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La más reciente campaña de desinformación del multimillonario aliado de Trump Elon Musk, estuvo dirigida al Gobierno del Reino Unido, el cual parece no ser lo suficientemente antiinmigrante para los estándares de Musk. Hablamos del tema con Quinn Slobodian, quien plantea que Musk ya ha configurado la política económica del Gobierno entrante de Estados Unidos al proponer recortes al gasto público y el traspaso de los servicios públicos a las manos de empresas de tecnología privadas y que esto es indicio de una “nueva era” en la política estadounidense. Slobodian está documentando cómo los multimillonarios derechistas de la tecnología aceleran cada vez más sus esfuerzos para moldear el mundo de acuerdo con sus creencias “destructivas” y “nihilistas”. En una extensa conversación con Democracy Now!, Slobodian comenta la clara admiración que muestra Musk por hombres autoritarios poderosos, la desregulación del mercado y la retórica del supremacismo blanco.
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Transcripción
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman.
El multimillonario de la tecnología Elon Musk publicó una encuesta este lunes en X preguntando: “Estados Unidos debería liberar al pueblo de Gran Bretaña de su gobierno tiránico. ¿Sí o no?”. La pregunta era parte de una serie de publicaciones llenas de información errónea que Musk publicó en la red social X y que llevó a The New York Times a reportar que Musk “parece tener la intención de ejercer la misma influencia en países europeos que durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos”.
En los últimos días, Musk arremetió contra el Gobierno laborista del Reino Unido, además de criticar a un político británico que anteriormente había respaldado, el populista antiinmigrante Nigel Farage del partido de extrema derecha Reform UK. El cambio de opinión de Musk se produjo después de que Farage se negara a apoyar la liberación de prisión del activista de extrema derecha, antiinmigrante e islamófobo Tommy Robinson. Mientras tanto, Musk también acusó falsamente al primer ministro del Reino Unido Keir Stramer de no haber procesado a violadores de niñas, y apoyó una publicación en X que instaba al rey Carlos a disolver el Parlamento británico y convocar elecciones para destituir al Gobierno laborista.
Esto viene después de que Elon Musk también respaldara al partido extrema derecha y antiinmigrante alemán AfD de cara a las elecciones del próximo mes y tiene planeado conversar en vivo en X con su candidata a canciller. El canciller de Alemania, Olaf Scholz, respondió al apoyo de Musk y afirmó: “No creo en cortejar los favores del Sr. Musk. Estoy feliz de dejar que lo hagan los demás. La regla es: no alimentes al trol”.
Mientras tanto, aquí en Estados Unidos, el hombre más rico del mundo, Elon Musk, donó más de 250 millones de dólares a la campaña del presidente electo Trump. Ahora le está dando forma a las políticas del Gobierno entrante. Y se cree que ha ganado, desde las elecciones, más de 200 mil millones de dólares. Musk asistió a una gala de Nochevieja en Mar-a-Lago junto a Trump y se unió a él en varias llamadas con líderes extranjeros. Musk codirigirá el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental, o DOGE. El mes pasado, Musk jugó un papel clave para presionar a los legisladores republicanos y evitar en el último minuto la aprobación de un acuerdo de presupuestos a corto plazo. Musk también obtuvo el apoyo de Trump para respaldar las visas H-1B para trabajadores altamente calificados a pesar de la oposición de la base antiinmigrante de Trump.
Mientras tanto, el viernes 3 de enero, la caricaturista política y ganadora del Premio Pulitzer Ann Telnaes renunció a su puesto en The Washington Post después de que sus editores rechazaran una caricatura que representaba a multimillonarios realizando una genuflexión ante el presidente electo Trump. Telnaes dice que fue la primera vez desde que comenzó a trabajar en el Post en 2008 que se le censuró una caricatura debido a quién o a qué se refería dicha caricatura. Un borrador de la caricatura representa a dueños de grandes empresas tecnológicas arrodillados a los pies de Trump [ofreciendo] sacos de dinero, entre ellos está Jeff Bezos, fundador de Amazon y propietario del Washington Post. Hace solo dos meses, ese diario publicó un video alabando el trabajo de Ann Telnas.
