Relacionado
Amy Goodman y Denis Moynihan
“Me pongo de pie hoy con el corazón apesadumbrado, lleno de tristeza por las familias y sus seres queridos que fueron asesinados y heridos esta semana”. Así se expresaba, emocionada y con voz temblorosa, la congresista demócrata de California Barbara Lee desde el hemiciclo de la Cámara de Representantes de Estados Unidos el 14 de septiembre de 2001, tres días después de los devastadores ataques del 11 de septiembre.
El país estaba conmocionado por la muerte de más de 3.000 personas, y el presidente de entonces, George W. Bush, comenzaba ya a hacer sonar los tambores de guerra. Lee pronunció estas palabras en el debate —de cinco horas de duración— que tuvo lugar en la Cámara baja sobre la concesión de amplios poderes de guerra al presidente para usar la fuerza militar en represalia por los ataques. El Senado ya había aprobado la autorización en una votación unánime de 98 votos a favor y ninguno en contra. Ese 14 de septiembre, Barbara Lee sería la única miembro del Congreso en votar en contra de la guerra. La votación final en la Cámara de Representantes fue 420 a 1.
“Solo los más tontos o los más despiadados podrían no comprender el dolor que ha paralizado al pueblo estadounidense y a millones de personas en todo el mundo”, continuó Lee. “Este terrible ataque contra Estados Unidos me ha hecho confiar en mi brújula moral, en mi conciencia y en mi Dios para orientarme. El 11 de septiembre cambió el mundo. Ahora nos acechan nuestros miedos más profundos. Sin embargo, estoy convencida de que la acción militar no evitará otros actos de terrorismo internacional contra Estados Unidos”.
Barbara Lee había preparado su discurso a toda prisa. La congresista pensaba que la resolución iba a pasar antes por el Comité de Servicios Armados, pero el presidente republicano de la Cámara de Representantes la puso directamente a consideración del pleno de la Cámara baja.
En un evento patrocinado por el Instituto de Estudios Políticos (IPS, por sus siglas en inglés), a pocos días del vigésimo aniversario del 11 de septiembre, la Congresista Lee contó a Democracy Now!: “Tuve que bajar corriendo al recinto. Estaba tratando de ordenar mis pensamientos… Solo tuve tiempo de garabatear algo en una hoja de papel”.
Esas palabras que Barbara Lee anotó a las apuradas en un papel resonaron fuerte en el recinto de la Cámara baja:
“Por más difícil que sea esta votación, algunos de nosotros debemos exhortar a la moderación. Nuestro país está de luto. Hagamos una pausa, tan solo un minuto, y pensemos bien en las repercusiones que tendrán las decisiones que tomemos hoy, para que esto no se salga de control’”.
Las cosas se salieron efectivamente de control. El Instituto Watson de la Universidad de Brown calcula que al menos 801.000 personas, casi la mitad de ellas civiles, han muerto por la violencia de guerra directa posterior al 11 de septiembre en Irak, Afganistán, Siria, Yemen y Pakistán. Miles de militares y contratistas estadounidenses han muerto o han resultado heridos. Asimismo, el Instituto estima que la cifra que los contribuyentes estadounidenses han tenido que pagar por esas acciones de guerra supera largamente los ocho billones de dólares.
En “Punto de inflexión”, un nuevo y abarcativo documental de cinco capítulos sobre la respuesta de Estados Unidos a los ataques del 11 de septiembre, la congresista Lee reflexiona sobre la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar —o AUMF, por sus siglas en inglés— contra la que ella fue la única voz disidente. “La Autorización para Usar la Fuerza Militar se ha utilizado más de 41 veces en unos 19 países que no tuvieron ninguna relación con los hechos del 11 de septiembre. […] Se ha empleado en todo el mundo como base para usar la fuerza y para bombardear y participar en operaciones militares. Eso es inconstitucional. Allana el camino para una guerra perpetua”.
La congresista Lee votó valientemente en contra de la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar hace veinte años, cuando todavía ardían los escombros en la Zona Cero, en el Pentágono y en las afueras de Shanksville, Pensilvania, donde el vuelo 93 de United Airlines se estrelló mientras los pasajeros y la tripulación luchaban contra los secuestradores del avión. Inmediatamente después de la votación, Lee comenzó a recibir amenazas de muerte y se la acusó de traidora y de antiestadounidense. Pero también recibió otro tipo de mensajes: “De hecho, el 40% de las 60.000 comunicaciones [que recibí] fueron muy positivas. Personas de todo el mundo, entre ellas el obispo [Desmond] Tutu y [la escritora y activista estadounidense] Coretta Scott King, me enviaron mensajes muy positivos”.
En ese momento, Barbara Lee era una de las miembros más recientes del Congreso de Estados Unidos y una de las pocas mujeres afroestadounidenses en ocupar una banca en la Cámara de Representantes o en el Senado. Cuando Democracy Now! le preguntó de dónde sacó el coraje para adoptar esa posición tan difícil, Lee contestó: “Soy una mujer negra en Estados Unidos”.
Luego la congresista contó una historia que rara vez comparte en entrevistas, sobre el día en que nació, en la ciudad de El Paso, en Texas:
“Mi madre necesitaba hacerse una cesárea y fue al hospital. [Al principio] no la admitieron porque era negra”, contó la Congresista Lee. “Ella estaba inconsciente y tuvieron que sacarme del vientre de mi madre con unos fórceps. Por poco muero en el parto. Y mi madre casi muere al tenerme. Creo que todo lo que sigue después de eso no es un gran problema”.
El 14 de septiembre de 2001, la congresista Barbara Lee cerró su histórico discurso con una súplica por la paz y la diplomacia que todos deberíamos recordar:
“Ha sido muy difícil para mí decidir este voto. Pero hoy, durante la dolorosa y emotiva ceremonia en homenaje a las víctimas de los ataques, comprendí que debía oponerme a esta resolución. Hago mías las palabras que pronunció de forma tan elocuente un miembro del clero: 'Al actuar, no nos convirtamos en el mal que deploramos'”.
© 2021 Amy Goodman
Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Otros formatos