En Honduras, el derrocado presidente Manuel Zelaya continúa refugiado en la Embajada de Brasil, enfrentado con el régimen golpista que encabeza Roberto Micheletti. El martes, la policía antidisturbios dispersó a una multitud de miles de personas reunidas en el entorno de la sede diplomática para dar su apoyo a Zelaya, luego de su retorno desafiante tras casi tres meses en el exilio. La policía arrojó gases lacrimógenos y utilizó camiones hidrantes para retirar a la multitud. Un manifestante dijo que fue brutalmente atacado.
El manifestante dijo: “Me dieron con una palo con clavos en la cabeza. No me mataron por gracia de Dios, porque me agarraron todos como si fueran gorilas”
Más de cien personas fueron arrestadas y heridas en la represión policial. El gobierno brasileño, entre tanto, convocó a una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU para tratar la crisis hondureña. El Presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió al régimen golpista que no invadiera la embajada.
Lula da Silva dijo: “Brasil sólo hizo lo que cualquier país democrático haría. Cuando un ciudadano solicita asilo en nuestra embajada, Brasil garantiza su estadía allí. Es un derecho, diría, internacional y esperamos que los líderes golpistas no toquen la embajada brasileña”.
Entre tanto, el régimen golpista declaró que accedería a mantener negociaciones con Zelaya, pero una vez más descartó que le permitiría volver al poder o abandonar su intención de arrestarlo.