ANN TELNAES: Miren a todos los autócratas que odian a los caricaturistas editoriales. No en este país, con suerte, pero, ya saben, muchos de mis colegas en el extranjero son encarcelados por hacer caricaturas sobre personas poderosas. […] Mucha gente no se da cuenta de que somos periodistas. Somos periodistas de opinión, pero somos periodistas. Y ese es nuestro trabajo como caricaturistas editoriales: sacar a relucir verdades que a veces son incómodas.
AMY GOODMAN: El viernes, Ann Telnaes realizó una publicación en internet titulada “Por qué renuncio al Washington Post”, en la que escribe: “No dejaré de exponer la verdad ante los poderosos a través de mis caricaturas, porque como dicen, 'La democracia muere en la oscuridad'”. Por supuesto, ella está citando el lema del Washington Post.
Esto viene después de que Jeff Bezos impidiera que The Washington Post respaldara a Kamala Harris para presidenta y de que Amazon Prime Video anunciara la adquisición de los derechos de licencia en exclusiva para un nuevo documental detrás de escena sobre la primera dama Melania Trump. Amazon también planea donar un millón de dólares al fondo para la toma de posesión de Trump y dijo que transmitiría el evento en Prime Video, lo que equivaldría a realizar otra donación de un millón de dólares.
Para hablar más de esto, nos acompaña una persona que ha investigado el poder de los multimillonarios de las grandes tecnológicas y de las nuevas empresas de ese sector, y específicamente, entre otros, a Elon Musk, el hombre más rico del mundo. Quinn Slobodian es profesor de historia internacional en la Universidad de Boston. Su último libro es “El capitalismo de la fragmentación: el radicalismo de mercado y el sueño de un mundo sin democracia”. Slobodian ha escrito varios artículos for The New Statesman para The New Statesman sobre Elon Musk, incluyendo uno titulado “El impulso mortal de Elon Musk”. Slobodian también escribió recientemente un artículo para un simposio de The New York Review of Books sobre la reelección de Donald Trump: “El retorno de Trump—II”. Slobodian nos acompaña desde Boston, a donde acaba de regresar tras participar en la reunión anual de la American Historical Association celebrada aquí en Nueva York.
Profesor Slobodian, bienvenido a Democracy Now! El poder de Elon Musk no se puede subestimar, aquí en Estados Unidos —y vamos a hablar del Gobierno de Trump—, donde muchos lo han apodado, por supuesto, “presidente Musk” y “vicepresidente Donald Trump”. También quería hablar de su reciente alboroto en Reino Unido y su apoyo al partido Alternativa para Alemania. ¿Puede hablar de la importancia de todo esto?
QUINN SLOBODIAN: Sí, es una situación bastante extraordinaria en la que nos encontramos, ¿verdad? Si echas la vista atrás, a 2017, entonces había mucha preocupación y mucha atención puesta en los esfuerzos de Steve Bannon para crear una especie de coalición transatlántica de actores y partidos de extrema derecha. Y ahora estamos aquí solo unos años después, y hay una figura similar a la de Bannon, solo que resulta que también es el hombre más rico del mundo, y está al frente de algunas de las empresas más rentables del mundo. Él es quién lidera ese esfuerzo por crear una especie de coalición transatlántica. Entonces, ahora hay mucho más en juego. Y se está tratando todo esto con incluso menos atención de lo que se hizo con alguien como Bannon, lo cual es algo extraordinario. Pero creo que Musk ha entrado en este campo de la política como si fuera una especie de versión ampliada de un videojuego, sin haber sopesado de forma real el tipo de consecuencias de los efectos disruptivos que está creando, de aquí al Reino Unido, pasando por Alemania y otros lugares.
AMY GOODMAN: Hablemos específicamente acerca de la conversación que estamos teniendo en este día, el 6 de enero, cuando la vicepresidenta, Kamala Harris, que preside el Senado, esencialmente certificará su propia derrota, en este cuarto aniversario de lo que ocurrió el 6 de enero de 2021.
