A.” del rapero The Narcicyst, aquí en Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de “Guerra y Paz”. Soy Amy Goodman. Seguimos con nuestra entrevista exclusiva para radio, televisión e internet con John Kiriakou, que está en su casa bajo arresto domiciliario, en Arlington, Virginia. Durante 14 años fue analista y coordinador de agentes en la CIA. Expuso públicamente el programa de tortura del régimen de Bush y se convirtió en el único funcionario encarcelado en relación al tema, al revelar, en el año 2007, el uso de la técnica conocida como submarino. En enero de 2013 fue condenado a dos años y medio de prisión. John, estuvo recluído en la prisión de Loretto, en Pennsylvania, un instituto correccional federal. ¿Puede hablarnos de las cartas que escribió desde allá y de cómo fue su vida tras las rejas?
JOHN KIRIAKOU: Sí Antes de ir a la cárcel, varios amigos míos, como Jesselyn Radack, de la organización Government Accountability Project, Jane Hamsher, de Firedoglake.com, el ex agente de la NSA Tom Drake, Dan Ellsberg; me dijeron que les parecía que yo debía escribir una carta abierta a la gente que me había dado su apoyo, cuando estuviera ya instalado en la cárcel, sólo para que sepan cómo estaba. Y me pareció una buena idea. Así que cuando llegué a Loretto, el 28 de febrero de 2013, primero me tomé unas seis semanas para adaptarme. Debo añadir que siempre he admirado mucho la carta de Martin Luther King desde la cárcel de Birmingham. Y tenía una copia conmigo en la cárcel. La leí y releí varias veces y pensé: “Bueno, voy a estructurar mi carta de la misma manera, voy a escribir en un tono personal. Entonces, eso fue lo que hice. Para mi fue una gran sorpresa, porque se suponía que la leerían unas 600 personas nada más, fue una gran sorpresa que la publicara el periódico The Huffington Post. Y luego, a partir de la publicación en el Huffington Post, fue una locura, llegó a todos los canales de televisión, a media docena de revistas, y tuvo cerca de un millón de visitas en internet. Y me di cuenta de que los estadounidenses realmente quieren saber lo que pasa dentro de la prisión. Debo añadir también, que la prisión federal de Loretto no es una cárcel de lujo. Es una verdadera prisión, con varias hileras de alambre de púa, que se exitenden desde ambos lados y hasta arriba de todo; o bueno, digamos, muros altos. Es una prisión seria. No hay campo de golf. No hay sala de cine. Es como las cárceles que se ven en televisión. De modo que quise transmitir eso. Y las cartas se volvieron tan populares que empecé a hacerlas como en capítulos. Creo que llegué a hacer unas 17 o 18 hasta el momento en que me fui a casa.
AMY GOODMAN: John Kiriakou, quiero leer algo que usted escribió: “La gente que está en la unidad de atención médica en Loretto muere con una frecuencia aterradora”. ¿Puede explicar de qué se trataba eso?
JOHN KIRIAKOU: Sí. Puedo dar algunos ejemplos. Unos días antes de mi regreso a casa, estaba en la unidad de atención médica para hacerme un análisis de sangre y llegó otro preso trayendo a un tercer preso en una silla de ruedas. Era un hombre de unos 70 años. Era claro que estaba sufriendo un ataque cardíaco. Estaba llorando. Se apretaba el pecho. Y decía: “Tengo un ataque cardíaco”. La mujer que me estaba atendiendo, me estaba sacando sangre, lo miró y le dijo: “Bueno, va a tener que esperar porque yo estoy sola aquí, tiene que esperar hasta que llegue alguien más”. Y ese pobre viejo se quedó sentado en esa silla de ruedas con su ataque al corazón hasta que llegó otra persona, le diagnosticó un ataque cardíaco y llamó a una ambulancia para llevarlo a un hospital cercano. Ese es el comportamiento típico. Otro ejemplo. Había un hombre que vivía enfrente de la capilla. Yo trabajaba en la capilla, como conserje. Y este hombre se quejaba constantemente de dolor de espalda, tenía un dolor severo. A veces estaba todo encorvado. A medida que pasó el tiempo, comenzó a usar un bastón, luego tuvo un andador y terminó en una silla de ruedas. Yo le dije: “Dios mío, ¿qué te pasa?” Él dijo: “Mi espalda me está matando y no me quieren llevar al hospital para que me revisen”. Finalmente, el capellán intervino, diciendo: “La salud de este tipo se está deteriorando rápidamente. Por favor, llévenlo al hospital”. Por fin lo llevaron al hospital local. Tenía cáncer en la columna vertebral en etapa IV. Murió a las dos semanas. Y así es como tipicamente funciona la atención médica en la cárcel, no sólo en Loretto, sino en todo el sistema penitenciario.
