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Aumentan las preguntas en torno a si los agentes estadounidenses de seguridad hicieron caso omiso a advertencias que podrían haber frustrado los atentados en la maratón de Boston, después que aparecieran noticias de que el mayor de los hermanos Tsarnaev, Tamerlan, estaba en el radar de los servicios de inteligencia de EE.UU. Como resultado de esta omisión, aumentaron los pedidos a las agencias federales de que re evalúen las prioridades, en particular las operaciones encubiertas que —según los analistas— constituyen una trampa. Hablamos con Trevor Aaronson, autor del libro “The Terror Factory: Inside the FBI’s Manufactured War on Terrorism” (La fábrica del terror: dentro de la guerra contra el terrorismo creada por el FBI) publicado en enero. Aaronson es codirector del Centro para el periodismo de investigación de Florida y escribe para la revista Mother Jones. En su último artículo, “Cómo el FBI en Boston pudo haber estado persiguiendo al terrorista equivocado” Aaronson escribe que mientras el FBI “decidía dejar de seguir a Tsarnaev —cuyo viaje de seis meses a Rusia en aquel entonces aparece ahora como el principal interés de los investigadores— el FBI conducía una operación encubierta contra un joven musulmán no relacionado que tenía un plan fantástico para atacar el congreso de EE.UU. con un avión a control remoto”.
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