QUINN SLOBODIAN: Bueno, creo que el 6 de enero es relevante por un par de razones. Una es un poco absurda, pero también significativa, y es que, si analizas el personaje que usa Musk cuando juega el videojuego Diablo IV, el cual Musk describe como algo de donde saca lecciones de vida y que le permite ver la “matrix”, el personaje se parece bastante al chamán de QAnon, muy conocido desde el 6 de enero. Entonces, creo que el 6 de enero, de alguna manera, abrió esta nueva era en la política estadounidense donde este tipo de comunidades, a menudo digitales, surrealistas y marginales se han adentrado en el mundo de la alta política y han alterado las coordenadas de las reglas habituales del juego, así como los protocolos tradicionales. Creo que Musk es realmente un producto de ese tipo de efecto cruzado, a través del cual se puede construir una gran comunidad digital, y un estatus de persona influyente a nivel global, logrando de ese modo tener la capacidad de romper las coaliciones existentes y los estándares existentes de lo que es la política normal. Y sus conexiones con personas como Nigel Farage, hasta hace poco, o Tommy Robinson, Alternativa para Alemania y Giorgia Meloni, son signos de una especie de voluntad de romper los sistemas de partidos tradicionales existentes, para abrazar la disrupción como un fin en sí mismo, y para aprovechar especialmente el poder de internet para hacer posibles cosas que habían sido imposibles anteriormente, para hacer posibles ciertos discursos, para hacer posibles ciertas formas de movilización y para hacer que cosas como el intento de golpe de Estado del 6 de enero puedan llevarse hasta el final.
Y creo que el horizonte sobre qué tipo de políticas reales busca implementar alguien como Musk es retransmitido por él mismo, con frecuencia, en su propia cuenta de Twitter. Recientemente, por ejemplo, alabó a Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, por haber hecho algo que ha sucedido en El Salvador y sucederá y debe suceder en Estados Unidos, que es el hecho de que en El Salvador se ha encarcelado al 2% de la población adulta como una forma absolutamente draconiana de frenar la delincuencia. Entonces, esta visión de este tipo de hombre fuerte autoritario en política, con una mezcla de medidas represivas de encarcelamiento masivo sin piedad, por un lado, y una forma de desregulación para eliminar las limitaciones del libre mercado, por el otro, produjo esta curiosa combinación de, por un lado, Elon Musk publicando memes de Milton Friedman constantemente, y por el otro, generando alarmismo sobre las, entre comillas, “tácticas genocidas de violación” de los inmigrantes no blancos en el Reino Unido. Entonces, produjo este tipo de efecto surrealista en el que el Estado fuerte y el libre mercado transforman la visión thatcherista, integrándola en todo tipo de estéticas digitales y dinámicas de videojuegos de formas que han sorprendido, y con razón, a los políticos convencionales como Olaf Scholz, Keir Starmer, Biden y Harris, que no saben cómo lidiar con este tipo de energía caótica, que, desafortunadamente, tiene una enorme legitimidad detrás suya, no solo sus cifras multimillonarias… o por sus millones de seguidores en las redes sociales.
Pero tengan en cuenta que él supervisa Tesla, que es una empresa automotriz que vale más que todas las demás compañías automotrices del mundo combinadas, y cuya valoración se ha disparado desde la victoria de Trump, y cuyas acciones en bolsa se mantienen en las carteras de muchos muchos demócratas, que en caso contrario considerarían a Musk y a sus políticas como algo cuestionable. Así que Musk es una especie de locomotora que ha unido su figura a la dinámica de mercado de memes en internet, así como al mercado de valores en bolsa del mundo real, de una manera que dificulta prever sus acciones y oponerse a él.
AMY GOODMAN: Su más reciente artículo para The New Statesman se titula “Elon Musk quiere que tengamos más hijos: ¿es la demografía el nuevo frente de batalla de las guerras culturales?”. Háblenos de eso.
QUINN SLOBODIAN: Este tema es realmente una fijación de Musk que se repite en otros pensadores de Silicon Valley, y es un temor a que el declive demográfico llegue más rápido de lo que muchos de nosotros pensamos. Y eso se lee de dos maneras. Por un lado, como Musk dice con frecuencia, no habrá civilización humana si no hay humanos. Entonces, existe este tipo de miedo universal a la desaceleración a largo plazo de las tasas de natalidad, lo que lleva a que literalmente haya menos humanos en la Tierra.
