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Hablamos con la periodista Dahlia Lithwick, quien tiene una larga trayectoria cubriendo a la Corte Suprema de Estados Unidos, acerca de la creciente evidencia que está surgiendo sobre la mala conducta financiera de los miembros conservadores de este tribunal. Recientemente, el medio ProPublica informó que el multimillonario republicano Harlan Crow le pagó al sobrino nieto del juez Clarence Thomas dos años de matrícula en una escuela privada, pagos que Thomas no incluyó en sus declaraciones financieras anuales. Informes anteriores de este medio habían revelado que Crow también pagó dinero a Thomas y sus familiares por una transacción inmobiliaria que tampoco fue declarada y que Thomas aceptó viajes de lujo pagados por Crow prácticamente todos los años durante décadas, sin acatar una ley federal que le exige informar públicamente la mayor parte de los regalos que recibe.
Por otro lado, el periódico The Washington Post informa que, hace una década, el activista conservador Leonard Leo —especializado en incidir en el sistema judicial— hizo arreglos para que la esposa de Thomas, Ginni Thomas, cobrara una cifra no menor a 80.000 dólares por un trabajo de consultoría y pidió que en ningún documento vinculado a esos pagos se especificara el nombre de Ginni Thomas. Poco después, una organización sin fines de lucro vinculada a Leo presentó un argumento escrito ante la Corte Suprema en el histórico caso del “Condado de Shelby contra Holder”, en el que Thomas emitió el voto decisivo en un fallo de cinco votos a favor y cuatro en contra que anuló partes claves de la Ley del Derecho al Voto de 1965. “En el Senado están empezando a entender que les corresponde intervenir y emitir algún típo de normas de conducta ética o exigirle al tribunal que establezca su propio código de ética”, dice Lithwick, corresponsal de asuntos judiciales del medio Slate y presentadora del podcast Amicus.
Para ver la entrevista completa en inglés, haga clic aquí.