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Por Amy Goodman
Publicado el 17 de febrero de 2010
El Presidente Barack Obama promoverá la energía nuclear. «Estamos anunciando garantías de crédito por 8 mil millones de dólares para comenzar a construir la primera nueva planta nuclear en el país en casi tres décadas.» Obama está cumpliendo una promesa de campaña, al igual que cumplió sus promesas de enviar más soldados a Afganistán y de atacar Pakistán en forma unilateral. Y al igual que su estrategia de guerra basada en el eje “Afganistán-Pakistán”, la resucitación de la industria de energía nuclear en Estados Unidos financiada con fondos públicos está condenada al fracaso, y otro rescate de los contribuyentes a punto de suceder.
La oposición al plan, que implica triplicar las garantías de créditos existentes para la construcción de plantas nucleares a 54.500 millones de dólares, abarca a un amplio espectro de posiciones ideológicas. En el nivel más básico, en el plano económico, la generación de energía nuclear simplemente no tiene sentido. El costo de construir estos monstruos es tan alto, y los riesgos son tan grandes, que ningún inversor, banco, o fondo de riesgo razonable invertirá en su construcción.
Nadie le prestará dinero a una empresa de energía para construir una planta nuclear, y las empresas de energía se niegan a gastar su propio dinero. El propio Obama profesa tal pasión por el libre mercado, que incluso llegó a decirle al semanario Bloomberg BusinessWeek, “Somos firmes defensores de un libre mercado próspero y dinámico”. Bueno, el libre mercado hace tiempo que abandonó la energía nuclear. La Heritage Foundation, uno de los principales grupos de investigación de la derecha estadounidense, señaló: “Los programas expansivos de garantías de crédito…están repletos de problemas. Como mínimo, generan deuda a los contribuyentes, le dan trato preferencial a los beneficiarios, y distorsionan los mercados de capitales”. Y eso lo dijo Heritage Foundation.
Amory Lovins, del Instituto Rocky Mountain, un crítico de la industria nuclear desde hace mucho tiempo, me dijo: “Lo que haría la energía nuclear es desplazar el carbón, nuestro combustible nacional más abundante. Y esto suena bueno para el clima, pero de hecho, expandir la energía nuclear empeora el cambio climático, por un motivo muy sencillo. La energía nuclear es increíblemente cara. Los costos han subido enmormemente en los últimos tiempos. Si financiamos más plantas nucleares, vamos a obtener alrededor de dos a diez veces menos soluciones climáticas por dólar, y esas soluciones serán de 20 a 40 veces más lentas que si, en cambio, se financiara la creación de fuentes de energía más baratas y rápidas, que están superando a la energía nuclear, el carbón y el gas, todo tipo de planes de centrales en el mercado. Y esos competidores implican el uso eficiente de la electricidad y lo que se llama microenergía, que son ambas energías renovables, salvo la energía hidroeléctrica, y generar electricidad y calefacción al mismo tiempo. De hecho, en los edificios más nuevos sale la mitad del dinero, combustible y carbón que hacerlo por separado, como hacemos normalmente. Entonces, la energía nuclear no puede de hecho brindar los beneficios climáticos y de seguridad que algunos afirman. No está relacionada con el petróleo. Y es muy cara.”
La Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, en la misma declaración que anunció los 54.500 millones de dólares para promover la energía nuclear, también incluyó “un subsidio de 500 millones de dólares para apoyar garantías de crédito de entre 3 mil y 5 mil millones de dólares para proyectos de eficiencia energética y energía renovable”. Esto significa que solo una décima parte de la cantidad de dinero destinada a energía nuclear será dedicada a la promoción de tecnologías de eficiencia energética y energía renovable. Al mismo tiempo, el gobierno de Obama tiene planeado cancelar el financiamiento para terminar la construcción del complejo de almacenamiento de desechos nucleares de Yucca Mountain, que tiene muy mala reputación. Edwin Lyman, de la Unión de Científicos Preocupados, le dijo al Christian Science Monitor que el gobierno de Obama “no tiene un plan para almacenar los desechos radiactivos de la nueva generación de plantas nucleares”. “Y eso es irresponsable”, afirmó.
Los desechos de las plantas nucleares no solo son una pesadilla en términos ambientales, sino que además aumentan las amenazas de proliferación nuclear. Obama dijo en su reciente discurso anual ante el Congreso: “A pesar de que estemos involucrados en dos guerras, también estamos enfrentando al que es, quizá, el mayor peligro que debe afrontar el pueblo estadounidense: la amenaza de las armas nucleares. Apoyé la visión de John F. Kennedy y Ronald Reagan a través de una estrategia que revierte la expansión de estas armas y pretende lograr un mundo sin ellas. Para reducir nuestro arsenal y lanzamisiles, al tiempo que aseguramos nuestros elementos disuasivos, Estados Unidos y Rusia están finalizando negociaciones sobre el tratado de control de armas más abarcativo en casi dos décadas. En la Cumbre de Seguridad Nuclear en abril, reuniremos a cuarenta y cuatro naciones detrás de una meta clara: asegurar todos los materiales nucleares vulnerables en el mundo en cuatro años, para que nunca caigan en manos de terroristas”. A pesar de eso, los planes que acompañan la propuesta de Obama, su “nueva generación de plantas nucleares seguras y limpias”, incluyen un incremento del “reprocesamiento de combustible nuclear” comercial, que la Unión de Científicos Preocupados describe como “peligroso, sucio y caro” y del que concluye que aumentaría los riesgos mundiales tanto de proliferación nuclear como de terrorismo nuclear.
Tanto Amory Lovins como la Unión de Científicos Preocupados desacreditan el mito de que la energía nuclear es esencial para combatir el calentamiento global. Lovins escribe: “Cada dólar invertido en expansión nuclear empeorará el cambio climático, dado que significa invertir menos por cada dólar en una solución eficiente”. Obama dijo que la primera partida de financiamiento público, que beneficiará a la gigante energética Southern Co., “generará miles de puestos de trabajo en la construcción en los próximos años, y alrededor de 800 empleos permanentes”. Sin embargo, la inversión en tecnologías de energía solar, eólica y de cogeneración podría lograr lo mismo, creando rápidamente en Estados Unidos las mismas industrias que están floreciendo en Europa. Es más, los riesgos de falla de un molino de viento o un panel solar son minúsculos comparados con los desastres de las plantas nucleares como los sucedidos en Three Mile Island y Chernobyl.
Tanto en términos económicos, como en términos ambientales y de prevención de las amenazas nucleares, las garantías de crédito de Obama para el desarrollo de la energía nuclear fallan en todos los aspectos.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2010 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la presentadora de “Democracy Now!”, un noticiero internacional diario de una hora que se emite en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 emisoras de radio en español. Es coautora del libro “Standing Up to the Madness: Ordinary Heroes in Extraordinary Times,” recientemente publicado en edición de bolsillo.
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