Pero lo más importante para él son algunos humanos concretos de la Tierra. Si nos fijamos en el tipo de conversaciones que Musk ha tenido, especialmente en Italia con miembros de los Hermanos de Italia, el partido de origen fascista del cual ahora Meloni es la líder, hay un temor a la pérdida de poblaciones de una cultura específica. Y a Musk le preocupa el declive de ciertas civilizaciones europeas, de ciertas culturas europeas, la cultura italiana, la cultura británica. Él ha respaldado la teoría del “gran reemplazo”, esta noción de que los políticos liberales están alentando la inmigración de poblaciones no blancas para tener más partidarios, pero también, para diluir y desorientar a la población nativa o autóctona. Entonces, su pronatalismo no es uno, digamos, generalizado que espera que los humanos puedan propagarse para producir, con suerte, más soluciones a los problemas humanos, sino que aboga por la defensa de poblaciones humanas particulares que él ve como dotadas de más capacidades para una especie de productividad económica, inteligencia económica y desempeño económico.
Su política en cuanto a la inmigración y la forma en que habla sobre ello han dado un fuerte giro a la derecha en las últimas semanas. Mucha gente lo ha notado. En diciembre pudimos ver cómo seguía publicando cosas sobre meritocracia y esta idea de que cualquier persona puede triunfar en Estados Unidos si trabaja lo suficientemente duro. Casi exactamente desde el 1 de enero, muchas de sus publicaciones han estado dominadas por los rostros de hombres que han sido acusados de delitos sexuales y que son de países de mayoría musulmana. Musk está haciendo todo lo posible por avivar un miedo, con claros sesgos raciales, a las agresiones sexuales y otros delitos cometidos por inmigrantes de países no occidentales, y lo combina con esta idea de ver a los inmigrantes de orígenes no occidentales como dependientes de la ayuda del Gobierno que no están aportando a la economía dominante. Entonces, sus temores demográficos también son en gran medida parte de sus duras políticas fronterizas y contra el crimen que ahora están comenzando a pasar a un primer plano como su discurso principal.
AMY GOODMAN: Quiero pasar a otro tema. Estoy mirando un artículo de Financial Times que dice: “Elon Musk vivió en Sudáfrica durante el apartheid hasta sus 17 años. David Sacks, el inversor de capital de riesgo que se convirtió en un recaudador de fondos para Donald Trump y en un provocador sobre el tema de Ucrania, vivió allí hasta los cinco años y creció en una familia de la diáspora sudafricana en Tennessee. Peter Thiel pasó muchos años de su niñez en Sudáfrica y Namibia, donde su padre estaba involucrado en la minería de uranio como parte de los esfuerzos del régimen del apartheid para obtener armas nucleares. Y Paul Furber, un desarrollador de software sudafricano poco conocido y reportero especializado en tecnología que vive cerca de Johannesburgo, ha sido identificado por dos equipos de lingüistas forenses como el creador de las teorías conspirativas de QAnon, que ayudaron a dar forma al movimiento MAGA de Trump. (Furber niega que él es 'Q'). En resumen, cuatro de las voces más influyentes del movimiento MAGA son hombres blancos de cincuenta y tantos años con experiencias formativas en la Sudáfrica del apartheid”. ¿Puede comentar sobre esto, profesor Slobodian?
QUINN SLOBODIAN: Por supuesto. Esto es algo sobre lo que he escrito en un par de mis libros. La relevancia de Sudáfrica para la extrema derecha y para los neoliberales es bastante extraordinaria. Rodesia, por supuesto, ha sido vista como una especie de causa perdida para la ultraderecha. La gente puede recordar a Dylann Roof, el asesino en masa de extrema derecha, hablando de su lealtad a la causa rodesiana. En la época del apartheid, Sudáfrica era vista como un último baluarte contra el socialismo negro del África poscolonial. En la época de la transición, en la época de Mandela, del cambio al sistema de sufragio universal de “una persona, un voto”, durante el fin del apartheid, [Sudáfrica] fue vista por la extrema derecha y por algunos libertarios y neoliberales como una especie de lugar próspero para la producción y fabricación de oro que estaba bajo el asalto de un Gobierno socialista de mayoría negra: el Congreso Nacional Africano.
