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El presidente Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense en funciones que visita la ciudad japonesa de Hiroshima, desde que aviones de guerra estadounidenses arrojaran la primera bomba atómica el 6 de agosto de 1945. El bombardeo dejó un saldo de 140 mil muertos y 100 mil heridos graves. Tres días después, EE.UU. arrojó una segunda bomba atómica en Nagasaki, dejando otros 74 mil muertos. Al hablar en el Parque de la Memoria y la Paz en Hiroshima, Obama no pidió disculpas por los bombardeos, pero pidió un mundo sin armas nucleares. ““Entre aquellos países como el mío, que tienen arsenales nucleares, debemos tener el valor para escapar de la lógica del miedo y procurar un mundo sin ellos”, dijo Obama. A pesar de su pedido por el fin de las armas nucleares, Estados Unidos sigilosamente estuvo mejorando su arsenal nuclear, para crear bombas nucleares más pequeñas y precisas como parte de un gran proyecto que costará hasta un billón de dólares durante tres décadas. Hablamos con el historiador Kai Bird, ganador del premio Pulitzer y coautor del libro “American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer” (El Prometeo estadounidense. El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer).