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El gobierno de Obama rechazó el proyecto del oleoducto de arenas alquitranadas Keystone XL que se extendería desde Alberta, Canadá, hasta la costa del Golfo de México. El miércoles, el presidente Obama dijo que rechazaba la solicitud de TransCanada para construir el oleoducto porque no había tiempo suficiente para estudiar una ruta alternativa que no pasara por el acuífero Ogallala ubicado en Nebraska. El mandatario había intentado aplazar la decisión hasta el año que viene, pero los republicanos respondieron aprobando normas que lo obligaron a pronunciarse sobre este tema antes de fines de febrero. Grupos ecologistas elogiaron el rechazo del permiso, aunque dicho rechazo no significa el fin de la lucha desatada en torno al oleoducto. TransCanada ya anunció que volverá a presentar la solicitud de un permiso sobre la base de una ruta diferente y Obama dijo que había tomado la decisión por limitaciones de tiempo y no por las “características” del oleoducto. Le preguntamos su opinión sobre este asunto a Jane Kleeb de la organización Bold Nebraska y a Bill McKibben, fundador del movimiento 350.org y experto en cambio climático que en los últimos seis meses organizó protestas masivas en Washington DC contra el oleoducto. “Esto fue una verdadera victoria para la gente que se opuso”, dice McKibben. “Si no hubiéramos hecho lo que hicimos en la calle, la industria petrolera, como de costumbre, habría logrado concretar una idea realmente mala”.
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