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El condado de Los Ángeles está registrando un récord de contagios y muertes por COVID-19, y sus hospitales están desbordados. Las comunidades indígenas de la región se encuentran entre los sectores más afectados en vecindarios de clase trabajadora, donde gran parte de la población trabaja en tareas esenciales. “La población indígena no tenemos el privilegio de quedarnos en casa y no ir a trabajar”, dice Odilia Romero, cofundadora y directora ejecutiva de Comunidades Indígenas en Liderazgo (CIELO), una organización sin fines de lucro liderada por mujeres indígenas que trabaja con comunidades de Los Ángeles. Romero también lamenta “la pérdida de conocimientos” generada por la devastación de la COVID-19: “Algunos de nuestros mayores han fallecido y con ellos se va toda su cosmovisión”. Recientemente, CIELO publicó un libro que documenta historias de vida en medio de la pandemia de mujeres indígenas indocumentadas de México y Guatemala que residen en Los Ángeles.
Transcripción
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now! Soy Amy Goodman, con Juan González. Cuatro mil trescientos veintisiete. Ese es el número récord de muertes por coronavirus registradas en un solo día en EE.UU., un récord también a nivel mundial. Es un número mayor que el total de personas que han muerto de COVID-19 en Corea del Sur durante toda la pandemia. Más que el número total de personas que han muerto de COVID-19 en Japón, reitero, a lo largo de toda la pandemia.
En medio de estas nuevas cifras récord que una vez más enfrenta EE.UU., pasamos a hablar sobre California. Se calcula que el condado de Los Ángeles, el área más afectada de ese estado, alcanzará la cifra de un millón de contagios por COVID-19 a mediados de enero, mientras se registran cifras récord de muertes y los hospitales siguen desbordados. Durante la primera semana de enero, se reportaron 1.600 muertes en Los Ángeles, lo que equivale a un promedio de una muerte cada seis minutos. Este momento crítico para Los Ángeles llega en medio de las elevadas cifras en todo el estado. El lunes 11 de enero, el gobernador Gavin Newsom dijo que el estado de California abriría centros de vacunación masiva. GOV.
GAVIN NEWSOM: Reconocemos que la estrategia actual no nos va a acercar a nuestro objetivo tan rápido como todos lo necesitamos, y por eso vamos a agilizar la administración de las vacunas, no solo para grupos prioritarios, sino también abriendo grandes centros para vacunar a más personas. Los estadios de los Dodgers y de los Padres y el centro de convenciones Cal Expo, entre otros, se convertirán en grandes centros de vacunación y empezarán a funcionar esta misma semana.
AMY GOODMAN: El virus ha afectado en mayor gravedad a las comunidades latinas e indígenas de Los Ángeles, ya que la COVID-19 se ha propagado en barrios de clase trabajadora, donde muchos son trabajadores esenciales. Este es el Dr. Edgar Chavez, quien trabaja en una clínica comunitaria en Los Ángeles, hablando para la cadena NBC.
EDGAR CHAVEZ: No es fácil para nosotros ver a nuestra población haciendo los trabajos que nadie más quiere hacer, poniendo la cara, exponiéndose a la COVID, para luego morir a causa de esta, sin recibir la atención médica adecuada, sin recibir la vacuna a tiempo.
AMY GOODMAN: En Los Ángeles, las comunidades indígenas provenientes de México y Centroamérica se han visto particularmente afectadas al tener que hacer frente tanto a la COVID-19 como a las barreras adicionales del idioma y a la falta de acceso a la información y la atención médica necesarias.
Para ampliar este tema nos acompaña desde Los Ángeles Odilia Romero, cofundadora y directora ejecutiva de Comunidades Indígenas en Liderazgo (CIELO), una organización sin fines de lucro liderada por mujeres indígenas que ha recaudado más de un millón de dólares para proveer ayuda por la pandemia a las comunidades indígenas de Los Ángeles. Recientemente, CIELO publicó un libro, cuyo nombre le voy a pedir que pronuncie, que documenta historias de vida de mujeres indígenas indocumentadas de México y Guatemala durante la pandemia. Odilia Romero es intérprete zapoteca y ha ocupado puestos de liderazgo en el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales durante 25 años.
