Los sindicatos franceses informan que casi tres millones y medio de personas salieron a las calles el jueves 23 de marzo en el marco de una huelga general a nivel nacional y otras acciones de protesta contra la política profundamente impopular del presidente Emmanuel Macron de elevar la edad jubilatoria de 62 a 64 años. La semana pasada, Macron forzó la aprobación de la medida, frenada en la Asamblea Nacional francesa, recurriendo a una cláusula constitucional que permite eludir la votación parlamentaria. El lunes 20 de marzo, el Gobierno de Macron sobrevivió a dos mociones de censura presentadas en su contra, una de las cuales no prosperó por sólo nueve votos. Sin embargo, la ira popular no muestra signos de disminuir y los principales sindicatos de Francia planean otra jornada nacional de lucha para el próximo martes. “El Gobierno no solo está tratando de imponer esta reforma de las pensiones que la gente considera totalmente injusta, sino que también está ignorando una movilización popular histórica, que es enorme incluso para los parámetros franceses”, sostiene el periodista Cole Stranger de Marsella. Su colaboración más reciente para el periódico The New York Times es un ensayo titulado “France Is Furious”.
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