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A medida que se conocen más detalles sobre la masacre escolar del viernes en Santa Fe, Texas, que causó 10 muertes, comienza a observarse un patrón común: un tirador hombre, blanco, que había sido rechazado por una compañera de clase mujer. La madre de Shana Fisher, una de las víctimas que se encontraba en la clase de arte en la que, según la policía, el joven de 17 años Dimitrios Pagourtzis entró a disparos, declaró al periódico Los Angeles Times que su hija de 16 años “tuvo problemas durante cuatro meses con este chico. … Él la buscaba continuamente y ella siempre le decía que no”. Sadie Rodriguez señaló que recientemente su hija le había hecho frente a Pagourtzis en medio de la clase y “una semana después él va y dispara contra todos los que le caían mal”. El tiroteo de Santa Fe sería el segundo tiroteo escolar de los últimos meses motivado por un rechazo de este tipo. En marzo, Jaelynn Willey, de 16 años, fue baleada en la cabeza en la secundaria Great Mills por Austin Wyatt Rollins, de 17 años, luego de poner fin a su relación con él. El ataque le provocó muerte cerebral y murió cuando su familia decidió desconectarla del sistema de soporte vital.
Para profundizar en el tema, vea (en inglés) nuestra conversación con Soraya Chemaly, periodista especializada en la intersección de género y política. Es directora del proyecto de expresión de la organización Women’s Media Center.