Odilia, bienvenida de nuevo a Democracy Now! Para empezar, ¿podría por favor decirnos el nombre de su libro, para no pronunciarlo incorrectamente? Y luego háblenos sobre las comunidades indígenas inmigrantes y sobre su situación en medio de esta pandemia sin precedentes.
ODILIA ROMERO: Buenos días, Amy. Gracias por invitarme de nuevo. Pa diuxi. El nombre del libro es “Diža ’No’ole”, que significa “palabra de mujer”.
La COVID-19 ha sido devastadora para las comunidades indígenas del condado de Los Ángeles. Cada vez que hablo con alguien de la comunidad, me comentan sobre la muerte del mecánico, del sanador, del danzante. Y eso sucede cada día que tenemos la oportunidad de hablar con la gente, es una tragedia. Ayer hablé con alguien que me dijo: “Han muerto ocho personas esta semana en mi comunidad”. Otra mujer me dijo: “Cuatro personas han muerto en mi comunidad”. Así que cada día que hablo con alguien de la comunidad hay más y más muertos.
Y esto sucede porque la población indígena no tenemos el privilegio de quedarnos en casa y no ir a trabajar. Tenemos que ir a trabajar. Hemos escuchado muchas historias a través de nuestro fondo “Undocu-Indigenous Fund”: “No tengo dinero para pagar el alquiler. Los fondos que recibo gracias a la organización CIELO van directamente a pagar mi alquiler. No tengo comida. Tengo que trabajar. Vendo comida en la calle”. Esto crea una situación en que las personas se exponen a contraer la COVID-19. Y cuando la gente se contagia… Mucha gente ha perdido sus apartamentos y ahora está viviendo con otras familias. Así que si una persona se contagia, infecta al resto.
Ha sido realmente doloroso ver el impacto de la COVID en las comunidades indígenas. La tasa de contagios es muy alta. Y cuando vas al hospital, incluso si uno habla español o inglés, estás solo allí, pero si eres [una persona indígena] no hay nadie que interprete en tu idioma. Y cuando comenzó esta pandemia, cuando comenzamos los fondos, decíamos: “Conozco a alguien que conoce a una persona que tuvo COVID”. Luego, durante el verano: “Una persona en mi familia tuvo COVID”. Ahora, cuando hablas con la gente lo que te dicen es: “Tengo COVID”. Un familiar: “Tengo COVID”. Mi mamá: “Tengo COVID”. Mi madre ha estado ingresada en el hospital. Estuvo allí durante 10 días. Y fue devastador saber que estaba ahí y no poder verla, no poder hablar con ella, y que ella tampoco pudiera comunicarse en su idioma indígena. Ella entró en una profunda depresión y por un momento pensamos que la íbamos a perder. Todo esto es lo que está sucediendo con las comunidades indígenas: falta de fondos y una gran inseguridad alimentaria. Así que estamos sufriendo mucho actualmente, Amy.
JUAN GONZÁLEZ: Odilia, hemos escuchado muchas historias indignantes en los últimos días sobre la forma desigual en que se está manejando la pandemia. Estoy pensando específicamente en los jugadores de la Liga Nacional de Fútbol Americano, la NFL, que todos los días se realizan pruebas de diagnóstico de la COVID-19 solo para asegurarse de que los partidos puedan continuar. También sabemos que hay instituciones médicas de élite, como el Hospital Presbiteriano de Nueva York y el Hospital Brighman, que están vacunando, no solo al personal de emergencias que de verdad son quienes atienden a los pacientes con COVID, sino a sus estudiantes de posgrado, a sus administradores y a todo tipo de personas que en realidad no están en riesgo. Mientras tanto, ustedes se enfrentan a esta crisis en Los Ángeles. ¿Cuál es su reacción al escuchar algunas de estas historias?
