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Estados Unidos se niega a emitir un mensaje directo de repudio contra Arabia Saudita luego de que dicho reino informara, el 12 de marzo, que había ejecutado a 81 personas, entre ellas, siete hombres yemeníes y uno sirio. Los organismos de derechos humanos dicen que muchos de los ejecutados habían sido detenidos por participar en manifestaciones en defensa de los derechos humanos y que a muchos de ellos se les negó el acceso a un abogado, se les mantuvo incomunicados y se los torturó. Esto sucede en momentos que Estados Unidos estaría en conversaciones con funcionarios sauditas destinadas a que el reino aumente el suministro de petróleo, lo que ayudaría a reducir los precios de la gasolina en Occidente. “Está muy claro que el Gobierno saudita pensó que podía aprovechar la crisis en Ucrania para llevar a cabo esta ejecución sin preocuparse de represalias a nivel internacional”, dice Sarah Leah Whitson de la organización Democracia ya para el Mundo Árabe. Whitson sostiene que es “patético” que el presidente Biden siga intentando negociar con Arabia Saudita a la vez que condena los abusos a los derechos humanos perpetrados por Rusia; es algo que debilita el derecho internacional y la credibilidad de Estados Unidos en materia de derechos humanos. También afirma que el Gobierno saudita está tratando de presionar a Estados Unidos para que desestime la demanda que ella encabeza por el asesinato legitimado por el Estado del periodista y disidente saudita Jamal Khashoggi, a cambio de aumentar la producción de petróleo.
Para conocer más sobre este tema, vea (en inglés) la conversación que mantuvimos con Sarah Leah Whitson.