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Continúa creciendo la crisis humanitaria en Birmania, donde más de 400,000 miembros de la minoría musulmana rohingya han huído del país ante una brutal operación de las fuerzas militares birmanas. De acuerdo a Human Rights Watch, decenas de miles de hogares rohingya han sido incendiados en su totalidad. Unas 214 villas rohingya de Birmania han sido destruidas. Las fotografías satelitales tomadas antes y después, que distribuyó Human Rights Watch, revelan que amplios sectores del estado de Rakhine han sido destruidos en las últimas semanas. La semana pasada el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al-Hussein, acusó al gobierno birmano de llevar a cabo una limpieza étnica digna de un manual. El martes, Human Rights Watch le pidió a la Asamblea General de la ONU que condene las operaciones de las fuerzas militares birmanas. Mientras tanto, Aung San Suu Kyi, la ganadora del Premio Nobel de la Paz, que es hoy la presidenta de facto de Birmania, enfrenta crecientes críticas por su manejo de la violencia. El año pasado asistió a la Asamblea General de la ONU como la nueva y muy estimada líder civil de dicho país. Este año se abstuvo de asistir al encuentro y eligió evitar las preguntas acerca de la represión de las fuerzas militares birmanas a los rohingya. En un discurso televisado el martes en todo el país, Suu Kyi evitó culpar a las fuerzas militares y responder a la acusación de limpieza étnica hecha por la ONU.
Para saber más de este tema, puede ver la entrevista que le hicimos (en inglés) a Azeem Ibrahim. Ibrahim es autor del libro “The Rohingyas: Inside Myanmar’s Hidden Genocide” (Los rohingya: dentro del genocidio oculto de Birmania) y miembro del Centro para una Política Global.