ODILIA ROMERO: Mi reacción y la de nuestro equipo es la siguiente: es muy desgarrador escuchar las historias de nuestra comunidad. Hay veces en que nos reunimos con nuestro equipo por la noche, porque estamos haciendo la cuarentena juntos, y nos sentamos sin saber qué hacer. Estamos atados de manos. Solo hemos recaudado 3,4 millones de dólares, que parece mucho dinero, pero solo sirve para ayudar a 5.000 personas. Cuando la gente llama diciendo: “¿Tienen comida para mí? ¿Me podrían ayudar con algo de dinero para el alquiler?, porque el dueño de la vivienda me está amenazando”. Cuando escuchamos cosas como: “Tengo que ir a trabajar, pero estoy contagiado”. Cuando hablamos con la gente y están tosiendo, y luego nos damos cuenta del privilegio del que otros disfrutan mientras los trabajadores esenciales no pueden acceder a la vacuna, es descorazonador.
Y personalmente es muy frustrante. No tengo palabras para describir la rabia que a veces siento al ver a las comunidades indígenas en la primera línea contra la pandemia. En los campos agrícolas, en la industria hotelera, en las tintorerías, estamos ahí. Y no tenemos acceso a la vacuna. No tenemos acceso a más fondos de los que tenemos en CIELO. Y lo que tenemos en CIELO puede parecer mucho dinero, pero en realidad no es nada comparado con las necesidades de la gente en este momento.
Y además de todo esto, tenemos que hablar de las personas que no pueden trabajar porque tienen hijos y deben quedarse en casa. Un día un padre de familia me dijo: “En nuestra casas viven cuatro familias, y los niños piden pizza, así que nos turnamos. Una familia compra una pizza y damos prioridad a los niños”. Algunas familias han mencionado que están reduciendo su consumo de alimentos para dar prioridad a los niños. Es muy desgarrador y deprimente.
JUAN GONZÁLEZ: Odilia, ¿podría también hablar sobre qué medidas ha tomado el gobernador Newsom a nivel estatal para ayudar a algunas de las comunidades más afectadas, especialmente en lugares como Los Ángeles? Allí un buena parte de sus residentes son indocumentados y no pueden acceder a las ayudas del Gobierno federal.
ODILIA ROMERO: Bueno, se ha visto bastante apoyo para las comunidades indocumentadas. Se creó un fondo de ayuda en California. Pero, en cuanto a la población indígena en particular, no se ha visto un esfuerzo similar. Nos etiquetan como personas de origen latino y con eso dan por hecho que están dando asistencia a los latinos indocumentados. Pero no somos latinos.
Una de las cosas a considerar en cuanto al acceso a estos recursos por parte de la población indígena, es la barrera del idioma. Muchas personas indígenas no han recibido educación universitaria, así que no saben leer ni escribir y eso les impide acceder a muchos fondos. Varios miembros de la comunidad nos han hecho saber que han enviado solicitudes. Unas de las cosas hermosas que han salido de todo esto es que [en nuestra organización] podemos hablar su idioma. Tenemos personal que habla k’iche’, zapoteca, mixteca, y eso nos permite comunicarnos con la comunidad. Eso marca una gran diferencia durante el proceso para pedir fondos. [Aparte de eso], ha habido poco esfuerzo para ayudar a las comunidades indígenas.
AMY GOODMAN: Quisiera continuar con ese asunto sobre quiénes están muriendo, las vidas y el conocimiento que se ha perdido. Mientras usted hablaba recordé una conversación que tuve con un miembro del pueblo Sioux de Standing Rock. Allí han priorizado a los hablantes de los idiomas nativos para la distribución de las vacunas contra la COVID-19, porque hay culturas e idiomas que se están extinguiendo con la muerte de sus mayores durante la pandemia. Odilia, ¿podría hablarnos sobre lo que está pasando en Los Ángeles, ya que usted es intérprete zapoteca, con el pueblo zapoteco, con los k’iche’? Háblenos sobre lo que no muestran los datos. Usted describe eso como una forma de borrar a los pueblos indígenas.