AMY GOODMAN: En la cárcel, ¿usted quería…
JOHN KIRIAKOU: Hay que tener…
AMY GOODMAN: …preparar estudiantes para rendir el examen de secundaria?
JOHN KIRIAKOU: Perdón.
AMY GOODMAN: Quería trabajar preparando estudiantes para rendir el examen de secundaria, pero le dijeron que tenía que ser el concerje de la capilla ¿es así?
JOHN KIRIAKOU: Exacto. Tengo una maestría en asuntos legislativos, una licenciatura en estudios sobre Medio Oriente, y realicé cursos de doctorado en la Universidad de Virginia, en Relaciones Internacionales. Así que pensé: “Bueno, voy a hacer un buen uso de mi tiempo, dando clases para rendir exámenes de secundaria”. Pero cuando me ofrecí, me dijeron, no de muy buena manera: “Si necesitamos que enseñes una clase de porquería, te lo pediremos”. Entonces, pasé los dos años siguientes como conserje en la capilla.
AMY GOODMAN: John Kiriakou, al final de una de sus cartas desde Loretto, usted escribe: “Cuando leas esto,” —fue su última carta— “ya estaré en casa. Ahora comenzará el verdadero trabajo, la lucha por los derechos humanos, las libertades civiles y la reforma penitenciaria. Te puedo asegurar que sigo indoblegable, que no me he quebrado, estoy desistitucionalizado y listo para luchar”. ¿Qué significa “desinstitucionalizado”?
JOHN KIRIAKOU: Bueno, desinstitucionalizado significa que nunca me dejé intimidar por los funcionarios de la prisión de Loretto. Tuve una disputa con un teniente con reputación de matón, que realmente era un matón y un provocador. Y un día me gritó: “¡Te tienes que empezar a comportar más como un preso!” Y yo le dije: “¿Y eso qué significa? ¿Que debería hacerme un tatuaje en la cara? ¿Que debería robar comida de la cafetería para vendersela a la gente? Si te refieres a que tengo que decir todo el tiempo: “Sí, señor; no, señor; lo siento, señor”, eso nunca va a suceder. Nunca”. Le dije: “El respeto debe ser mutuo. Uno recibe respeto cuando da respeto. Y yo no te respeto”. Esa es la actitud que mantuve durante mis dos años de prisión.
AMY GOODMAN: ¿Qué fue lo que más le sorprendió estando allí, John?
JOHN KIRIAKOU: Realmente me sorprendió que los presos son tratados como si no fueran seres humanos. Los tratan como si fueran de alguna manera infrahumanos, como si fueran gente que no merece respeto, gente cuya salud no es importante, que no merece un juicio justo. Es como un depósito. Un depósito cuyos vigilantes son lacayos y gente que abandonó la academia de policía, o que no fue admitida en el ejército. Ese es el tipo de gente que rige nuestra vida en la cárcel.
AMY GOODMAN: John Kiriakou, volviendo al tema que denunció, el tema del submarino y la tortura, ¿qué continuidad le dio el gobierno de Obama a estos programas? O ¿no tuvieron continuidad?
JOHN KIRIAKOU: Creo que no tuvieron continuidad. Lo que sí se continuó en el gobierno de Obama, y realmente se perfeccionó en comparación con lo que había hecho el gobierno de Bush, son los ataques con aviones no tripulados. El presidente Obama ha matado mucha más gente en ataques de aviones no tripulados que el presidente Bush.
