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Irán ha entrado en su cuarta semana de manifestaciones antigubernamentales, desencadenadas por la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, el mes pasado. Las protestas son encabezadas por jóvenes y mujeres e involucran a gente de todas las clases sociales y orígenes étnicos. Las demandas se han ido ampliando y profundizando, hasta el punto de pedir —incluso desde sectores del clero— la abolición total de la República Islámica. Diferentes sectores de la sociedad, incluyendo empresas y sindicatos, se han ido sumando a las movilizaciones y los trabajadores petroleros de una de las principales refinerías del país entraron en huelga el lunes 11 de octubre. La respuesta de las autoridades iraníes ha sido una violenta represión contra las manifestaciones, cuenta Raha Bahreini de Amnistía Internacional. Además, señala que las fuerzas de seguridad están disparando con municiones reales a las multitudes para dispersar las manifestaciones, lo que está dejando miles de personas heridas y al menos 144 víctimas fatales, entre ellas 24 menores de edad. La violencia del Gobierno es “un indicador de cuán amenazado se siente el régimen por estas protestas”, plantea el académico iraní-estadounidense Reza Aslan, quien afirma que si bien en la historia de Irán ha habido numerosas revoluciones, “esta vez se siente diferente”.
Para ampliar esta información, vea (en inglés) nuestra conversación con Raha Bahreini y Reza Aslan.