ODILIA ROMERO: Anoche, por ejemplo, el Departamento de Salud del condado publicó lo siguiente: Nuevas muertes hasta el momento, 288. Yo sé que al menos 15 de esas personas eran indígenas, porque nuestro equipo o yo misma hemos hablado con sus familiares. En cuanto a los nuevos casos, se han registrado 11.844. También sé que de esos, unos cien se dieron en comunidades indígenas.
Y uno podría decir que esos números son bajos. Pero, precisamente por ser una población pequeña, la pérdida de vidas, los contagios y la pérdida de conocimientos se sienten de verdad. Algunos de nuestros mayores han fallecido y con ellos se va toda su cosmovisión. Justo la semana pasada murió alguien de la comunidad que conocía muchas historias de migraciones. Fue una de las primeras mujeres de su pueblo que vino a EE.UU. y ayudo a venir a muchas otras mujeres. Todas sus historias han desaparecido.
Y con la COVID, el idioma está muriendo más rápido que nunca, especialmente aquí en Los Ángeles, con los mayores indígenas. Yo hablo el idioma, pero esa fue una de las cosas que pensé cuando mi mamá estuvo en el hospital: Nunca documentamos su historia. ¿Qué pasará con todas las recetas de comida que tiene mi mamá? Todo su conocimiento. Esa es una de esas cosas que para nosotros es importante.
Sería genial si las comunidades indígenas tuvieran acceso a la vacuna, porque hay mucha sabiduría que desaparecerá con la COVID. Y debido a que vivimos en lugares confinados aquí en Los Ángeles, el riesgo de nuestros mayores a resultar contagiados y morir es mucho mayor que en cualquier otro lugar, así como el riesgo de que desaparezcan el idioma y las tradiciones. Cuando uno de los sanadores tradicionales estuvo hospitalizado, yo llamé, pero no habla ni español ni inglés, [habla una variante de zapoteco que no interpretamos]. ¿Cómo iba a comunicarme con él? Fue imposible. Afortunadamente, ya está en casa y se encuentra mejor. Pero estas son las cosas que son desgarradoras para nosotros aquí en CIELO.
AMY GOODMAN: Muchísimas gracias por acompañarnos, Odilia Romero, intérprete zapoteca y directora ejecutiva de Comunidades Indígenas en Liderazgo (CIELO), que ayudó a recaudar más de un millón de dólares para ayudar a las comunidades indígenas de Los Ángeles. Romero ha publicado un libro que documenta las historias de vida y muerte de esas comunidades durante la pandemia.
Con esto concluimos nuestra emisión. La Cámara de Representantes va a votar para someter a Trump a un nuevo juicio político, el primer presidente en ser enjuiciado dos veces. Transmitiremos el debate y la votación en democracynow.org, a partir de las 9 a.m., hora del este de EE.UU.
Esto es todo por hoy. Democracy Now! es producido por Renée Feltz, Mike Burke, Deena Guzder, Libby Rainey, Nermeen Shaikh, María Taracena, Carla Wills, Tami Woronoff, Charina Nadura, Sam Alcoff, Tey-Marie Astudillo, John Hamilton, Robby Karran, Hany Massoud y Adriano Contreras. Nuestra directora general es Julie Crosby. Un agradecimiento especial a Becca Staley, Miriam Barnard, Mike DiFilippo, Miguel Nogueira, Hugh Gran, Denis Moynihan, David Prude y Dennis McCormick.
Recuerden, usar tapabocas es un acto de amor. Soy Amy Goodman, con Juan González. Gracias por acompañarnos.
Traducido por Iván Hincapié. Editado por Igor Moreno Unanua.