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La gobernadora demócrata del estado de Nueva York, Kathy Hochul, sorprendió a su electorado con la sorpresiva decisión de cancelar el programa de control de tráfico en la ciudad de Nueva York pocas semanas antes de la fecha prevista para su implementación. Hochul había apoyado previamente dicho programa, que establecía una tarifa de 15 dólares para los automóviles que ingresaran a ciertas partes de Manhattan, dinero con el cual se iba a incrementar el presupuesto del sistema de transporte público de la ciudad, denominado Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA). Si bien es utilizado diariamente por millones de personas, este sistema se encuentra desfinanciado hace mucho tiempo, con un presupuesto que no alcanza para cubrir las ampliaciones y reparaciones necesarias. El plan de control de tráfico por medio del cobro de tarifas para acceder a ciertas zonas cuenta con el apoyo de una amplia coalición, en la que participan organizaciones por los derechos de personas con discapacidad, sectores sociales de bajos ingresos y activistas ambientales. Una de las expectativas de este programa estaba puesta en reducir drásticamente la contaminación del aire y las emisiones generadas por los combustibles fósiles en la tercera ciudad más contaminante del mundo. Hablamos del tema con dos neoyorquinos: David Jones es miembro de la junta directiva de la MTA y presidente y director ejecutivo de la organización Community Service Society of New York. Keanu Arpels-Josiah acaba de graduarse de la escuela secundaria y es activista de la organización de jóvenes por la justicia climática Fridays for Future. “La crisis climática está en un punto calamitoso” y la gobernadora Hochul está “fallando en este tema”, afirma Arpels-Josiah.
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