Y en cuanto al propio Musk, la experiencia de crecer allí con un padre bastante autoritario y dictatorial fue algo muy distópico, según la forma en que su biógrafo lo cuenta. Musk menciona que recuerda, tal vez con un poco de regocijo y con algo de exageración, que caminaba por charcos de sangre cuando se dirigía a los conciertos de rock. Y él vio esto como una especie de darwinismo social, un entorno de todos contra todos que creo que ahora tiene muy implantado en su mente. Creo que él descubre eso de nuevo en internet, en el mundo de los brutales videojuegos de mazmorras, como se les conoce, donde pasa gran parte de su tiempo, y también en esta especie de universo ciberpunk de las películas y novelas de ciencia ficción.
Creo que esa extrapolación, que está en parte basada en la realidad de conflictos muy intensos entre comunidades, también se convierte en algo que él puede adoptar para dar… para permitir en realidad su propia visión nihilista y esta creencia de que todas las alianzas son provisionales y necesitas defender a tu gente. Como sabemos, él ha sido en cierta forma claro sobre los complejos que está construyendo para poder retirarse, la expansión de su propio acervo genético por medio de una familia muy grande, la forma en que usa al Gobierno federal cuando le conviene, haciendo uso de presupuestos federales, convirtiéndose efectivamente en un contratista tecnológico para la NASA a través de SpaceX, vendiendo sus servicios por medio de Starlink, pero siempre, creo, teniendo bastante en mente este plan de retirada, de la misma manera en que muchas personas en Sudáfrica tienen su propio tipo de comunidades cerradas en las que pueden retirarse, si pueden costearlo, con sus propios sistemas de agua y su propias fuentes de electricidad. Este tipo de realidad, semejante a “La parábola del sembrador” de Octavia Butler es una que alguien como Musk ha acogido de manera, digamos, sadística.
Pienso que ese tipo de aceleracionismo, por el cual hace alianzas de manera imprudente, una tras otra, con cualquier tipo de político de extrema derecha que aparezca en los videos que ve y que tenga una especie de apariencia distintiva… Por ejemplo, Tommy Robinson parece que hubiera salido de un videojuego. Naomi Seibt, la “influencer” de Alternativa para Alemania, a quién Musk ha ayudado bastante a impulsar, de alguna manera cultiva esta especie de apariencia salida de un anime. Entonces, creo que para Musk, Thiel y otros, la experiencia de la Sudáfrica del apartheid y posterior al apartheid ha desempeñado este papel de representar un futuro negativo, que también es inevitable y ante el cual tienen que hacer todo lo que puedan para refugiarse y protegerse a sí mismos, al tiempo que aprovechan, por supuesto, las extraordinarias ganancias que pueden obtener al hacer cosas como proporcionar sistemas de vigilancia, como lo hace Palantir, la compañía de Thiel; proporcionar sistemas de armas, como lo hace Anduril, la empresa propiedad de Palmer Luckey que Thiel ayudó a financiar; y las otras formas en que el anticuado complejo militar-industrial, creo, se está expandiendo ahora con una especie de cuartel general en Silicon Valley.
AMY GOODMAN: Y luego vimos a Elon Musk cambiar su avatar en X por una imagen de la rana Pepe, un personaje adoptado por grupos de derecha y clasificado como un símbolo de odio por grupos antiodio, debido a su uso frecuente en contextos racistas y antisemitas. También usó el término “kek”, una variación de ”LOL”, que se originó en el mundo de los videojuegos en línea y es usado con frecuencia en internet por identitarios de derecha y “troles”. Según la BBC, el Southern Poverty Law Center vinculó el término “kek” con un “dios nacionalista blanco virtual”. ¿Qué está pasando ahí?
