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Hace treinta y cinco años, el arzobispo Óscar Romero fue asesinado por miembros de un escuadrón de la muerte respaldado por Estados Unidos, mientras daba misa en una capilla de San Salvador, El Salvador. El sábado, más de 300.000 personas se congregaron en dicha ciudad para ver su beatificación, evento que, según los cánones de la Iglesia Católica, lo lleva un paso más cerca de la santidad. Este reconocimiento había sido trabado durante mucho tiempo por la oposición de clérigos y políticos derechistas. Durante la ceremonia, ocho diáconos llevaron hacia el altar la camisa manchada de sangre de Romero, contenida en una vitrina. La muerte de Monseñor Romero se produjo el 24 de marzo de 1980, al recibir un disparo en el corazón mientras daba misa en la capilla del hospital. Como autor intelectual de su asesinato, se señala a Roberto D’Aubuisson que era jefe de los escuadrones de la muerte y contaba con el respaldo de EE.UU.. D’Aubuisson era un líder militar formado en la Escuela de las Américas que dirigía Estados Unidos en Panamá y más tarde fundó el partido de derecha ARENA. Desde San Salvador, nos acompaña Roberto Lovato, escritor y profesor visitante en el Centro para la investigación de políticas latinas de la universidad U.C. Berkeley.