Hablamos con un disidente birmano sobre el golpe militar que se está llevando a cabo en su país y la detención de la Consejera de Estado y gobernante de hecho Aung San Suu Kyi. El golpe comenzó horas antes de la apertura del parlamento y la toma de posesión de los escaños legislativos. En las elecciones de noviembre de 2020, el partido de Aung San Suu Kyi ganó más del 80% de los escaños en disputa en el parlamento birmano y el ejército hizo acusaciones infundadas de fraude. Con el golpe de Estado también han sido detenidos cientos de legisladores, activistas y defensores de los derechos humanos, y se han cortado las telecomunicaciones en diferentes zonas de Birmania, país al que el ejército llama Myanmar. “El ejército decidió dejar de jugar este juego de la democracia con Aung San Suu Kyi”, señala Maung Zarni, cofundador de la Coalición Rohingya Libre y las Fuerzas de Renovación del Sudeste Asiático. “El ejército ha demostrado ser menos astuto y está perdiendo tanto en el terreno jurídico como en las urnas. Así que por eso decidieron arruinar el juego “. Además, Zarni sostiene que el golpe podría empeorar la situación de la comunidad musulmana rohingya, que viene enfrentando detenciones masivas, asesinatos y la expulsión de Birmania como parte de una campaña ampliamente denunciada como genocidio.
Para conocer más sobre el tema, vea (en inglés) nuestra conversación con Maung Zarni.