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En el vigésimo aniversario de la llegada del primer prisionero al centro de detención estadounidense ubicado en la Bahía de Guantánamo, Cuba, dedicamos el programa completo a conversar con exdetenidos. Comenzamos con Moazzam Begg que estuvo encerrado tres años en esta cárcel militar y, finalmente, fue liberado sin haber sido acusado de ningún delito. En la actualidad, Begg trabaja para que se haga justicia a las víctimas de la llamada guerra contra el terrorismo y pide que el Gobierno de Biden cumpla la promesa que hizo de cerrar esta cárcel militar y liberar a los 39 prisioneros restantes. Veinte años después de la apertura de este centro de detención, Begg reflexiona sobre la ilegalidad en la que opera Guantánamo y cuán absurdo es que siga existiendo. También sostiene que los métodos de tortura empleados no solo no eran éticos, sino que, en última instancia, lograban muy poca información confiable de inteligencia. “El legado de este lugar es el encarcelamiento sin juicio, la tortura, la ausencia del Estado de derecho, la eliminación de la presunción de inocencia”, dice Begg.
Para ampliar esta información, vea (en inglés) la conversación que mantuvimos con Moazzam Begg.