Porcha Woodruff estaba embarazada de ocho meses cuando la policía de Detroit la detuvo equivocadamente por robo y secuestro de un automóvil en base a una coincidencia de reconocimiento facial defectuosa. Woodruff estuvo en la cárcel durante once horas, donde comenzó a tener contracciones y, tras ser liberada con una fianza de 100.000 dólares, tuvo que ser llevada al hospital. “Pasar por ese tipo de estrés podría haberme hecho perder a mi bebé”, dice Woodruff. Según la ACLU, Woodruff es al menos la sexta persona que denuncia haber sido acusada erróneamente de un delito a partir del uso de la tecnología de reconocimiento facial. En todos los casos, se trata de errores cometidos con personas negras. Estas situaciones son parte de lo que se denomina “sesgo algorítmico”, donde la tecnología es alimentada con información sesgada, lo que automatiza y consolida aún más la opresión existente. “Nadie tomaba en serio lo que yo decía. Era como que ya me estaban tratando como sospechosa”, relata Woodruff acerca de su experiencia. Ahora, junto al abogado Ivan Land, está demandando a la ciudad de Detroit por detención y encarcelamiento sin fundamento legal, así como malicia procesal.
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