QUINN SLOBODIAN: Bueno, en gran medida, esta parte parece una repetición de lo que vimos en 2016 y 2017. Quiero decir, todos recordamos cuando personas como Richard Spencer estaban recibiendo mucha atención por propagar estos memes de la rana Pepe, usando el emoji de un vaso de leche para significar blanquitud. Y vemos un tipo de provocación de carácter bastante adolescente e inmaduro, que ha sido descrito muy bien por Olaf Scholz como “troleo”, y que Musk, de nuevo, a sus cincuenta y tantos años, en su tercera o cuarta adolescencia, aún se da el lujo de adoptar y con lo que siente un placer, digamos, infantil. Y en realidad creo que tal vez no es una buena idea enfocarnos demasiado en la cantidad de memes de la rana Pepe que ha publicado o lo que sea. Creo que estas son, de algún modo, trivialidades y distracciones frente a sus intervenciones más serias. Creo que…
AMY GOODMAN: Hablemos entonces de…
QUINN SLOBODIAN: … Alternativa para Alemania es…
AMY GOODMAN: … esas intervenciones más serias, específicamente a medida que se acerca…
QUINN SLOBODIAN: Sí.
AMY GOODMAN: … el inicio de la segunda presidencia de Trump, con Elon Musk…
QUINN SLOBODIAN: Sí.
AMY GOODMAN: … ejerciendo tanto poder. ¿Qué espera ver de Trump II?
QUINN SLOBODIAN: Bueno, en cuanto al papel de Musk, él mismo ha sido claro en que ha tomado inspiración no solo de Bukele, como mencioné antes, sino también, yendo más hacia el sur, de Javier Milei en Argentina, a quien respaldó con frecuencia. Trump también se ha reunido con Milei. Y existe esta idea de que Milei, para alguien como Musk, nos ha dado un ejemplo de antemano de cómo puedes materializar tu tipo de visión tecnolibertaria con métodos estatistas autoritarios, lo cual parece paradójico, pero en realidad tal vez no lo es. Entonces, si vemos lo que ha hecho Milei, creo que eso podría ayudarnos a entender al menos lo que Musk puede estar proponiendo y que Trump podría ayudar a implementar.
¿Y qué tipo de cosas se han llevado la peor parte bajo Milei? Bueno, han sido cosas como las universidades, el no ajustar a la inflación el presupuesto universitario, el desfinanciamiento de programas de investigación científica, la represión del derecho a protestar y a la negociación colectiva, la eliminación de programas culturales, la represión de otras formas de expresión pública. Y esto es, de alguna forma, un adelanto de las cosas que para esa clase de mentalidad de solucionismo, para la mentalidad ingenieril de alguien como Musk, todos los esfuerzos que no estén destinados a abordar estos problemas complejos en particular, ya sean los viajes espaciales o la expansión del presupuesto militar, son un desperdicio.
Creo que veremos una reorientación del presupuesto, obviamente, hacia investigaciones específicas al tiempo que se recorta la financiación de cosas vistas como superficiales, cosas relacionadas con prestaciones, la educación y la investigación. Pienso que esas son las cosas que tal vez un demócrata con mentalidad austera podría apoyar tanto como un republicano con la misma mentalidad, y es probablemente ahí donde podrán crear ciertas alianzas. Creo que los ataques a la libertad de expresión en el curso de las protestas a favor de Gaza desde el [7 de octubre] nos han permitido en cierta forma prever lo poco dispuestos que están, tanto los demócratas como los republicanos, a defender de verdad el derecho a la investigación académica y a la libertad de expresión en el país, y pienso que las universidades serán un blanco bastante fácil para una buena parte de esos recortes iniciales.
AMY GOODMAN: Bueno, quiero agradecerle por acompañarnos hoy, Quinn Slobodian, profesor de historia internacional en la Universidad de Boston. Su libro más reciente se titula “El capitalismo de la fragmentación: el radicalismo de mercado y el sueño de un mundo sin democracia”. Enlazaremos en nuestra web a sus artículos sobre Musk en The New Statesman.
Eso es todo por hoy. Muchas gracias a todas las personas que ayudaron a hacer posible esta transmisión.
Traducido y editado por Igor Moreno Unanua e Iván Hincapié.