AMY GOODMAN: ¿Y qué opina del tema de Grecia? Usted es estadounidense de origen griego. De hecho, hizo parte de su trabajo de la CIA en Grecia. ¿Puede contarnos qué hizo allá y cómo ve lo que está pasando ahora con el ascenso de Syriza, con que el primer ministro sea el lider de Syriza?
JOHN KIRIAKOU: Serví en Grecia durante un par de años, yendo y viniendo, en realidad, entre la oficina central de la CIA y Grecia. Yo trabajaba en cuestiones de terrorismo. Pero en ese momento, aunque ahora parezca bastante pintoresco, se trataba de terrorismo europeo, el terrorismo comunista, específicamente la Organización Revolucionaria 17 de noviembre. Mi experiencia en Grecia fue muy buena. Es un gran país. Pero vienen pasando tiempos difíciles, particularmente, en los últimos siete años más o menos. El impacto de la recesión en Grecia ha sido probablemente más duro que en cualquier otro país de Europa occidental, y sin duda más duro que en Estados Unidos. Y parte del problema era que habían dos partidos que se alternaban en el gobierno, PASOK y Neo Demokratia, Nueva Democracia, que fueron muy corrompidos por el sistema. Y ahora está Syriza, un partido populista joven, nuevo, que tuvo una amplia victoria en las últimas elecciones parlamentarias, quedando apenas dos escaños por debajo de la mayoría absoluta, lo cual en Grecia es realmente una hazaña increíble. Como a la mayoría de los griegos estadounidenses, esto me entusiasma mucho. Creo que ya era hora de un cambio. Era hora de tener un régimen populista en Grecia, un régimen populista de izquierda. Y creo que bajo el liderazgo de Alexis Tsipras, el país podrá salir de la recesión. No obstante, va a ser necesario que la troika haga algunas concesiones, en lo referente a garantizar ayuda y asistencia para Grecia. El pueblo griego ha sufrido terriblemente. Los suicidios han aumentado como en un 300%. Hay una fuga de cerebros, médicos, abogados e ingenieros que se fueron a Estados Unidos, a Europa o Australia. Y es necesario terminar con eso, que los griegos se queden en Grecia y tratar de reconstruir su país. Y creo que eso se puede lograr con Syriza. Estoy muy entusiasmado con eso.
AMY GOODMAN: Bueno, estamos llegando al final de esta conversación, en la que nos acompaña desde su casa, bajo arresto domiciliario, en Arlington, Virginia. ¿Qué pasó con su familia, con su esposa, cuando usted fue declarado culpable y condenado a prisión? Ella también trabajaba en la agencia, ¿verdad? Y además tienen cinco hijos.
JOHN KIRIAKOU: Sí, así es, tengo cinco hijos. Mi esposa era una agente muy condecorada, muy respetada en la CIA. Ella realmente estaba haciendo una gran carrera y es muchísimo más inteligente y hábil que yo. Pero fue despedida el día que me arrestaron, sólo por estar vinculada a mí. Ella estuvo desempleada por 10 meses antes de conseguir trabajo aquí, en una empresa contratista del gobierno, donde realmente le va muy bien y la valoran mucho. Pero la echaron del trabajo sólo por estar casada conmigo. Esta situación complicó la crianza de cinco niños.
AMY GOODMAN: ¿Y qué dicen sus hijos, ahora que ha regresado a su casa?
JOHN KIRIAKOU: Ah, es genial. Maravilloso. De hecho, mi esposa y yo no hemos podido estar a solas ni una noche desde que llegué. O sea, imagine, con tres, tenemos tres niños pequeños en la cama con nosotros toda la noche. Y nos damos muchos abrazos, contamos cuentos, leemos libros. Ha sido genial volver. Ellos están felices de tenerme en casa.
AMY GOODMAN: Bueno, John Kiriakou, quiero darle las gracias por estar con nosotros una vez más. Estuvo 14 años en la CIA como analista y coordinador de agentes. Denunció el programa de tortura del régimen de Bush y ha sido el único funcionario encarcelado en relación con el tema. En el año 2007, confirmó públicamente el uso de la técnica de tortura conocida como submarino.
Traducido por Carlos Valdiviezo. Editado por Verónica Gelman y Democracy Now! en Español.