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Un grupo de pacifistas llevan más de un año en prisión preventiva por haber ingresado a la Base Naval de Kings Bay en Georgia para protestar contra las armas nucleares estadounidenses. La acción ocurrió en abril de 2018, cuando se cumplían cincuenta años del asesinato de Martin Luther King. Amparados por la oscuridad y armados con martillos, cinta para demarcar la escena de un crimen y biberones con la sangre de los propios activistas, siete de ellos ingresaron a Kings Bay clandestinamente, una de las bases para submarinos nucleares más grandes del mundo. Su objetivo era desarmar simbólicamente los seis submarinos de misiles balísticos nucleares que esa base alberga. Cada uno de estos submarinos contiene 20 armas termonucleares de tipo Trident. Un año después de esta acción histórica, tres de los activistas del movimiento Plowshares siguen en la cárcel de Georgia. Los otros cuatro pagaron una fianza de 50 mil dólares y están monitoreados con tobilleras electrónicas. Los siete enfrentan 25 años de cárcel por sus acciones. El jueves, líderes globales, activistas y profesores, entre los que se encuentran el arzobispo sudafricano ganador del Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu, Daniel Ellsberg y Noam Chomsky, publicaron un petitorio dirigido al fiscal general de EE.UU., William Barr, para exigirle que se retiren inmediatamente todos los cargos contra los siete de Kings Bay. Democracy Now! conversó recientemente con los cuatro activistas de Plowshares que salieron bajo fianza: Martha Hennessy, Carmen Trotta, Patrick O’Neill y Clare Grady.
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